Capitulo 10

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"Ding Dong"

Se oyó el eco del timbre. Mis pies subían y bajaban de lo nerviosa que me encontraba en ese momento. No sabía si con lo que había hecho podía ganarme la confianza de Juan. La bandeja envuelta en papel de aluminio, descansaba en mis manos, de las cuales no estaba segura si la sostendría por más tiempo.

"Ding Dong"

Volví a presionar el botón. Me estaba impacientando demasiado. La puerta se abrió de pronto.

-¡Diana! Pasa, pasa- dijo Concha con una sonrisa cansada. La cara la tenía más pálida que de costumbre, las manos la temblaban, y unas grandes ojeras la oscurecían la cara de una forma que ni el maquillaje había podido evitar.

-Muchas gracias. ¿Se encuentra bien?- la pregunté entrando en la casa. Fui directa al salón, sabía perfectamente que los niños se encontraban ahí.

-Algo cansada, pero nada de qué preocuparse. Gracias por preguntar niña- se dio la vuelta y volvió a su trabajo en la cocina.

La sala estaba repleta de juguetes por todos lados. Las muñecas de Laura estaban esparcidas por el suelo junto a una casita de mediano tamaño. Varios balones y piezas de puzzles decoraban la alfombra que abrigaba el suelo en los meses más fríos. Y por último, los mandos de los video juegos se encontraban enredados unos con otros encima del sillón. Laura, César y Juan estaban viendo la televisión. Un programa de dibujos animados.

-¿Qué véis chicos?- pregunté sentándome al lado de Laura y pasando un brazo por sus hombros. Esta me sonrió mirando hacia arriba cuando notó mi presencia.

-Vemos Bob Esponja- dijo César sin despegar la mirada de la pantalla. Me fijé mejor. Creía haber visto estos dibujos algún que otro día, mientras buscaba alguna película decente que poder ver.

-¿Has traido la sorpresa?- dijo Laura acordándose de inmediato. Asentí con la cabeza mientras les mostraba lo que aún sujetaban mis manos.

-¿Qué sorpresa?- dijo César desviando su atención hacia nosotras. Juan no había abierto la boca todavía.

-Una que me ha prometido Diana- contestó por mí su hermana.

-¿Puedo verla?- se acercó- ¿Es un perrito? Yo quiero uno.

-No, no lo es- dije mientras abría el papel de aluminio ante la curiosa mirada de los dos.

-¡Oh!- exclamó la niña. Sus ojos se hicieron más grandes, y sus pequeñas manos taparon su boca,pero rápidamente las quitó y tragó sin dejar de mirar el pastel.

Había estado toda la tarde preparándolo. El relleno era de crema y bizcocho, mientras que el exterior estaba cubierto por una capa de chocolate, adornado con lacasitos y birutas de colores.

-¡Yo quiero un trozo!- exigió César dando pequeños saltos de impaciencia. Sonreí con ternura.

-¡Yo la quiero entera!- dijo Laura mirando mal a su hermano. Solté una risa ante su comportamiento. El aspecto les había gustado, pero ahora a ver cómo sabía...

Nunca en mi vida había cocinado una tarta, por lo que para hacerla había tenido que mirar varias recetas en viejos libros de cocina que busqué por algunos cajones que ya casi ni abría.

-¿Está rico?- los dos degustaban sus trozos alegremente, llenándose los labios de chocolate, haciendo que tuvieran que sacar la lengua para relamerse de vez en cuando. No me hacía falta preguntar, por sus caras sabía que les había encantado.

-Esta riquísimo Diana, quiero más- dijo Laura limpiándose los dedos con una servilleta.

-¿No quieres Juan?- lo había hecho principalmente por él, aunque también me alegraba de que a sus otros dos hermanos les gustara tanto mi tarta. A los niños pequeños se les podía sobornar con todo tipo de dulces y chocolates.

¿Alegría? No entra en mi vocabulario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora