Capítulo 18

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—¡Aliiii!

Tía Margoth aparece en mi campo de visión, y cuando llega a mi lado se lanza encima de mí y me apretuja contra ella mientras siento que al instante me escasea el aire. Aun así le devuelvo el abrazo con la misma efusividad, hace tanto que no la veía, la había extrañado.

Luego me toma por los hombros y me aleja un poco de ella para observarme de pies a cabeza. Primero escanea mi rostro y luego mi cuerpo. Yo hago lo mismo con ella y está espléndida, como siempre que nos vemos. Con tan solo treinta y seis años tiene un alma juvenil y una energía envidiable. Trae puesto unos zapatos con taco medio bajo, un pantalón de tiro alto color morado y arriba una camisa blanca que se le pega al cuerpo, aunque a la vez algo suelta. Siempre me encantó cómo se viste, después de todo es diseñadora de modas.

—Tía Margoth, tanto tiempo —saludo emocionada y le estampo un ruidoso beso en la mejilla.

—¡Estás espléndida, cariño! —Me dice y le sonrío con sinceridad—. ¿Cómo has estado? Te he extrañado mucho, tengo muchas cosas que contarte y estoy segura que tú también. ¿Cómo vas con ese tal Jason?

¡Oh! Olvidé por completo contarle que había terminado con él. Ella espera una respuesta y mis ojos revolotean hacia arriba.

—De hecho... —me encojo de hombros y la miro culposa—. Ya no estamos juntos.

Sus ojos me observan con sorpresa, supongo que eso no se lo esperaba ya que siempre le dije que íbamos muy bien y según ella me veía enamorada.

—Vaya... Es una lástima...

Me mira con pena y hace un gesto con su mano como restándole importancia al asunto. Río, esa es su forma de reconfortarme cuando se trata de chicos, luego me dirá su típico: «no vale la pena, es idiota». Aunque en realidad creo que en su mundo todo ser masculino es idiota.

—Pues no es para tanto. Conocí a alguien más... —me tiro del cuello de mi camisa, siento que me empiezo a asfixiar dentro de ella.

Ahora sus ojos se abren con desmesura y su boca se entreabre. Un brillo de curiosidad cruza por sus ojos y luego su ceño se frunce.

—¿¡Qué!? ¡Y no me has contado! —me mira ofendida, lo que me causa gracia.

—¡Lo siento! Pero lo conocerás mañana.

—Uhm, ¿y es apuesto? —me mira con sus cejas alzadas y esboza una sonrisa llena de picardía.

Me sonrojo inevitablemente. ¿Apuesto? Jax pisotea la palabra apuesto.

—¡Es mucho más que eso!

—¡Caliente! —canturrea.

Las dos nos reímos a carcajadas. Extrañaba la gran relación que tenemos, con el tiempo parece no desintegrarse y eso me encanta.

—¿De qué hablan las damas? —pregunta papá cuando llega, nos mira desde el umbral de la puerta con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Cosas de chicas! —contesta ella de forma apresurada—. Ven aquí Oliver Collins y ayúdame con mis maletas.

Yo miro hacia sus pies donde efectivamente hay dos maletas pequeñas que parecen a punto de explotar, ¡y sólo para dos días! Ayudo a subir una y papá lleva la otra. Las dejamos en el cuarto de invitados, donde siempre suele quedarse ella; una habitación al lado de la mía. Con papá ordenamos y limpiamos la habitación ya hace algunas horas justamente esperando a mi tía, así que todo está reluciente.

Nos disponemos a cenar ya que se ha hecho un poco tarde mientras la esperábamos. Margoth se cambia a una ropa más cómoda y luego baja para acompañarnos en la cena.

Ahuyentando los miedos de JaxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora