Apenas mi cerebro procesó lo que Jules me había dicho, mis manos y mis piernas comenzaron a temblar sin mi permiso. Sentí mi boca seca y un revuelto de hormigas en mi estómago.
-¿U...una familia? -pregunté.
Había entendido sus palabras con absoluta claridad. Sin embargo, una parte de mí creía que estaba soñando. ¿Jules no le temía a los niños?
-Hagamos una familia -repitió.
-¿Con niños incluidos?
-Ben, no creo que pueda hacerse una familia con caracoles, perros o computadoras. Obviamente que es con niños incluidos.
-Pero... ¿no le temías a ellos? -dudé.
Su rostro se volvió pálido y apretó los labios con fuerza, formando una línea recta con ellos. Tal vez, no había sido conveniente dudar y abrir la boca. Podría haberme quedado callado y hacer como si esa fobia de Jules nunca hubiera existido.
-Yo... puedo hacer un pequeño esfuerzo -dijo.
Mis labios se transformaron en una sonrisa de oreja a oreja en milisegundos. Di un pequeño salto y, soltando la carpeta que contenía los datos sobre mi padre, me tiré encima de él y lo abracé con todas mis fuerzas, rodeando su cintura con mis piernas y su cuello con mis brazos.
Mi pecho comenzó a doler, pero la razón de ello era todo lo contrario a la tristeza.
-¡Gracias! -exclamé-. ¡Muchas gracias, amor!
Jules pareció sorprendido. Aún cuando yo lo estaba abrazando con mi más sincero amor, se había transformado en una estatua. No reaccionó hasta segundos después, cuando aumenté la fuerza en mis brazos.
-De nada -susurró contra mi oído, correspondiendo mi abrazo.
Al principio no me había dado cuenta del acto que había cometido gracias a mis impulsos, hasta que sentí una mano en mi nalga derecha. ¿Y de quién podría ser esa mano terrorista?
-Quita eso de ahí o -gruñí, sin dejar de abrazarlo- nunca más te diré amor.
-Ya, ya. -Jules rio y dejé de sentir su tacto en mi trasero-. Yo también te amo.
Mi corazón volvió a acelerarse. Por alguna razón, me sentí más tranquilo y menos nervioso que de costumbre. Bajé la guardia y le besé la mejilla antes de bajarme.
-Idiota -le dije en forma cariñosa, sonriendo.
-Tsundere.
-Oh, cállate.
Suspiré y miré en el suelo la carpeta de los expedientes de mi padre. Antes de que pudiera hacer algo respecto a ello, Jules se inclinó y lo tomó entre sus manos. Le dio una ojeada a la tapa y me observó.
Me pregunté si él querría leerla también.
-Y... ¿qué harás con esto?
-Leerlo, obviamente -contesté rodeando los ojos. Estiré el brazo para tomarla, pero Jules la alejó de mi mano.
-Espera, espera.
Fruncí el ceño confundido.
-¿Cuál es tu problema? -me quejé-. Solo dámelo.
-Ben, ¿no te das cuenta de lo que estás haciendo?
Escarbé en mi mente algunas segundas intenciones. No encontré ninguna. ¿Qué tenía de malo querer saber más cosas sobre mi padre? Él tenía que ver con mi vida. Es más, mi padre era la mitad de mi vida entera. En verdad, no podía hallar mal alguno en leer la ficha.
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Si las llamas se apagan (Yaoi-Gay)
RomansaBenjamin y Jules ya están casados, comprometidos e incluso viviendo juntos. Pero, algo siempre ocurre entre estas historias; puede caer un meteorito, un avión, e incluso haber una invasión extraterrestre, ¿verdad? Al tener toda su vida completa, ocu...