8#: Celos.

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—Bien, bien—Jollie suspiró observando al hombre encargado de la barra—. Pediremos seis cervezas, ni más ni menos.

—¡P-pero, es injusto!—se quejó Moneda bajando sus hombros y entornando un pucherito. Esos de los que te hacen decir que es... ¿Tierna?, no, no.... Inmadura.

—Ya—comencé tratando de ignorar la música a todo volumen que daban aquí—, nadie se emborrachará hoy. Ya hemos tenido varias experiencias con todo lo que ocurrió...

—Exacto—comentó Jollie—. Recuerden que hoy debemos llegar a casa sanos y a salvos.

—Bien, pero—esta vez en hablar fue Jules, el cual tenía aún su brazo rodeándome el hombro, como si me estuviera protegiendo de hasta gérmenes—, yo pido dos para mi.

—Oye, ¿aguantarás eso?, aquí son grandes...—Bellver llevaba unos pantalones oscuros, combinados con una remera blanca a lentejuelas grises y zapatos modernos. Me alegró que ella se preocupara por mi pareja y que ya no esté más a garras y dientes, como perro y gato... O sea, ¿saben lo que es estar junto a dos personas que se pelean como si fueran hermanos?. Ya debo agradecerle a dios de no haber tenido uno.

—¿Me estás subestimando, lentejuela?—retiro lo dicho, es imposible que no estén peleando. Jules siempre contraataca con algo peor. Ni siquiera en un bar-disco podemos estar en paz... Lo único que falta es que todas aquellas personas que están emborrachadas, bailando y tocándose entre sí, hagan una ronda alrededor de ellos y comiencen a gritar "Pelea, pelea" como en todas las películas, series o esas cosas.

—¿Quién te crees, uke?—Bellver se acercó a él, tomándolo del cuello de su camisa beige (la cual, yo le compré. Aunque ahora que lo pienso, amo vestirle con la ropa que yo elegí para él, me siento una madre) a la vez que Jules sacaba su brazo de mi, y la enfrentaba.

—Ya basta—Moneda apareció con las botellas en mano y las dejó en la barra. Ahora entiendo a qué se refería Bellver con que son grandes... ¡Cada botella tiene un litro y medio!—, ¿ahora por qué se pelean?

La que tenía razón—obviamente Bellver—se cruzó de brazos y sonrió, victoriosa. Jules, indignado, chasqueó la lengua como todo mal perdedor.

—Podré soportarlo igual—comentó Jules, mientras que el hombre de la barra, sin inmutarse de la pelea (supongo que ya estaba acostumbrado), abrió las botellas. Todos tomamos una, para luego  Bellver, Moneda, Jollie, Jules, Nicolas y yo, tomamos un largo sorbo a la vez. O sí, Nicolas estaba con nosotros. Ya, entiendo, yo también quiero degollarlo, al igual que Bellver. Pero lo malo es que aunque le demos indirectas de que no lo queramos aquí, el sigue con nosotros, atrapando a Moneda entre sus estúpidas redes.

—Se nota que es de las buenas—argumentó Nicolas, confiado.

—¡Obviamente! Siempre venimos a este bar—Moneda le guiñó el ojo mientras hablaba. Supongo que lo que decía ella era verdad, ya que ellos fueron lo que nos arrastraron aquí, luego de salir del hospital para "festejar"—, es el mejor. Tambien hay personas que cantan...

—Y buena música—agregó Jollie sonriendo—, me hace sentir joven de nuevo.

Si las llamas se apagan (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora