3#: Convivencia... ¡Patética!

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Dos días. Dos terribles, atemorizantes, horrorosos e incluso desastrosos días son los que lleva Bellver en nuestra casa, mi casa, mi hogar...

—¡Es mi casa y yo pongo las reglas!—Bellver acababa de salir de la ducha, especialmente tenía una toalla envuelta en ella y su pelo, pero ese no era el problema. La verdad, es que habíamos concordado con Jules que Bellver dormiría en el cuarto de huéspedes, este estaba limpio hasta los rincones ya que ella era una maniática de la limpieza. ¡Pero no tenía el porqué limpiar toda la biblioteca mientras que nosotros no hayamos estado!

—¡Pero la he dejado reluciente! ¡No entiendo cuál es el problema!—Frunció el ceño. ¡Me estaba volviendo loco!, ahora recuerdo por que no me gustaba hacer piyamadas en su casa. Era obvio, ensuciabas algo en su habitación y debías dejarlo tres veces más limpio de lo que era. No es que me moleste que limpie, enserio. ¡Me parece genial que limpie por mi! ¡Pero esto ya se pasó del límite!

—¡Has planchado todas las hojas de los libros!—Me crucé de brazos. El pasillo ya se estaba mojando por su presencia, aparte, esta chica se bañaba tres veces al día. ¡Tres veces!. No es tampoco como si no quisiera que se bañe, pero... ¡Me molesta tener que esperarla media hora para ir al baño ya que ella se está duchando!—E incluso...—La miré fijamente.—¡Has tirado todos mis libros favoritos! ¡Tuve suerte de encontrarlos en el tacho de basura y no en el basurero!

—¡Tenían olor a ti! ¡Por eso los he tirado!—Autocontrol Ben, autocontrol. Au-to-con-trol. Si no fuera por el autocontrol, ya tendría un saco de piel de Bellver, de última marca, hecho con mis propias manos.

—¡No tengo tan mal olor! ¡Maldita bruja!

—¿Cómo me has dicho?—Abrió los ojos como platos, sin quitarme los ojos de encima.

—¡Bruja! ¡Eres una bruja asesina de libros! ¡Y seguramente si te hubieras quedado en tu casa, ya habrías matado tú a las pla...!—No pude responder. Había recibido una patada en el estómago, haciéndome caer al suelo.

—¡Repítelo!—Me gritó desde arriba. Presioné fuertemente el recién herido órgano y traté de levantarme. ¡Me lo va a pagar! ¡Y muy caro!

—¡Maldita invasora!—Traté de tomar su cabello, pero el agua que Bellver había dejado en el piso debido a su ducha, me hizo resbalar, haciendo que en vez de tomar su cabello, tomara la toalla que envolvía su cuerpo, tirándola para abajo mientras que me caía. Sentía como el aura de Bellver cambiaba de uno enojado, a uno... ¡Súper saiyayin enojado! ¡Mierda!—¡L-lo siento!—Le entregué la toalla desviando la mirada. Apenas pude ver sus piernas desnudas, por lo que me favoreció estar en el suelo agachado.

—Si miras para arriba...—Sentí como ella tomaba la toalla mientras que hablaba con un tono frío y malévolo.—Despídete de tu misericordiosa y lamentable vida.

Mi cuerpo temblaba. ¡Era muy joven para morir! ¡Y aún no he leído todos los libros de la biblioteca! ¡Y tampoco me convertí en escritor! ¡Ni tuve hijos! ¡ Y voy a morir! ¡Ayúdame padre!

—Nunca he visto a alguien tan plana... ¿estás segura de que no eres hombre?, o tal vez eres una mujer, pero te han planchado demasiado las tetas, por lo que sólo quedó...—Miré hacia atrás. Jules estaba mirando la escena sonriendo.—¿Un papel?, no... ¡Dos picaduras de mosquitos!—Rió.

Jules... ¡no quiero que mueras, así que si me amas, no provoques a Bellver!

—¿Enserio?—Miré hacia ella. Estaba sonriendo de oreja a oreja, con un brillo en los ojos. Esperen... ¡¿BRILLO?!—¡Que suerte!

Acaso... ¿a ella le gusta estar plana? ¡¿Qué clase de chica es ella?! En cualquier momento me voy a desmayar. No es como si en la adolescencia no fuese así... es que nunca le he dicho plana a ella, debido al miedo que le tenía... y tengo.

Si las llamas se apagan (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora