4#: Lah TeLivle Fiezta.

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Respira hondo. Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. Uno, dos tres... Bien, hoy es el dichoso cumpleaños de mi pareja, al igual que una de mis mejores amigas. ¿Qué hora es? las cinco de la mañana. ¿Qué hacia yo tan temprano despierto?, sólo una maldita y estúpida respuesta; Bellver. ¡Esa maniática se ha levantado a las cuatro de la mañana para comenzar los preparativos de su fiesta! ¿Es una locura, verdad?, era obvio. Sus fiestas eran gigantes, con más de cien personas, ¿y qué estaba haciendo ella ahora?, las invitaciones por internet, mientras que escuchaba música a todo lo que daba, rompiéndome los tímpanos. Digamos que no me importaría si fuera una música tranquila, algo como Beethoven, Chopin o Vivaldi... ¡Pero la mocosa había puesto música de los 80'!

Sentía mis ojos cerrarse mientras que trataba de sentarme sobre la cama. Estaba molesto. Demasiado para mi agrado. Yo no era de aquellas personas que si se levantaban mal estaban de mal humor—como alguien que está durmiendo tranquilamente a mi lado casi completamente muerto—simplemente era alguien natural que quería tener un puto sueño feliz.

¿Suerte?, poca tenía. Jules no ha movido ni un solo pelo cuando comenzó la música. ¡Claro! A él solo le molestaba cuando yo hacía ruido, pero no el que provocaba Bellver. ¿Tiene un oído específico, tal vez como Terminator?, lo dudo. No enserio, lo dudo. Puede ser también que tenga otras partes roboticas.

Moví mis piernas fuera de las sábanas y toqué el frío suelo—obviamente con escalofríos—mientras que a la vez, refregaba mis ojos con una mano. ¡Dios santo! Si me costaba tanto levantarme a la mañana, imaginen a la madrugada. ¡Exacto! Una completa pesadilla para mi.

Caminé por los fríos pasillos ciegamente hasta que llegué a la puerta. Giré el pomo y comencé a pensar todas las cosas que le diría sobre su comportamiento, como una buena madre... O mejor dicho padre.

—¡Bellver!—Abrí la puerta. Las luces del cuarto se hallaban prendidas mientras que la música hacia latir inconscientemente mi propia garganta.—¡Bellver!—No me escuchaba. ¿Esta mujer estaba loca?, bueno precisamente conozco a una persona más loca que ella, pero no quiero aguantar a una loca nivel diez como ella.

Caminé hacia la bruja espantosa y le toqué el hombro, se sobresaltó y con un click la música abandonó mis oídos, dejándolos casi sin... ¿aliento?, o como se diga. Realmente no estoy de humor para buscar palabras en mi cerebro.

—¡Hola Ben!, ¿despertaste para decirme algo?—Notaba como sus ojos brillaban. Oh si, díganme misericordioso, pero no puedo romperle las ilusiones a alguien, en su cumpleaños.

Sonreí con amargura, imaginándome mi aspecto.

—Feliz cumpleaños número veintiuno.—Susurré con algunas fuerzas que me quedaban. Caminé algunos pasos hacia la derecha y me senté en el sofá que estaba a su lado.

Me masajee la sien. ¿Podré contemplar el bellísimo placer de poder dormir normalmente con ella viviendo aquí?. Era una buena repelente de sexo matutino y de sueños.

—¡Muchas gracias!—Seguía mirando la pantalla. Algo que me daba mucha curiosidad, ya que para mi eso estaba escrito en chino básico. Bellver era alguien aficionada de las tecnologías, al igual que de los dibujos, de la música, y sobretodo de su nuevo vicio; el yaoi. ¿Cómo os cuento?, para mi el yaoi no es un vicio, debo decir que estoy viviendo una comedia romántica realmente. Y no muy buena, yo diría que algo... ¿quisquillosa?

—¿Qué estás haciendo?—Giró su cabeza hacia mi. Pude observarla por unos segundos, y debo decir que está normal. ¿Cómo una chica puede estar tantas horas sin dormir y estar igual que siempre?, o al menos que siempre esté sin dormir... ¿Cómo se vería la Bellver que duerme?, ni me la imagino. 

Si las llamas se apagan (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora