Capitulo 1

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Cuando me desperté sentí un dolor inmenso. Me dolía todo el cuerpo. Y lo veía todo borroso. Cogí el móvil que estaba en la mesilla para ver que hora era. Al encenderlo la luz del teléfono me cegó los ojos. Parpadeé un par de veces y luego volví a mirarlo. Eran las seis y media de la mañana, jueves veinte de noviembre. Me levante de la cama. No recordaba nada de lo que había pasado el día anterior. Me vestí y me quede holgazaneando en mi habitación. Todo estaba en su sitio. Y, de echo, estaba más ordenada y limpia. A las siete menos cinco fui a al cocina, sin hacer ruido para no despertar a nadie. Era muy raro. Cuando me acerque a la mesa de la cocina, mi madre no me había dejado el almuerzo preparado como siempre hacía el día anterior. Pensé que, probablemente, se le había olvidado. Así que me hice un bocadillo.

Acto seguido me fui. Cuando llegué al instituto saludé con la mirada a varias personas. Pero nadie me devolvía el saludo. Me ignoraban era como si no estuviera hay. Seguí andando hacia mi próxima clase. Antes de que llegara sonó el timbre. Corrí por los pasillos porque no quería llegar tarde. Cuando llegue me di cuenta de que la clase todavía no había empezado. Y que no todos mis compañeros se habían instalado en sus pupitres. Fui hacia mi sitio de siempre. Pero June había ocupado mi lugar. June era una chica pelirroja, ojos marrones y llena de pecas que vino el año pasado a este instituto.

-Perdona, ese es mi sitio- dije. Pero ella pareció hacer caso omiso a lo que decía. Ni si quiera parecía haberme oído.

-¿Me estas escuchando?- seguía sin hacerme caso. Giré un poco la cabeza y nadie parecía haberme oído. Bueno no todo el mundo. Al fondo de la clase había un chico moreno, pelo ondulado y no muy corto, ojos almendrados, alto, delgado y bastante atractivo, que me miraba frunciendo el ceño. Ese era Marco un chico al que no conocía muy bien. Parecía no comprender nada de lo que estaba pasando.

-¿A quien miras?- le dijo un chico rubio pelo liso ojos azules a su lado

-A esa chica morena de ojos verdes- respondió sin dejar de mirarme

-Yo no veo a nadie- dijo otra vez el mismo chico de antes, pero esta vez parecía tomarlo por loco a su compañero. Al oír esas palabras el chico moreno se giró, todavía si entender lo que pasaba.

El profesor de química empezó a pasar lista pero no oí ningún Alexandra Smith. No oí mi nombre. No obstante me fui de clase.

-Habrá sido una corriente de aire- exclamó el profesor cuando abrí la puerta. Definitivamente nadie me veía. Me fui a casa. Cuando legué, dejé en el suelo mi mochila y me quité los zapatos. Mi madre no estaba. Aunque eso no era raro porque ella salía de trabajar a las ocho en punto y eran las ocho menos cuarto. Fui corriendo a mi habitación y me tumbé en la cama mirando el techo.

Tenía tantas preguntas. ¿Cómo es que Marco podía verme? ¿Por qué los otros no podían ver?¿Por qué no recordaba lo que había pasado el día anterior? ¿A caso todo el mundo me había ignorado menos Marco? No entendía nada. No dejaba de pensar en eso una y otra vez.

A las doce y media, que era cuando acababan las clases, iba a ir a hablar con Marco. Pero, ¿qué le diría? En ese momento tenía la cabeza echa un lío. Puse mi mochila y mis zapatos en mi habitación donde tenían que estar porque si no mi madre pensaría que alguien había estado en la casa y lo había dejado hay. Tenía que tener en cuenta que ella no me podía ver.

En ese momento oí como si alguien metiese las llaves en una cerradura. Era mi madre Emilie. Miré el reloj, ya eran las once. ¿Cómo es que había llegado tan tarde? Eso daba igual lo que importaba ahora era ir al instituto para hablar con Marco. Y me tenía que dar prisa porque desde mi casa hasta hay habían unos veinte minutos a pie. Y no creo que una chica invisible pueda pedir un taxi. Entonces mi madre se encerró en su habitación y me fui. Ande y ande hasta que una luz me cegó, No sabía lo que era. Hice un esfuerzo para mirar. Era un coche rojo que estaba a tan solo cinco metros de atropellarme. No sabía qué hacer. Pero el coche me atravesó sin hacerme ningún daño. ¿Qué acababa de pasar? Me quede hay parada un par de segundos y luego volví a subirme a la acera rápidamente. Y seguí  andando.  Al llegar vi a Marco salir de clase y irse al baño de chicos. Se que estaba mal entrar hay, pero tenía que hablar con él cuanto antes. No había nadie en el baño salvo él y yo. Marco se estaba echando agua en la cara. Pero al mirarse al espejo me vió. No pudo evitar soltar un pequeño grito. Se giró al instante.

-Tranquilo, no voy a hacerte daño- dije temblando al igual que él.

-¿Quién eres?- dijo mientras me miraba fijamente.

-¿No me recuerdas ¿No sabes quien soy? Soy Alexandra, Alexandra Smith y voy contigo a clase de química ¿De verdad no sabes quien soy?- dí un paso lo que hizo que hizo que estuviéramos a unos pocos metros. Él se alejo de mi mientras se echaba el pelo para atrás, estaba totalmente despeinado.

-Pero eso es imposible- Hizo una pequeña pausa.

-Tú.....Tú.....Tú- Estaba muy nervioso. Yo me acerque a él y le cogí de la mano, me miró a los ojos fijamente.

-Tú estás muerta- dijo despacio y en voz baja. Le solté la mano despacio y con delicadeza.

No sabía que hacer ni que decir. ¿A caso insinuaba que era una especie de fantasma o espectro? Me llevé las manos a la boca mientras que lo miraba con inquietud. Esto no podía ser verdad.

-Si Alexandra, hace cinco meses- esta vez hablaba con más seguridad. Yo empece a llorar. Se acercó a mí poco a poco y cuando estábamos a solo unos centímetros de distancia, cuando pude oler su aliento sumamente mentolado me abrazó. Al principio fue muy incomodo pero a los dos o tres minutos apoyé mi barbilla en su hombro sin dejar de llorar, lo que hizo que lo dejara empapado.

-Voy a ir a comer a una pizzería que hay a tan solo cinco minutos de aquí si quieres puedes venir conmigo, y, no se, te podría responder a unas cuantas preguntas- dijo con voz dulce, como si intentara calmarme, mientras que seguía abrazándome. Esa respuesta me dejó sorprendida. Si un muerto aparece delante de mi en un cuarto de baño cuando da la casualidad que solo estas tu y empieza a hablarte yo no le hubiese invitado a comer ni le hubiese dado un abrazo.

Solo tú puedes vermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora