Parpadeo. No veo nada. ¿Mi mente?, dormida. ¿Mis ojos?, acostumbrándose a la oscuridad. ¿La hora?, no tengo ni la más mínima idea. Acabo de despertar y sigue siendo de noche. ¿Dónde demonios hay un reloj cuando más se lo necesita?. Mi conclusión: debo ir al baño y me he despertado en medio de la noche.
Bostezo tranquilamente y siento el cuerpo cálido de Jules contra el mío. Sonrío al recordarlo, fui el seme, el activo... ¡El dominante! Y me siento orgulloso. Aunque... si le duele no es mi culpa, él fue el que me dejó hacerlo y... esas cosas, ya saben.
Me remuevo un poco para que él me suelte y me despido de la calidez de las sábanas. Me río por debajo al ver a Jules dormido buscarme en donde no estoy, ¡es tan tierno cuando duerme!
Bostezo nuevamente y refriego mi palma contra mis ojos para abrirlos mejor. Tuve, no... Tengo suerte de haberme puesto los bóxers antes de dormirme, ¿se imaginan buscar una pieza de ropa negra en la oscuridad? ¡Sería una locura! Ni siquiera un vampiro podría buscar sus calzones negros en medio de la noche... o eso creo, no soy un vampiro. Aunque, desearía serlo.
Abro la puerta y me encamino hacia el baño del pasillo izquierdo—baño de Moneda—, ya que sé que aquellas chicas son de oídos menos sensibles que Jollie... ¡O eso espero!
—No llores, tonta—me detuve al escuchar la voz de Moneda, proveniente de su habitación—. Sólo... debes ignorar lo que ella te diga.
Me coloqué de puntitas de pie y me acerqué más a la puerta entreabierta. La luz estaba encendida. Y según mi sentido común, ellas estaban despiertas. ¿Pero... a estas horas...? Bah, que digo. Ni siquiera sé cuál es la maldita hora.
—Pero, Moneda. —La voz de Bellver sonaba cortada, pero seria. Ya estaba imaginando su rostro. ¿Que estará ocurriendo allí adentro?, ¿charla de chicas?, ¿práctica de guiones?
—No, pero nada—a decir verdad, Moneda también parecía decidida. ¡Dios! La intriga me está matando—. Irás a la habitación de Ben, abrirás su puerta y le dirás...
—¡No puedo hacer eso! ¿Piensas que es fácil hacer esa maldita confesión?—¿what?, ¿confesión?, ¿y ahora yo qué hice?—. Escuché...—mi oído se agudizó—, los escuché hacerlo, ¿está bien?. Y eso...—más sollozos de ella, fuertes sollozos—, me destroza, me rompe... ¡Me destruye! No puedo verlos juntos, no puedo soportarlo. ¡Cada vez que los veo, necesito ponerme una puta máscara! ¡Y eso es horrible! Practicar sonrisas en el espejo, limpiarme los ojos, hacerme la maldita sorda y ciega... Parezco... una masoquista.
Esperen, ¿WHO?. ¿Confesión?, a caso... ¿Bellver está enamorada de mi, o.. de Jules?
—Bell—debo poner mi mente en blanco, tal vez es otra cosa. Sólo... debo seguir escuchando—, sé que es difícil. ¿Piensas que a mi no me duele escuchar todo lo que me estás contando?, debes ser fuerte. Los fuertes no lloran...
«Los fuertes no lloran» Aquella frase retumbó mi cabeza. «Los fuertes no lloran», eso... Es lo que repetía Moneda cada vez que una mínima lágrima escapaba de ella misma. «Los fuertes no lloran», recuerdos agolpan mi mente.
De más pequeños, cada vez que ella lloraba repetía esa frase, y golpeaba la pared. Así que al día siguiente, faltaba a clase con la excusa de «estoy resfriada» y luego veíamos su mano llena de moretones y sus nudillos ensangrentados. Pero, ese mono... Nunca usó esa frase con Bellver. ¿A qué quiere llegar?, ¿por qué... lo está diciendo ahora?. Entiendo que Bellver esté llorando, pero aún así... Es extraño.
—Sé que no lloran, idiota—seguí hechizado con sus voces, mientras Bellver se sonaba la nariz—. ¿Pero cómo no quieres que llore?, no quiero ver a Ben sufrir...
ESTÁS LEYENDO
Si las llamas se apagan (Yaoi-Gay)
RomanceBenjamin y Jules ya están casados, comprometidos e incluso viviendo juntos. Pero, algo siempre ocurre entre estas historias; puede caer un meteorito, un avión, e incluso haber una invasión extraterrestre, ¿verdad? Al tener toda su vida completa, ocu...