Extra#: No hay que decirlo dos veces. (MonedaxBellver)

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ADVERTENCIA: EXTRA YURI, NARRADO A TRAVÉS DE LA VISTA DE MONEDA.
PDTA: VA DE PASADO A FUTURO.


Mamá no dejaba de gritarme. Me había levantado tarde y tenía que ir a la escuela.

No era la primera vez que me quedaba despierta hasta tarde mirando el techo y contando las vigas, para no aburrirme. El insomnio era una de las muchas cosas que tenía al estar nerviosa.

Mi razón es fiable: en la nueva escuela habían hecho una especie de campeonato de basquetball y quería participar. Era fácil el jugar, pero lo complicado era que aquel sólo podían jugar chicos. Nunca me molestó que la gente sea machista. Es más, hasta puedo decir que yo lo soy un poco.

—¡Llegarás tarde! —repitó mi mamá por quién sabe vez.

Tomé mi mochila con rapidez y metí todo lo que había preparado la noche anterior: una peluca de pelo corto, una especie de faja —de mi mamá—, zapatillas deportivas y la camiseta representante de la escuela que había tomado "prestada" del armario del profesor de educación física.

Luego de tomar varias tostadas y meterlas a mi boca, me observé al espejo y me di ánimos para ganar. A decir verdad, no necesitaba jugar este partido, pero mi orgullo no podía dejarme atrás. Quería demostrarles a todos lo que una persona entrenada desde los cinco años en otro país podía hacer. Obviamente podría mostrarme como una chica e insistirle al profesor que me deje jugar. Sin embargo, si hacía eso, los chicos no demostrarían toda su fuerza contra mí. Me tratarían de alguien débil y sin experencia, y ganaría con mucha facilidad.

—¡Apúrate, Azul! —Mi mamá me tomó de los hombros y me arrastró hasta la puerta.

Me despedí y comencé a trotar hacia la escuela, para entrar un poco en calor. Mamá no sabía mi plan de vestirme de chico. Y no pensaba decírselo ya que pensaría que me volvería un travesti o algo por el estilo. Era la primera vez que iba a usar peluca y a jugar vestido como un chico. Aunque, de todas maneras, había practicado bastante en actuar como un niño de mi edad.

No era de tener amigos, ya que a todos les parecía demasiado bruta o machista para ser mujer. ¡Pero, vamos! ¿A quién le importa eso? Yo ahora era la compañera nueva de la clase.

Llegué a la escuela en menos de lo esperado y respiré hondo. Escuché el timbre sonar y corrí hacia los vestidores del gimnasio. El partido iba a comenzar diez minutos después de que todos entraran a clase, cosa que me beneficiaba para que nadie descubriera quién soy.

Abrí la puerta de los vestidores de chicas y comencé a cambiarme con rapidez. Para suerte mía, las chicas hoy tenían las clases suspendidas. No había ningún alma allí dentro.

Tiempo después de vestirme y apretarme bastante la faja de mi madre para ocultar mis pechos, me miré al espejo con una sonrisa de oreja a oreja por la satisfacción dada.

—¡Cinco minutos para el partido! —Escuché al entrenador gritar y salí del vestidor con rapidez. Fui a la banca de los jugadores y miré a la cancha con los ojos brillantes. El haber falseado mi nombre en la lista del entrenador, el robar una camiseta y el vestirme así, estaba valiendo la pena. ¡Y mucho!

Más tarde, cuando el entrenador terminó de tomar lista, nos pusimos de pie y miramos al equipo rival con el que ibamos a jugar. Ellos no parecían ser muy altos, pero sí muy experimentados. Mi corazón palpitaba con fuerza y ansiedad. ¿Cómo será jugar con ellos? ¿Podré ganarles? ¿Seré mejor? ¿Seré peor? ¿Deberé entrenar más...?

—¡Saluden! —gritó nuestro profesor. Sonreí e imité los movimientos de los demás: estreché la mano de los chicos que estaban pasando. Aún cuando los jugadores eran voluntarios, yo parecía ser la única que estaba emocionada por esto. ¿Quizás los demás sólo estaban aquí para levantar la nota que tenían en educación física?

Si las llamas se apagan (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora