Capítulo 22

1.1K 90 7
                                    

—¿Tienes hambre? —pregunta en medio del silencio de la noche, pasados algunos minutos.

—Un poco —admito; cierro mis ojos y suelto un suspiro para luego sonreír—. Pero no quiero levantarme, estoy cómoda.

Jax suelta un pequeña y ronca risa que hace estragos en mi estómago, pero no lo demuestro.

Aún estamos acostados en una cómoda pose donde mi cuerpo está cómodamente ahuecado contra el pecho de Jax. Ya hace algunos minutos donde la vergüenza nos volvió a consumir así que nos pusimos al menos las prendas íntimas. Después de todo todavía siento pena de que el chico de ojos claros me mire. Incluso si eso suena irónico, ya que yo prácticamente babeo sobre su pecho lampiño mientras paso la yema de mi dedo índice por este de arriba abajo.

—Vamos, no seas vaga —hace el amago de levantarse de la cama pero lo tomo con mis brazos de la cintura y hago que caiga encima de mí. Me quedo sin aire por escasos segundos y él ríe.

—No —hago un puchero con mis labios y enredo mis dedos detrás de su ancha espalda para evitar así que él escape de mi agarre.

—Vaga —repite y la diversión se funde junto con su tono de voz. Pasa una mano por mi mejilla, acariciando la zona y sonríe de manera tierna—. Muero de hambre, por favor, necesito ingerir algo.

Blanqueo mis ojos pero río y lo dejo escapar de mi encarcelamiento, lamentándome internamente de no seguir sintiendo su calor corporal. Él se sienta sobre la cama, todavía con el acolchado tapando su cuerpo mientras yo lo miro en la misma posición en la que ya estaba; acostada boca arriba.

Toma la ropa esparcida que había sobre el acolchado y se vuelve para mirarme de reojo.

—No me mires mientras me cambio —ordena y parece que lo dice en serio, pero se delata a sí mismo cuando las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba.

Suelto una risa ronca como si quisiera burlarme de él.

—¿Por qué no? —inquiero.

—Me voy a sentir incómodo —murmura y aquello hace que una carcajada escape de mi garganta sin poder evitarlo.

Es tierno.

La situación es un poco rara ya que tendría que ser yo la que le diga eso a él, sin embargo el que tiene más vergüenza aquí parece ser el pelinegro, que ahora estoy segura debe tener sus mejillas un poco sonrojadas así que sonrío solo para molestarlo.

—Muy bien —cedo y alargo la e de manera juguetona. Blanqueo mis ojos, ruedo sobre mi cuerpo hasta quedar boca abajo y me tapo los ojos con las manos, no sin antes acomodar la sábana de manera que mi cuerpo no quede al descubierto. Aún no estamos en confianza suficiente como para dejar mi cuerpo al aire libre y de todos modos no es que me gustaría que él me viera sin pudor.

Escucho cómo suelta algunos gruñidos y río cuando me doy cuenta de que el pantalón se le ha atorado en el pie, pero aun así no volteo. Poco después Jax ya está perfectamente cambiado y entonces con el edredón de la sábado amarrado a mi pecho, me siento sobre la cama para mirarlo mientras me observa.

—¿Te cambias? Voy a preparar la cena. — musita, y es que incluso si hablara con voz neutral ésta sonaría alta debido al sepulcral silencio que inunda la habitación. ¿Es que en este vecindario ni siquiera hay murmullos por parte de los vecinos? Cualquiera diría que es un hotel de mala muerte solo con mirarlo de lejos, pero de hecho es todo lo contrario. Aquí es tranquilo, y aunque la chica de la recepción ni siquiera te mira al entrar, puedo decir que la tranquilidad es una de las cualidades más buscadas para vivir.

Ahuyentando los miedos de JaxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora