25#: Lo siento.

9.6K 719 391
                                    

10 AÑOS DESPUÉS.


Habían pasado diez años desde que Elisabeth había dado a luz a nuestros pequeños; Sullivan y Gwendolyne. Gracias a la idiotez de Jules, sus nombres habían sido cambiados y, también gracias a su insistencia, no pude lograr arreglarlos. Aunque, sin embargo, a pesar de todo el embrollo aquel, no parecía ser tan malo. A nuestros bebés les gustaban sus nombres.

-¡Papá! -Gwendolyne me sacó de mis pensamientos. Era el único de los dos que me llamaba de ese modo-. ¡Sullivan me quitó mi ropa de nuevo!

Suspiré, tratando de calmar mi estrés lo más posible. Con todo lo que había sucedido, con Jules tuvimos que tomar varias precauciones. Podría dar una lista de ellas, pero las más importantes eran:

+ Que él se encargara del restaurante.

+ Que yo me encargara de los niños.

+ Que yo estudiara en la universidad una nueva carrera solo por las dudas.

+ Que yo cocinara.

+ Que yo fuera al psicólogo.

¿Algo injusto, verdad? Pero, gracias a mi extremo orgullo de "puedo hacerlo todo", no pude dar queja alguna. Tampoco es como si me desagradara estar con mis pequeños, aún cuando se peleaban una y otra vez...

-¡Sullivan! -la llamé. Como estaba sentado tratando de entender algo de literatura, no podía darles demasiada atención. Esperaba que Elisabeth viniera pronto con Aiden, el cual me ayudaba a entretenerlos-. ¡Ven aquí un momento!

Noté como los ojos celestes de Gwendolyne se volvían llorosos y me masajeé la sien. Era adorable que mi pequeño pelinegro fuera sensible, pero a veces... era demasiado. Más con Sullivan de hermana. Es decir, ¿saben lo que es soportar que tu hija le haga bullying a tu hijo? Es... extraño. ¿No debería ser al revés?

-¡No hice nada! -Sullivan apareció detrás de Gwen, frunciendo el ceño-. ¡El mariquita de Gwendolyne se cree que no puede prestarme su ropa!

Sentí como un tic invadía mi ojo. Recordé las palabras de Jules que me repetía siempre y conté hasta diez.

-Sully -empecé-, ya hablamos sobre esto. Tú tienes tu propio armario con ropa de niña; y Gwen tiene el suyo con ropa de niño.

-¡Pero no me gusta mi ropa! -dijeron al unísono; Gwen lloriqueando, y Sully un poco enojada.

Hice una especie de facepalm. ¿Habrá sido el efecto del nombre que los dos quisieran cambiar sus cosas?

-Entonces, ¿qué tal si intercambian ropa? -pregunté.

-¡No quiero prestarle mi ropa a ese mariquita!

-¡Sullivan Treyson Stawson! -me quejé, irritado-. ¡Deja de decirle así a tu hermano menor!

-¡S-soy solo minutos menor, papá! -se quejó Gwen.

Los ojos negros de Sullivan brillaron con picardía.

-¿Ves, mamá? Tú nos haces pelear diferenciando a ambos -comentó.

Hice una pequeña mueca. Sully, la pequeña rubiecilla con ojos negros, era como Jules en persona. SIEMPRE encontraba una manera de hacerte enojar a tal extremo de querer darle una bofetada.

-¿Qué tal si lo arreglan con Jules? Él de seguro les dará todo lo que quieren -respondí con una sonrisa.

Ambos asintieron a la vez.

-¿Cuándo vendrá mamá? -preguntó Gwen. Me causaba gracia que le dijera "mamá" a Jules.

-¡Verdad! ¿Cuándo vendrá papá?

Si las llamas se apagan (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora