~Quiero saber más de ti~

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AMOLAD no me pertenece, es propiedad de THE SNIPTER.

Ambos quedaron en silencio, mirando fijamente la puerta “¿y ahora qué?” pensaron; la atmósfera era demasiado incómoda.
Leo no había pensado realmente qué hacer después de detener a Des ¿disculparse? Pero sólo dijo lo que pensaba en voz alta, no es que quisiera que él escuchara sus palabras.
No quería alzar su rostro y ver la cara del contrario. Su mirada siempre lo dejaba sin habla y ahora sería una mala idea empeorar la situación.

Por otro lado, Des quería desaparecer, de verdad no recordaba nada de lo sucedido, pero si en realidad lo besó ¿cómo podía mirarlo a la cara?
En su desesperación quiso tratar de abrir la puerta a la fuerza, confirmando lo peor; la puerta estaba trabada.

Hace un par de semanas la puerta había estado dando problemas, por lo cual, el lunes pasado, se había contratado a un cerrajero que se suponía había arreglado la manilla, pero ese ruido de hace un momento indicaba el mal trabajo que había realizado.

—Maldición —dijo Des, entre dientes. Quería correr, esconder su rostro del moreno. No quería admitir que ese acto de simple borrachera, era en realidad su deseo más profundo.

—La puerta está trabada ¿verdad? —preguntó Leo, aún sabiendo la respuesta, quería una excusa para romper el silencio entre ambos.

Al principio, Des no sabía qué responder, pero en esta situación ya no podía huir.

—Así es —afirmó, sin mirar a Leo —voy a llamar a León para que nos saque de aquí —dijo sacando su teléfono, que para su mala suerte se había descargado.

— ¿Qué pasa? —preguntó Leo al ver que Aeva miraba fijamente su teléfono y no realizaba la llamada.

—Mí teléfono... —tragó en seco —se apagó —declaró.

— ¿Cómo? —a Leo casi se le paró el corazón. No consideraba una buena idea estar por más tiempo a solas con Des  —y-yo lo llamaré así que...

Leo no completó la frase, aunque quería realizar la llamada, recordó que no tenía el número de León ni de ninguno de los del bar. Tampoco podía pensar en Sebastián ya que hoy estaba de visita donde su familia, en una ciudad cercana.

—No tengo su número —respondió algo nervioso — pero podemos gritar, León de seguro nos va a escuchar.

—Es imposible, León salió a realizar un trámite y no sé cuándo volverá.

Con esa respuesta, a Leo se le hizo un nudo en la garganta ¿es qué acaso estaba todo en su contra? No podía creerlo.
Des, ya más resignado, caminó de vuelta a uno de los pasillos de la bodega. En total había siete pasillos formados por estantes con licores, clasificados según los grados de alcohol.
Se sentó en medio de uno de ellos, con las rodillas pegadas a su pecho y cubrió su cara con sus brazos para ocultarla.

—Vamos a tener que esperar. Lamento esta situación. Fue mi descuido lo que nos dejó aquí, solos —Leo apenas entendió lo que balbuceaba Des, ya que su cara estaba totalmente oculta por su brazos.

—No te disculpes —suspiró —fue mi forma bruta de tomar la manilla.

Des escuchó un ruido, se asomó un poco y observó a Leo sentarse frente a él.  Sus pies casi se tocaban; por primera vez, odiaba tener piernas largas.

Mi Acompañante ~AMOLAD~ EN PAUSA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora