Capítulo XXII

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Wayne vs Kent.

Bruce logró convencer a los doctores de llevarse al pequeño Jon a la mansión, al pasar dos semanas con unas claras advertencias de evitar a toda costa que este hiciera algún esfuerzo y estar al estricto cuidado de Alfred (aunque también recibiría ayuda de Damain).

Los primeros días que había regresado a la mansión, Chris se la pasó encima del chico después de pedirle disculpas y de paso se ofreció como ayudante a Alfred y sacándole aún más rabia al mayor, al ver que nunca tendría un tiempo a solas con su pequeño niño. No discutía con el castaño frente a Jon por no provocar que el chico intente saltar en protegerle y se lastime, por su inútil intento por calmar a ambas partes, pero detestaba quedarse callado y de brazos cruzados viendo como ese chiquillo le metía sus manos a su moreno de ojos cual mar.

-¡Kent!-bramó molesto Damian. Chris se giró en dirección de donde provenía aquella furiosa voz que comenzaba a despotricar maldiciones y todo tipo de palabras llenas de odio.

Ambos chicos en ese momento estaban en el pasillo que dividía la sala de estar, las escaleras a los segundos pisos y el comedor. Alfred se encontraba en esos momentos cuidando al menor de la familia, como para saber que el par de chicos se iban a matar bajo su supervisión y si se iban a matar, porque no tardaron ni dos segundos para que la pelea verbal y de insulto se trasladará a una de puños y lanzarse objetos, aunque fue más de puñetazos y patadas; para cuando Alfred bajó fue al momento de escuchar la perfecta sinfonía de la hermosa lámpara de cristal de la sala estrellarse con el piso, sin embargo él tenía sentido común para no meterse en la pelea en esos momentos, que se volvía más bélica.

-¡Tú solo eres un recogido, un chico que le tuvo lastima padre para traerte aquí!-le dijo con total veneno y burla en su voz. Mientras evadía un costoso jarrón, de más de 75 años de antigüedad; a Chris sus palabras solo le dieron más leña para intentar matar al mayor, cogiendo como arma el atizador de la chimenea, mientras Damian tomaba la pala de hierro que le hacía juego para el ataque hacia su cabeza.

-¿Recogido, que le di lastima? ¿No estarás hablando de ti, verdad? Al'Ghul- le dijo con sarcasmo venenoso, el castaño. Eh intentando de nueva cuenta el clavarle el atizador, al adolescente que se había enfurecido como él mismo demonio al tocarle aquella fibra.

La pelea ahora sí la tenía ganada Damian con la ira a flor de piel, que había logrado no sólo darle unos buenos golpes con la pala de hierro que dejarían un serio hematoma al contrario, si no que había tumbado a Chris al piso y tomado control del atizador empuñando lo en lo alto, cegado por completo de ira y con deseos de matar de una maldita vez a ese idiota, pudo escuchar los gritos de Pennyworth en el fondo, la mirada aterrada del chico pero nada lo detendría nada... Pero como si su propio razonamiento lo abofeteara en ese momento, le hizo pensar en la reacción que tendría Jon al ver lo que había hecho; el mostrarle el monstruo que en verdad era bajo su máscara de hijo del gran príncipe de Gotham, gruño enfurecido y lanzó el atizador clavándolo con fuerza en la pared frente a él, destrozando una pintura.

-Le pones un dedo encima o te le insinúas a Jon, y juro que la próxima de verdad te mato...-amenazo mientras le jalaba el cuello de la camisa, y finalizada lo soltó de forma brusca, estrechándolo contra el piso alfombrado del lugar. Se levanto aún con la sangre hirviéndole, con la respiración agitada y sus manos temblando que se cerraron en puños.

Salió de la estancia pasando de largo al mayordomo que entro a socorrer al castaño, miro las escaleras antes de girarse tomar las llaves de su motocicleta y salir por la puerta de la mansión tirándola en un sonoro portazo, lleno de rabia se fue a donde estaba su motocicleta para irse en esta lejos de la mansión con dirección directa hacia Gotham. Importándole poco el no llevar casco o alguna protección, pasando los límites de velocidad permitidos y rebasando los carros con gran rapidez y para algunas de forma imprudente y osada, lograba evadir los puntos donde estarían algún policía hasta que llegó a una residencial, aparcó la motocicleta frente a una cómoda casa de dos plantas; salto la cerca de madera que dividía la calle del jardín trasero para subirse por la fachada de la casa hasta una ventana, golpeó dos veces y no se hizo espera que le abrieran para dejarlo pasar.

-¿Otra pelea?-preguntó el pelirrojo dejando su libro de biología en la mesa de noche.

Sus pasos se fueron de forma directa a su armario donde escondía un botiquín de primeros auxilios, porque desde hacía un tiempo el hijo del murciélago cuando estaba que hervía o explotaba y no quería estar en la mansión por ser el epicentro de su ira, iba a su casa y a veces sin aviso alguno; muchas de esas veces herido ya fuera desde que estaba en la mansión o de camino a su casa, porque unas contadas veces por su forma histérica de conducir terminaba en el pavimento o como la última vez con la cara en alguna fuente.

-¡¿No quiero tus putos sermones?!-le gritó enfurecido Damian. Colin sabía que estaba fuera de sí, y no quería tener que incrementar su ira y más contra el solo por corregirle o pedirle que modulará su voz.

-Si, si, siéntate en mi cama y quítate la camisa-dijo de ojos marrones, sacando aparte del botiquín saco una camisa (la más grande que tenía de su ropa). Damian solo gruño audible, antes de sentarse en la orilla de la cama y se quitaba la camisa para lanzarla al piso.

Colin se acercó a donde estaba su amigo, para comenzar a curarle las heridas como suturarle algunas otras escuchaba los siseos de dolor que daba que al pocos minutos inicio a despotricar maldiciones de todo y por todo, siguió así por un largo tiempo donde el pelirrojo le ignoro y se enfocó en terminar su trabajo, que al dar por terminado le tendió la nueva camisa como guardo todos los indumentos en el botiquín antes de sentir como el mayor se dejaba caer de espaldas a la cama y le decía:

-<tt>Apuesto que ese idiota, ya le llegó con el chisme a Kent de que casi lo mato-lo decía con enojo, y muchos creerían en ello pero el pelirrojo logró descubrir la preocupación y miedo que se reflejaban en sus ojos. Él ya tenía una idea de que ambos chicos tenían una clara atracción por más que lo negaran, o quisieran ignorarlo-. Estoy seguro que padre, me sacaran de la mansión...-murmuro cubriéndose con sus antebrazos su rostro, sobre todo sus ojos.

-Puedes quedarte en mi casa, solo tengo que consultarlo con mis padres-le respondió Colin con tranquilidad, el mayor quito sus brazos de su rostro para mirarle con desconcierto-. Si el gran Bruce Wayne, te hecha de la mansión solo por creer más una versión distorsionada de los hechos entonces no mereces seguir más en ese lugar-le explicó el menor, mientras guardaba el botiquín en su lugar.

-¿Y eso qué?-soltó con molestia, Damian. Su mirada se enfocaba en el techo de la habitación, como si fuera lo más interesante del mundo en esos precisos instantes- De todas formas, Kent no se me acercara. No cuando padre o ese idiota le hallan dicho. Así que no hay caso el seguir negando lo inevitable Wilkes, un monstruo como yo, no sé lo merece-incorporándose quedando de nueva cuenta sentado sobre el colchón, y con la mirada ahora en el piso.

-Ah, claro le hará más caso a la persona que casi lo deja morir en el fondo de un precipicio. Por encima del chico que no le importo arriesgar su propia vida, bajar a donde estaba y escaparse de la mansión para estar con él en el hospital-le devolvió con seriedad y algo de sarcasmo pintado en sus palabras, Colin. Damian solo le miró de forma hostil- Solo digo, que sería muy estúpido de su parte eso, y si el es así de estúpido no te merece en lo más mínimo. Así que deja de ahogarte en un vaso de agua y mejor bajemos a jugar una partida de videojuegos-recomendó el pelirrojo antes de jalar a Damian que solo gruño molesto, pero lo dejo hacerlo por el cansancio de llevarle la contraria.

Es problema de gatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora