Con tu amor nadie me derrumbará

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¿Qué? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Cómo? Pero... ¿Por qué? ¿Por qué?

—Bon...

¿Por qué lo había hecho? No tenía el menor sentido.

—Bon...

Tal vez había sido sólo un sueño, tal vez todo lo había sido y pronto iba a despertar para asistir a mi primer día de escuela, sin un alumno nuevo, ni un nuevo guitarrista, ni...

—¡Bon, demonios!

Me giré hacia mi padre en el asiento del conductor, que me miraba con impaciencia, y luego hacia el otro lado, donde se veía el edificio de la escuela a través de mi ventana. No me había dado cuenta de que nos habíamos detenido.

—¿Estás bien, hijo? —preguntó él, con la más mínima preocupación en la voz.

—¿Qué? Sí, ¡sí, claro! —exclamé, con una muy grande y muy falsa sonrisa—. Adiós.

Me bajé del auto antes de que alguno de los dos pudiera decir otra cosa, y me quedé allí, de pie sobre la acera, con la sensación de que había olvidado cómo caminar, cómo respirar, cómo pensar.

Luego de un tiempo, avancé, sin una idea completa de a dónde iba, repasando en mi mente las mismas palabras que había repetido toda la noche, que tenían menos lógica cada vez que las repetía.

Mi primer beso. Bonnie. Bonnie había sido mi primer beso, por Dios.

Era como si lo hiciera a propósito, como si estuviera decidido a no dejar mi cabeza en paz, a reclamar mi mente como suya y no permitir que pensara en otra cosa que no fuera él, y su hermosa sonrisa, y sus dedos moviéndose sobre las cuerdas de una guitarra, y sus ojos, sus labios. Todo eso que estaba fundiendo mi cerebro en ese momento.

Estaba demasiado confundido como para ver por dónde iba, como para darme cuenta de que siquiera estaba caminando. Por fortuna, la primera persona con la que choqué estaba acostumbrada a que yo fuera un desastre (y no era Bonnie, gracias al cielo).

—Mangle... —dije, tomando su brazo para evitar que cayera— Lo siento, yo... —por encima de su hombro, pude ver una cabeza morada abriéndose camino entre la multitud—. Maldición.

Antes de que pudiera decir algo, la llevé del brazo a otro pasillo cercano y respiré profundo hasta que sentí mi corazón calmarse. Tenía la esperanza de que, después de haber pensado tanto en el tema, estuviera preparado para mirarlo al menos.

—¿Qué tienes? —preguntó Mangle, preocupada, mientras mis niveles de ansiedad subían— ¿Estás bien?

Tomé una decisión rápida.

—Si alguien pregunta —le dije—, tú... no me viste hoy, yo no vine a la escuela. —me giré hacia la puerta de entrada y comencé a caminar.

—Espera —replicó ella, tomando mi muñeca—, ¿piensas faltar a clase? —aparentemente, no era una pregunta— ¿Crees que quiero que tengas problemas con tu papá?

Lo que decía tenía mucho sentido, pero el sentido era algo que mi vida ya no tenía; lo único que quería hacer era escapar de allí, no tener que entrar a clase, ver a Bonnie sentado a unos puestos de mí, y sentir de nuevo sus labios sobre los míos. No. No...

Mangle tuvo que arrastrarme al salón, sentarme frente a un escritorio y sentarse junto a mí por si se me ocurría huir en medio de la clase. Sentí que debía agradecerle, por preocuparse, por ser una buena amiga, pero estaba demasiado ocupado empezando a tener un ataque de pánico como para actuar como se debe.

Durante el resto del día no hice otra cosa más que evitar a Bonnie; no lo miré en absoluto, me alejé del grupo completo durante los cambios de clase, y dije que tenía que ir por un libro a la biblioteca para faltar al almuerzo. No funcionó. Si se podía, me sentía incluso peor sin poder hablarle, sin poder hacerle todas esas preguntas que invadían sin permiso mi cabeza. Así que, justo cuando finalizó la última clase, luego de que me tomara un par de segundos para respirar, caminé hasta su escritorio, donde hablaba de algo con Foxy mientras guardaba sus cosas en la mochila. Se giró hacia mí antes de que pudiera prepararme para enfrentar su mirada, y yo me obligué a hablar, antes de que perdiera la capacidad de hacerlo.

Like A Love Song (BonXBonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora