Capitulo 3

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Pasó una semana desde la mudanza de Margherite y Caleb. Traté por todos los medios de evitar cruzármelos, algunas veces lo logré y otras tuve que aguantar compartir la cena con ellos. Claro que con Caleb todo estaba bien, solíamos encontrarnos en la terraza para hablar o simplemente nos quedábamos en silencio contemplando las estrellas.

Tuve que sacar mi telescopio, ya qué dentro de unos días anunciaron una lluvia de estrellas y por supuesto que no iba a perderme semejante acontecimiento. El fin de semana llegó, y mi padre me dio la agradable noticia que se iría a pasar esos días con su novia a nuestra cabaña en la playa.

Lo peor de todo era que dejaron a cargo a Caleb, en mi casa. Eso me molestó aún más, ¿cómo podía ser que no confiara en mí? Además ambos éramos de la misma edad, y era más probable que él hiciera una fiesta, antes que yo. Al menos ahora sabía quién era el popular de la casa.

—Espero no estés enfadada por la decisión de tu padre —comentó mientras se sentaba a mi lado en el sofá.

—Claro que no. ¿Por qué debería estarlo? ¿Solo porque no confía en mí para dejarme a cargo de mi propia casa? —me encogí de hombros y continué cambiando los canales de la TV con el mando a distancia.

—No lo tomes de esa manera, Jessie. Él solo pensó que sería mejor que yo quede a cargo por si algo malo ocurriera. Es menos responsabilidad para ti —argumentó.

—Está bien. Deja el tema, no me importa —apagué el televisor, dejé el mando sobre el sofá y me dirigí hacia mi rincón especial.

Mientras observaba el cielo, recordé que esa noche sería la lluvia de estrellas. Tomé mi telescopio, que ya había armado y ajustado con anterioridad, y traté de localizar algún destello de las Gemínidas.  

—¿Qué haces? —la profunda voz de Caleb, me sobresaltó.

—¡Por Dios, no seas tan sigiloso! Casi me matas del susto —lo observé y volví a concentrar mi atención en el cielo —. Estoy esperando ver el más fabuloso fenómeno astronómico.

—¿Y eso sería?

—Una lluvia de estrellas —resoplé ante su ignorancia.

—¡Wow! Me encantan esas cosas —murmuró. Colocó sus manos a los lados de sus ojos y miró hacia el estrellado firmamento. Estuvimos unos minutos en silencio, cuando de repente los fragmentos de meteoros comenzaron a ingresar en nuestro campo de visión.

—¡Mira! —exclamé —, ha comenzado —lo atraje a mi lado y le permití observar por el telescopio. Si bien se podía apreciar a simple vista, era mucho mejor mirar con una lente experimentada.

—Esto es maravilloso, Jessie —suspiró, y me devolvió el lugar —. No sabía que te interesaban éstas cosas.

—Hay mucho de mí que no sabes —murmuré y un sonrojo cubrió mis mejillas.

—Me gustaría conocer más de ti —susurró.

—¿Y eso por qué? Hasta hace unos días ni siquiera nos hablábamos.

—Eso era porqué tú salías despavorida cada vez que me veías. Creí que no me soportabas —exclamó encogiéndose de hombros.

—Claro que no es por eso. No me gustan las demostraciones públicas, es un poco incomodo ver como tú y Cass, se devoran sin prestar atención a quienes los rodean —sentencié, dejando de lado el telescopio y ubicándome en mi hamaca.

—¿Ah, sí? —inquirió alzando una perfecta ceja. Asentí con la cabeza y rodé los ojos —. En verdad a mí tampoco me gustan mucho las demostraciones públicas, pero Cassidy suele ser un poco convincente.

Irresistiblemente ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora