Capítulo XII.

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Lejanía.

Tim se encontraban encima del respaldo del sofá de la sala viendo como un Jon de 5 años jugaba con una figuras de acción como era su costumbre, Krypto estaba a su lado acostado, el ya era un enorme perro pero con alma de cachorro por dentro mientras que Terry se encontraba jugando con el hijo de Kent mostrando que finalmente había crecido también y dejó de ser aquel pequeño cachorro que su mamá lo cargaba y cuidaba.

Ya casi se cumpliría dos años de no verse los rostros, Tim suspiro nostálgico aún no superaba ese hecho de haber sido engañado y timado pero sobre todo el casi morir a manos de aquel gato, aunque siendo sinceros el azabache sabía que él había muerto aunque sea un par de minutos, ¿o quizás fueron segundos? No estaba del todo claro, solo recordaba que no sentía dolor alguno. Habían veces que deseaba el haberse quedado en ese lugar, por qué aún seguía masoquista quería ver aquel gato de mechones blancos y pelaje pardo pero se regañaba, era el amor quien hablaba o su estupidez, quizás era la estupidez...

-¿A dónde vas?-preguntó Terry preocupado. El pequeño gatito rara veces dejaba a su mamá sola, tenía miedo de perderla y que él no hubiera hecho anda por salvarla, y gracias a eso Tim aún seguía vivo y no se había dejado arrastrar por la depresión.

-A la cocina, por un poco de comida-dijo con tranquilidad. Bajando del sofá con la misma calma y aún con enorme cuidado. Cuando volvió al mundo de los vivos, tuvo un precio a pagar, su columna vertebral lastimada, ya no haría muchas de las cosas que antes hacía y le frustraba esa discapacidad.

Cuando sus patas tocaron el suelo se dejó un corto tiempo a descansar antes de ir hacia la cocina, podía notar que su pequeño se quedó con Jon sin embargo el enorme labrador se levanto de su lugar y le dio seguimiento al felino negro, en lugar de su amigo. Tim no mentía con el hecho de ir a la cocina, y en parte agradeció que Krypto fuera con él ya que se subió en su lomo y subir al mesón de la cocina donde maulló fuerte pero melódico llamando la atención del mayordomo que le sonrió y entregó un poco del pollo hervido que estaba preparando, de igual forma hizo con el can.

El felino negro vio desde el enorme ventanal cercano a la cocina como la nieve caía de forma armoniosa, una preocupación nacía en su pecho imaginando a Jason solo y sufriendo de frío en esos momentos, quizás llevaba un buen tiempo de no haber probado bocado alguno... [...] Sacudió su cabeza para alejar aquellos pensamientos como sentimientos, lo que le esté pasando a ese gato callejero es su propio karma hasta era posible de que estuviera en una casa engatusando a otro tonto con sus mentiras, eso se repetía Tim antes de bajar del mueble con ayuda nuevamente pero esta vez de parte de Alfred.

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Entre las sábanas blancas y las plantas muertas por el clima frío que se cernía por la ciudad se encontraba vagando un gato de pelaje pardo completamente empapado y temblando por la nieve y el aire frío del invierno, sus patas dolían de estar caminando por esos lugares tanto tiempo pero como era su costumbre llego a las afueras de la ciudad y escaló lo mejor que pudo aquel inmenso árbol que le dejaría un pasaje fácil para entrar a la enorme casa, y lo hizo. Sabía que estaba mal, su mente y subconsciente lo culpaban podía escuchar las risas y el ambiente alegre que había en el lugar; se escondió en el hueco de uno de los árboles del jardín, un pequeño escondite que encontró en sus tiempos que vivía en la mansión y jugaba con Terry a las escondidas, pero ahora ese lugar le era un pequeño refugio que solo lo mantenía alejado de la nieve pero no del frío viente que buscaba desgarrarlo. Se quedó allí, solo en aquel hueco.

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Duraste la noche no eran los cantos de los grillos que sonaban para arrullar a la gente y animales, por el contrario el viento corría libremente por todo el lugar llevando su gélido aliento a las pobres almas que se había atrevido dormir en algún lugar bajo esas condiciones, y como si se llevará las almas de aquellas pobres hombres, mujeres, niños o ancianos que vivían en las calles en malas condiciones como también los animales que no estuvieran preparados eran llamados por este.

Alfred Pennyworth, era consciente de la helada que pronto entraría y él era el único en la mansión que se había dado cuenta que el invitado de tantos años venía a la mansión aún seguía llegando, por la noche pero llegaba en completo silencio se quedaba en los jardines, no importan a si llovía, nevaba, granizaba o una tempestad se presentará el siempre estaba allí vigilando desde la lejanía, como si se arrepentirá de lo que hubiera hecho. El señor mayor y refinado se había quedado hasta tarde despierto terminando algunos deberes, con cuidado saco una frazada y un poco de comida en viejo plato perteneciente al vigilante nocturno; salió a los jardines acercándose hasta aquel árbol con un hueco en sus raíces donde escarbo con una mano la nieve que se había acumulado frente a la pequeña cueva y dejando a la vista un felino con indicios de desnutrición, cubrió al animalito con aquella frazada y finalmente le dejó el planto de alimento dentro del hueco del árbol. El felino solo miro todo atento y dando una simple mirada de gratitud al humano antes que este se retirará, devuelta a la enorme mansión.

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La mañana se hizo presente pero cuando Alfred fue a revisar aquel pequeño hueco solo encontró el cuenco de comida vacío y la manta hecha puños, reviso por todo el área encontrando unas pequeñas huellas que aún la nieve fresca no había desvanecido del todo una sonrisa salió de los labios de aquel señor que tomó la manta y cuenco para adentrarse a la mansión, y escuchar las típicos gritos de los dos menores dandole a entender que habían despertado antes de lo esperado. Preparo el desayuno escuchando como los niños tomaban asiento en la mesa y el ruido de las mascotas entrando a la cocina en búsqueda de su alimento en sus tazones, Dick entró en la estancia a preparar un poco de café y charlar con el hombre mayor antes de sentarse a desayunar.

-¡Ya termine mi comida, Grayson te espero afuera!-hablo demandante y serio Damian. Antes de levantarse de su asiento y dejar los platos sucios en el fregadero, y agradecer la comida a Alfred con la misma seriedad e irse en búsqueda de su mochila y abrigo a su habitación.

-¿Qué hiciste esta vez Jon?-le preguntó Dick al niño al quedar solos. Ya que tenía una ligera sospecha que el humor tan arisco de su otro hermanito se debía al pequeño clon de Clark, y en cuanto vio como el pequeño se encogía en su asiento avergonzado.

-Es que...hay un monstruo en mi closet, y...no quería que me comiera...así que...fui a donde Demi a dormir-su voz se volvía más nerviosa y avergonzada mientras decía la verdad al mayor. Dick no sabía si reír por las ocurrencias de Jon y su imaginación o consolarle y decirle que esas cosas no existen, pero el pequeño continuo-. Sé que Demi, está enojado conmigo...pero creí que dormir con el...evitaría que el monstruo se acercara-en definitiva el acróbata estaba encantado de la ternura del pequeño.

-La próxima vez que tengas miedo y no puedas dormir, ven mejor a dormir conmigo así Little d, no se enojara contigo-aconsejo con voz tranquila antes de revolverle el pelo al menor y sacarle unas risas. Se iba disponer a irse pero se detuvo y miro al niño-. Ve por tus cosas Jonny, hoy te iré a dejar también a tu escuela-

El pequeño salto de su asiento con rapidez fue a buscar su mochila, Dick soltó una leves risas antes de darle el aviso a Alfred de que dejaría ambos chicos a la escuela. Reviso que ambos niños fueran con la ropa de invierno bien puestas, y evitar que pegaran un resfriado o gripe antes de subir a su automóvil.

Es problema de gatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora