Capitulo 2

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—¿Tú lo sabías? —miré a Caleb estrechando los ojos.

—Sí —respondió como si fuese la cosa más normal del mundo.

De un momento a otro me vi atrapada entre los brazos de Margherite, abrazo que no correspondí, aunque me fiaba de sus buenas intenciones. Yo no quería a esta mujer aquí. Ella pareció notar mi negativa y se separó. Pude ver el gesto de desaprobación en el rostro de mi padre, pero eso era lo que menos me importaba. Él estaba saliendo con la madre de Caleb, él sería mi hermanastro. Oh, por Dios.

—¿Qué les parece si pasamos al comedor? —mi padre interrumpió el tenso momento.

Ella se limitó a sonreírle como respuesta, él la guió hasta la mesa, colocando una mano en su espalda. Agh, espero no se besen delante de mí, o voy a vomitar. A Caleb parecía no interesarle la situación, u ocultaba muy bien su frustración.

Margherite tomó lugar a la izquierda de mi padre, Caleb al lado de su madre y yo ocupaba mi lugar a su derecha. Después de una cena incómoda, ya que los silencios prevalecieron, ellos se tomaron de las manos. Las alarmas se activaron en mi interior, esto no era bueno.

—Ésta cena tiene un motivo —comenzó hablando Joseph, mi padre. Mis instintos no se equivocaban. Por favor, que no esté embarazada. Por favor. Recité mentalmente —. Margherite y yo queremos anunciarles… —ah bueno, encima tiene el coraje de poner suspenso. Caleb los miraba sin inmutarse, y yo estaba aferrada al mantel con toda la fuerza que mis manos podían presionar —, que vamos a vivir juntos.

—¡No! —De repente me puse de pie, sin poder controlar mi reacción —. No voy a abandonar esta casa, es mi hogar y era el de mamá —exclamé furiosa.

—Jessica, no vamos a irnos de nuestra casa —su mirada pasó de su novia, a Caleb y luego volvió a centrarse en mi —, ellos vendrán a vivir con nosotros.

Esa afirmación me cayó como un balde de agua fría. No podía creer que fuera a meter a otra mujer en la casa que compartió con mi madre, a quién juró amar y respetar. Esto era una burla a su memoria.

—No lo permitiré —farfullé —, no vas a meter a otra mujer en la cama de mi madre.

—Jessica —gruñó mi padre en advertencia.

—Jessica nada. Crees que soy una niña, ni siquiera te tomaste la molestia de preguntarme si me molestaría que ella se mudara con nosotros.

—Lo haría si supiera que te interesarías por ello —murmuró Joseph. Suspiró hondo y ajustó el agarre en la mano de Margherite —. Estamos enamorados, no espero que lo entiendas. Pero mientras vivas bajo mi techo, tendrás que respetarla —sentenció.

Mi padre jamás me habló de esa manera y eso me dolió en el alma. Estaba poniendo a una mujer por encima de su hija, del recuerdo de su esposa. Apreté fuertemente mis puños a los costados de mi cuerpo, levanté mi barbilla y respondí.

—¡Perfecto! Me alegro que éste sea mi último año, así podré irme y olvidar que mancillaste el recuerdo de mamá, metiendo a otra mujer en tu cama —me aparté rápidamente de la mesa y me dirigí al patio trasero. Necesitaba aire para digerir lo qué había ocurrido. Podía parecer un poco extremista, pero mi padre acababa de arruinar mi existencia. No quería otra madre, tuve una y fui feliz con ella.

Pude escuchar una maldición y las palabras de consuelo de la madre de Caleb. Luego una silla se corrió y unos pasos se acercaban a la terraza donde me encontraba. Éste era mi lugar preferido de la casa, había montado una hamaca hawaiana y me encantaba pasar la noche meciéndome en ella, observando las estrellas.

Irresistiblemente ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora