Capítulo 30

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—¡Jenna!

Cierro mis ojos inconscientemente, y suelto un suspiro resignado a la vez que volteo sobre mi cuerpo para ver a Caroline corriendo en mi dirección.

No puedo ignorarla, así que no me queda otra opción que quedarme de pie esperando a que llegue a mi lado. Estamos a una cuadra de la cafetería, y agradezco que el trayecto sea tan corto ya que no creo que poder aguantar por tanto tiempo su cercanía. Quizás suene exagerado, pero cada vez que la veo recuerdo todo lo que pasó.

Y principalmente, recuerdo que rompí con Jax.

Eso hace que un nudo se instale en mi garganta a medida que la rubia está cada vez más cerca de mí. Ella es tan bonita... Con un cuerpo envidiable, alta, con su pelo largo, rubio y bien cuidado, una sonrisa perfecta y ojos esmeraldas. ¿Cómo Jax no se iba a enamorar de ella? ¿Cómo no iba a quererla? ¿Habrá vuelto a sentir lo mismo cuando se reencontraron?

¿Y ella? ¿Qué siente por él? ¿Por qué lo habrá engañado? Ahora que lo recuerdo... ella también me contó sobre un chico... y es más que seguro que se trata de Jax. Mi Jax. ¿Sigue siendo mío? Ya no...

—Caroline... —saludo una vez que la tengo a mi lado y me siento intimidada frente a ella. Es inevitable no compararme y sacar a flote todos mis defectos si estoy a su lado.

Meto las manos en mis bolsillos sin saber qué otra cosa hacer. Juntas, comenzamos a caminar, una al lado de la otra.

—¿Cómo estás?

Bufo sin que ella me escuche. ¿De verdad quiere saber? ¿Debería ir con la cruda verdad y decirle que estaría odiando un poco que haya venido? No soy así, así que prefiero cambiar el rumbo de mis palabras para contestarle.

—Bien... aunque un poco desorientada... —admito entre la vergüenza y el enojo. Vergüenza de admitir frente a ella que Jax me dejó a un lado en todo esto, y enojo por ser ella parte de esto. Aunque estoy confundida, porque no sé si debo culparla de algo o no.

Ella no dice nada, carraspea con su garganta y me mira de soslayo, sin querer hacerlo directamente. Después de todo somos parecidas... ¿A Jax le gustarán las chicas así, como nosotras?

—Te entiendo —asume—. Cuando yo estaba con Jax... —frena en seco, y me volteo para mirarla. Definitivamente no quiero saber qué cosas hacía cuando estaba con el pelinegro, pero también tengo curiosidad sobre saber lo que me quiere contar—. Lo siento, no quería incomodarte.

—Está bien... puedes contarme.

Se rasca la cabeza en un acto nervioso y juguetea con un mechón rubio de su cabello. Las hebras de su pelo se ven resplandecientes bajo el sol y el verde de sus ojos se nota con más claridad. ¿Y qué tengo yo a su lado? Más que mi pelo castaño y mi rostro... tan normal. Es obvio a quién elegiría Jax... qué patética estoy siendo.

—Cuando estaba con él, era de la misma forma conmigo —cuenta, y para no mirarla a los ojos, jugueteo con mis dedos—. No solía contarme qué cosas pasaban por su cabeza y era como jugar a un juego de encrucijadas para entenderlo... —sonrío, porque ella tiene razón—. Pensé que contigo sería diferente...

Abro mis ojos, y con mi frente arrugada la miro sin comprender. ¿A qué se refiere?

—¿Por qué lo dices?

Se encoge de hombros, mete las manos en los bolsillos traseros de su pantalón y me mira.

—Por todo lo que cuentas sobre su relación, él se nota muy enamorado de ti —un deje de tristeza se adueña de su voz y eso contrae mi corazón. ¿Ella seguirá enamorada de él? Aunque tiene novio...—. Y porque cuando nos juntamos para hablar, lo noté —ese recuerdo hace que mi estómago se contraiga con indignación, pero no lo dejo notar—. Él siempre se refiere a ti como su presente, ¿lo entiendes? Y ni siquiera me cuenta a mí como su pasado... más bien como un error que prefiere olvidar.

Ahuyentando los miedos de JaxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora