Jamás pensé que fuese fácil

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El mundo entero se paralizó por un segundo, por todo el tiempo que me tomó parpadear y descubrir que no lo estaba imaginando, que mi padre realmente estaba de pie en frente mío. Y, justo cuando el mundo volvió a ponerse en marcha, se cayó a pedazos.

Bonnie se bajó de encima mío de un salto, con una expresión de terror que era de seguro igual a la mía; y la mirada de mi padre siguió su movimiento, cambiando rápidamente del desconcierto al enojo, a una mirada tan familiar para mí que de inmediato supe lo que estaba por suceder. Me puse de pie.

—Bonnie —dije, con urgencia—, vete.

Él me miró una última vez a los ojos, mientras yo intentaba decirle con la mirada que esto era algo muy serio, que realmente debía irse. Lo hizo; llegó hasta la puerta, esquivando a mi padre por casi nada, y salió corriendo mientras él hacía el amago de seguirlo. Llegué a la puerta medio segundo antes que él, la cerré con fuerza y me apoyé contra ella, poniendo mi cuerpo en medio para que no intentara seguirlo.

—¡No! —grité— Tú no le vas a hacer daño.

Él me miro como si acabara de darse cuenta de que yo estaba ahí, como si, luego de mirarme, no me reconociera, o yo acabara de hablar en un idioma que no conocía, con palabras que no había escuchado antes.

—¿Estás loco, hijo? —preguntó, confundido— Recuerda que te enseñé a pelear —dijo, y su mirada comenzó a brillar, con furia, y con algo más histérico—. Él puede ser el primer maricón al que golpees.

—¡Cállate! —seguí gritando, atormentado por la idea tan atroz que era golpear a Bonnie— Cállate, no hables de esa forma.

Todo se quedó en silencio por un segundo, y yo sabía que él intentaba asimilar que lo estuviera desafiando, porque era algo que nunca antes había podido hacer; pero pronto se recuperó de la sorpresa, y volvió a dirigir una mirada enojada en dirección a la puerta.

—No puedes perdonar lo que te estaba haciendo. —dijo, con una voz peligrosa, una voz que me hizo entender exactamente qué era lo que quería decir—. Sólo tienes que salir y arreglarlo.

Por supuesto.

Podría salir en ese momento, golpear a Bonnie, volver a casa con una novia y sentarme a tomar cerveza mientras veo un partido de football; entonces, nada habría pasado. Sentí cómo mi estómago se revolvía ante la idea de hacer algo como eso, lo que no mejoró cuando me fijé en la mirada que tenía él, que seguía enojada, pero ahora revelaba la seguridad que tenía de que yo lo iba a obedecer, como había hecho toda la vida.

No permití que interpretara de esa forma mi silencio.

—¿Acaso se veía como algo unilateral? —pregunté, hablando despacio, perplejo por lo lejos que podría llegar mi padre para no enfrentar la verdad.

Siempre supe que sería difícil, cuando por fin se enterara, pero no imaginé que se esforzaría tanto por no creerlo en absoluto. Un segundo después de que hubiera pronunciado las palabras, vi cómo algo en su mirada se quebraba, y él no dijo nada; por un largo tiempo, tan sólo se quedo viéndome, mientras la confusión en su gesto se convertía en pura y simple ira. Conocía esa mirada, esa postura, esa forma de rechinar sus dientes, pero no me podía permitir tenerle miedo, no ahora. Me mantuve firme, hasta que él volvió a encontrar su voz por encima de la rabia que lo tenía temblando.

—No voy tener a un marica viviendo en mi casa —dijo, como una amenaza, como para dejarme imaginar todo lo que sería capaz de hacer para lograr que se cumpliera—. Yo no te crié para esto.

—Tú no me criaste y punto. —dije, agradecido por que mi voz seguía firme.

Era una de las cosas que llevaba años queriendo decirle, que me asombraba poder estar diciendo ahora. Sus ojos parecían a punto de incendiarse, había una vena palpitando en su frente, y ambas de sus manos, lentamente, se estaban haciendo puños.

Like A Love Song (BonXBonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora