14#: ¿Quién es el asesino?

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Sentí algo frío en todo mi cuerpo. Mis ojos se abrieron con rapidez y olvidé de respirar por unos momentos. Pestañee y miré a mi alrededor, un poco asustado. Mis pulmones comenzaron a pedir aire y di una bocanada para darles oxígeno.

Respiré agitado hasta tranquilizarme, y noté que estaba empapado. Me habían mojado para despertarme. Mi mente daba vueltas gracias a los sucesos anteriores. Levanté la mirada hacia las personas que me rodeaban, pero no las veía. Mis cinco sentidos parecían haberse ido de vacaciones. Tenía frío, calor, miedo y odio. Apenas entendía lo que estaba pasando antes, por lo que menos entendería lo que estaba pasando ahora.

Daba la casualidad de que seguía sentado en la misma silla, pero en un lugar diferente y más amplio. Pude diferenciar dos cabelleras rubias de las diez personas que me rodeaban. Bellver y su madre me estaban mirando con atención. Las dos parecían ser iguales. Aunque, siendo honesto, eran demasiado diferentes; sus ojos lo demostraban. Los ojos de Bellver emitían preocupación y confianza, mientras que los de su madre rencor y orgullo de una mujer madura.

—¿Me has extrañado, Ben? —preguntó la última, acercándose a mi y acariciándome la mejilla. Me trató como si fuera un niño inocente en medio de un regaño. Sus tacos habían resonado en el suelo. Probablemente  sea un "niño inocente en medio de un regaño", pero no hoy.

—No. —Respondí, rápido—. ¿Tú me has extrañado?

—Claro que sí... —hizo una pausa— ¿Cómo no podría extrañar al chico que quería como yerno?

Mis ojos se abrieron como platos y se dirigieron hacia Bellver al escuchar eso. ¿Su madre me quería como su novio? Es una broma, ¿cierto? Yo lo único que recordaba sobre ella era que siempre me daba de comer galletas y me burlaba con su hija. Será, que en todos esos años... ¿hubo algo que yo no supe?

Bellver mantuvo su mirada con la mía. Pasaron unos segundos, hasta que luego la retiró. Miró hacia el suelo y me ignoró por completo con las mejillas apenas sonrojadas. Guardó sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.

—Bien, supongo que sabes porqué estás aquí. —La madre de Bellver me hizo sacar de mis pensamientos. Miré hacia ella, sin emociones. Su sonrisa me daba asco.

—Me quieren para atraer a Jules —murmuré, seguro de lo que decía—. Me quieren usar como carnada, para luego secuestrarlo a él y maltratarlo por venganza. —Me relamí los labios y busqué, de reojo, a Michael. No parecía estar en la misma habitación que nosotros. Suponía que las ocho personas armadas que estaban en la habitación, sólo estaban para asegurarse de que no me escape—. ¿Qué hizo Jules para que hagan tal tontería?

Su sonrisa se fue borrando de a poco, Miró hacia su hija y, con voz amargada y seca, le dijo algo en un idioma que desconocía. Me observó de nuevo y negó con la cabeza, decepcionada.

—Con que aún no lo sabes... —murmuró. Suspiró, hizo un ademán con la mano. Y, sin esperarlo, las personas que estaban de sobra arrastraron con rapidez una silla de buen gusto hasta su lado. ¿Ella era una especie de jefa malvada o algo así? Ya que lo pensaba mejor, podría decir que se parecía a Cruella de Vil.

—¿Saber qué cosa? —mi pregunta salió sola.

Ella terminó de sentarse elegantemente enfrente de mi. Su vestido de verano me daba un poco de gracia, aún cuando no era un momento de risas. Las paredes grises, las luces, el piso entablado y el silencio de la habitación, hacían una gran combinación sin sentido, para ponerme depresivo.

—Bien, aún no lo sabes. —Rio—. ¿Sabes qué es el amor?

—Claro que lo sé —bufé. ¿Qué clase de pregunta era esa? Saber qué era el amor no era algo tan importante, viendo mi hermosa situación.

Si las llamas se apagan (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora