Capítulo XXVII

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No eres mi hermano.

En un nido de mantas y un enorme pero cómodo cojín, se encontraban acurrucados dos gatos felizmente dormidos compartiendo aquel lindo tiempo de calidad juntos, sin interrupciones ni molestias, solo ellos dos. Hasta que tres pequeños gatitos de tres meses aparecieron en el umbral de la puerta mirando a la pareja descansando, como era su costumbre durante las tardes, ya que en las tardes su tío se encargaba de cuidar al tiro de demonios que tenían de hijos.

Los cachorros se miraron entre sí de forma complice, mientras avanzaban con total sigilo y silencio para no despertar a su padre y arruinar el ataque sorpresa, y al estar pocos metros de la pareja ya estaban listos para correr hasta que escucharon que alguien les decía:

-Buen intento niños...-los tres cachorros se congelaron al saber de quién era la voz. Vieron como su padre aún con su cabeza reposada encima entre el cuello y cabeza de su papá, les miraba con un brillo divertido en sus ojos azules verdoso mientras mostraba una sonrisa ladina.

-Padre...-se quejaron al unísono los tres cachorros molestos por arruinarle su ataque. El susodicho río con suavidad para no despertar a su compañero que seguía en un profundo sueño, después de intentar al trío de revoltosos e hiperactivos gatitos que tenían.

El mayor del trío de cachorros había heredado toda la apariencia de su padre como parte de su comportamiento rebelde y salvaje, y como no esperarlo también tenía el mismo nombre de su padre, Jason; el de en medio, era la única niña del trío de hermanos siendo la combinación de ambos padres con un ojo azul y el otro verde, pelaje negro pero con un mechón blanco en su cabeza, su nombre era: Dana; y por último quedaba el pequeño de la camada, James, que era la copia exacta de su papá pero con la diferencia que su personalidad era muy tímida y miedosa de varias cosas.

-Jason, te amor pero no hagas ruido quiero dormir...-murmuro soñoliento el gato azabache, mientras daba un pequeño empujón al gato pardo como regaño. No tardó mucho en volver a caer en brazos de Morfeo, ignorando el hecho de que sus hijos lo querían despierto de una u otra forma.

Jason solo le dio una pequeña lamida en el rostro a su gatito, antes de separarse de este y llevarse con él a sus cachorros, ya que le debía una a Tim por cuidarlos todo el día a los niños, mientras él iba a visitar a Roy a Star City e allí el porque estaba tan cansado y gruñón por seguir durmiendo.

Salieron de la habitación y se fueron al jardín para jugar y en parte enseñarles a sus tres cachorros el trepar, y otras cosas más aprovechando el que su papá sobre protector este durmiendo, todo iba de maravilla sin ningún problema más con lo suelto quieran sus dos hijos mayores, aunque debía tener un ojos encima de su mini copia porque varias veces intento subir más allá de lo que tenían permitido. La hora de bajar llego, el pequeño Jason y Dana estaban ya en el suelo sin ninguna dificultad pero James se rehusaba a bajar por su cuenta y se afirmaba más a la rama del árbol en que estaba con sus garritas, no importaba que tanto le alentaba su padre o su hermanita Dana, él no bajaría.

-Vaya gallina que eres-comenzó a burlarse el mayor de la camada. Su padre le miro serio para que cortara su hilo, sino quería un castigo pero eso no le daba ningún miedo-. Qué pasó, ¿Acaso el bebe le tiene miedo a las altura? Qué vergüenza que seas un gato-siguió con su juego de burlas, hasta que su hermana le dio un golpe deteniendo sus risas y el mayor le miro con furia.

-¡Jason ni siquiera lo pienses, oíste!-le gritó desde lo alto del árbol su padre con total autoridad. Cosa que funcionó para mantener a raya a su revoltoso hijo, resopló cansado antes de mirar a su otro hijo más pequeño, que seguía en negación total y rotunda de no bajar del árbol- James, tienes que bajar. Te prometo que no te lastimaras, vamos...-siguió insistiendo con un tono más suave, pero el pequeño negó con la cabeza fervientemente antes de clavar más sus garras a la madera.

-Tengo miedo...-chillo James, sin mirar al suelo por el pánico que tenía. Podía seguir escuchando las burlas e insultos que le lanzaba su hermano Jason, a diestra y siniestra riendo por verle atrapado en un enorme árbol.

El felino de pelaje pardo, derrotado se abrió paso a donde estaba el menor aterrado y lo tomó por el cuello haciendo que automáticamente soltara su agarre de la madera, pero seguía con los ojos firmemente cerrados. Cuando llegaron al suelo, su padre lo dejo en el césped y con miedo abrió sus ojos y temblando se levanto por si mismo, su hermana Dana fue quien se acercó corriendo para consolarlo; pero todo intento se vio frustrado al instante que el mayor del trío de hermanos le siguió dando lata a sus pésimas burlas, haciendo llorar a James que huyó a dentro de la casa. Su padre al ver aquello, le dio la regañada del siglo junto a un castigo que aumentó por ver las réplicas y aún los comentarios de lo patético que era su hermano menor, Dana no quiso meterse en eso y fue mejor a buscar a su hermanito que no era difícil para ella saber dónde se encontraba, debajo de un enorme librero que había en la sala hecho bolita en el rincón más oscuro donde nadie lo vería. Ella se acercó y consoló un poco a su hermanito, como se quedó con el todo lo que restaba de la tarde.

Pasaron los días y cada tanto que podía Jason (su padre), les enseñaba más trucos de escalar y trepar lugares de difícil acceso a los dos mayores que dominaban con facilidad aquello, mientras que con James aún seguía tratando de que aprendiera escalar pero este siempre terminaba negándose a bajar por su cuenta. Mientras que el más grande del trío le seguía burlando a espalda de los demás, como torturándolo con ser un inútil y bueno para nada, James durante los primeros momentos le corría a decirle a sus padres pero solo aumentaban sus torturas, por el enojo que le daba el mayor el haberle acusado según el de forma muy cobarde, pasando el resto de ese mes en silencio.

James aburrido y cansado, creyéndose todo lo que su hermano Jason le decía tomó la decisión de fugarse de la casa en la primera oportunidad que tuviera de hacerlo para no seguir siendo una carga y vergüenza para la familia, y eso lo cumplió justo la noche que Wally salió a la calle para sacar la basura (por qué era su turno) y sus padres estaban ocupados en regañar al mayor de sus hijos y el tío Conner de jugar con Dana y los mellizos West-Grayson. James salió de la casa y se escondió entre los arbustos al ver los pasos del pelirrojo retornar a la casa y cerrando la puerta, se quedó allí unos minutos antes de salir con enorme cuidado y comenzar a caminar lejos de su casa, vago por un gran tiempo hasta que se subió por la parte posterior de un autobús con gran dificultad pero lo hizo y se acostó debajo de uno de los asientos cercanos a esperar a llegar a la próxima parada.

En la casa del pequeño James. Todo transcurrió con tranquilidad, hasta que Tim noto que faltaba uno de sus cachorros y decidió buscarlo pero no lo halló en ningún lugar y menos con ayuda de su hija Dana, para ver en los lugares más pequeños donde les gustaba esconderse el menor, las alarmas se hicieron notar en ese instante y el padre de los cachorros salió a buscarlo al patio teniendo la esperanza que este se quedara atascado como costumbre en uno de los árboles, pero no encontró ningún rastro de él; Conner comenzó a olfatear su aroma hasta que cayó en la puerta principal y fue grito en el cielo para Tim, que estaba entrando en un ataque de nervios y otro de pánico por su pequeño cachorro, Jason dejó a su gatito a cargo de Conner mientras este se aventuraba lejos de la casa y los alrededores del vecindario creyendo que no estaba tan lejos. Para el amanecer todas las esperanzas de encontrarlo se fueron, con la llega de Jason al hogar y sin rastro del pequeño felino.

Es problema de gatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora