Capítulo XXV

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Reencuentro.

Entro a la casa empapado hasta la médula, todo a causa de la lluvia que caía como diluvio a fuera de su departamento. Dejó su mochila en el piso de su habitación, y comenzó a sacarse la ropa para secarse con la toalla que tenía cerca y de paso ponerse prendas limpias.

Llevaba en aquel complejo desde hacía más de tres meses y su cumpleaños era exactamente ese día, había recibido su fiesta un día antes, porque Dick y Wally no podrían venir durante la propia fecha a causa del trabajo del pelirrojo y el aún estar acomodándose en su nueva casa. Soltó una risa al recordar que tenía un par de porciones de pastel de chocolate que su hermano mayor preparo para él, además antes de que el adolescente fuera a estudiar, el había recibido una llamada de Pennyworth felicitándole y diciéndole que llegaría a su departamento para entregarle unas galletas y otro postre, aparte del mayordomo de la familia Wayne; recibió la de su amigo Colin que estaba castigado por bajar sus notas en química, otra de su madre Talia como el envío de un presente, una daga familiar. Todos lo felicitaron, todos menos dos personas su padre y Jon.

-¡Titus!-llamo el de ojos jade a su fiel amigo. Se escucho el trote apresurado del enorme can que llegó al umbral del cuarto de su amo, y obedientemente se sentó esperando órdenes de este. Damian se sentó en el borde su cama, con solo unos pantalones puestos miro a su Gran Danés dándole un ademán que se acercara, que captó a la perfección y llego al lado de este para ser acariciado por el chico.

En uno de esos días que la mansión solo estaban Alfred y Jon, él fue para llevarse a su fiel perro porque era su mascota y si hubiera podido también se hubiera llevado consigo a Batvaca, pero estaba en buenas manos. Durante su visita tuvo el impulso de ver al menor, pero se contuvo lo mejor que pudo, ya era suficiente con que Bruce lo echara de la casa como para soportar que el menor sufriera las mismas consecuencias, aunque esté fuera el hijo de su actual pareja y esposo, por qué límites demostró que tenía como corazón.

Se puso una camisa sin mangas blanca y fue a preparar algo para cenar en esos momentos, mientras Titus se quedaba cerca suyo masticando un hueso de hule que le regalo Colin cuando recién llego a la casa del adolescente. Escuchaba el replicar de la lluvia chocando contra las ventanas y en el balcón que tenía, había terminado de picar toda las verduras para disponerse a hacer un Chao mein vegetariano pero el sonido de la puerta lo detuvo, y aún más el escuchar los ladridos alegres de Titus que se había acercado a la entrada esperando a que su dueño abriese; por un momento se le cruzó en la cabeza que Alfred debía ser el que estuviera en su puerta, porque en otras circunstancias Titus no se comportaría de esa forma con personas que no conoce o acaba de conocer.

-¡Titus!-llamo el moreno, a su mascota. Esta se alejó de la puerta solo para sentarse y seguir esperando a que el menor abriera, Damian solo chasqueo la lengua molesto. Dejó todo lo que ocupaba en la cocina para encaminarse hasta la entrada.

Al principio le dio ideas el preguntar quién era la persona, pero podía confiar en su amigo canino y sin más abrió la puerta quedándose mudo por completo al tener frente a él a la persona que menos pensaba ver, o quizás verle hasta que el logrará tomar un poco de valor. Vio cómo le dio una sonrisa, esa que tanto lo hacía perder la cabeza y solo quería que se dedicará a él y solo el, el recién invitado al ver que el dueño del departamento no hablaría se adelantó y dijo:

-Así que, ¿Es aquí donde el demonio Al'Ghul se esconde?-preguntó con diversión y aligerando el ambiente. Aquella persona esperaba un comentario sarcástico o una mira de molestia, pero obtuvo algo totalmente diferente, un abrazo. Que estupefacto por unos segundos hasta que sus delgados brazos decidieron finalmente enredarse en le mayor, y esconder su rostro en su pecho amplio.

Es problema de gatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora