Capítulo 10

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Los recuerdos son lo único que te permiten ser quién eres. Si los pierdes desapareces.

Cerrar los ojos e inspirar profundamente te da una satisfacción difícil de explicar. Una sensación que despliega tus sentidos y despierta tu mente. Meg lo sabe bien y eso hace. Tal vez el dolor enloquezca su mente pero cuando llegas a tu límite, al extremo, ese dolor desaparece como si el daño no estuviera ahí. Simplemente, lo olvidas.

-- Demuéstrame que vale la pena arriesgarlo todo por ti --susurra contra su piel--. Demuéstrame que mereces ser salvada, pequeña demonio.

Meg cierra los ojos sintiendo como las gotas de mercurio caen por sus mejillas como lágrimas. Su cuerpo se entumecen y deja de sentir sus miembros llegando a olvidar el dolor. Abre los ojos y contempla la visión difusa frente a ella.

-- No es posible, esto es magia --susurra.

El hombre frente a ella sonríe y el niño, con la misma sonrisa, extiende la mano esperando que la tome. Megara camina, sin darse cuenta de sus movimientos, y envuelve al niño con sus brazos. En su pecho siente un fuerte dolor, la angustia, el miedo... Todo se entremezcla y coge tanta fuerza que la deja sin aliento.

-- ¿Cómo es posible? --susurra--. ¿Estoy muerta?

-- El letargo, el viaje hasta el reino de los muertos sin estar muerto, es algo que pocos Alas Negras han experimentado. Un sueño ilusorio que da paz al espíritu --dice el hombre--. Hace mucho te dije de sumarnos a aquellos que dormían y huir de la guerra, pero... Al final nunca lo logramos.

-- ¿Estoy soñando? ¿Por qué el mundo es tan cruel y me obliga a pasar por esto otra vez? --susurra--. ¿Por qué Dallas? Cuando despierte estaré de nuevo sola y rota.

Él sonríe con esa sonrisa capaz de romper sus murallas. Meg aprieta al niño contra su pecho y deja que las suaves manos, del que una vez fue su esposo, la toquen. Esas manos que ha anhelado por milenios.

-- No tienes por qué despertar. Puedes quedarte aquí para siempre.

-- ¿No regresar? Pero...

-- ¿Pero...? Nicolas y yo estamos aquí, ¿qué más necesitas? --inquiere.

¿Qué más necesita? Esa pregunta se la ha hecho durante mucho tiempo. Lo tenía todo y lo perdió, se lo arrebataron y la dejaron sin nada. Le quitaron la posibilidad de ser feliz. ¿Vale la pena seguir viviendo después de eso? Podría quedarse, podría dejar todo atrás. El odio, el miedo, las guerras, la sangre, la tristeza, la desesperación... Todo se esfumaría y daría paso a la felicidad.

Ella sonríe, sería genial no tener que volver a luchar nunca más. Tal vez sea lo mejor.

La sombra sonríe y observa el cuerpo arrodillado y envuelto en finos tubos que inyectan, a través de agujas hechas de dientes de vampiro, el mercurio líquido. No se mueve, no hace signo de estar viva. Pero el corazón sigue palpitando y extiende el veneno por todo el organismo. Este lo absorbe y poco a poco cae en un sueño parecido a la muerte.

A pesar de estar viéndolo, le resulta sorprendente que la chica haya entrado en estado de inconsciencia estando arrodillada y sujeta con cadenas, una pose poco natural y dolorosa que ella no parece notar. Se aproxima y agarra su mentón con una de sus manos libres. Abre sus párpados para examinarlos y ve sus iris plateados por el veneno en su organismo. El tratamiento ha llegado a afectar a la producción de melanina del iris. Sonríe complacido al ver que todo funciona y se sienta en una silla esperando a que la chica caiga en sus garras o se libere, lo que ocurra primero.

-- Eres muy buena, demasiado --murmura--. Me recuerdas a tu madre, ella era como tú. Siempre viendo la bondad en las personas. Me dolió mucho que muriera. Ella me gustaba. Hemera era tan hermosa como el día y tan radiante como el Sol. Tú saliste más a tu padre. Fría como la noche. Pero tenías una luz propia, deslumbrante, como la aurora boreal, y por eso te perdoné la última vez que nos vimos. Pero te lo advertí pequeña Sophie, te dije que si volvías a mí te mataría. Tu tiempo se acaba. Estás en la segunda fase, si llegas a la quinta ni siquiera yo podré salvarte y serás mía tú y tu tiempo. Es irónico, muchas personas buscaban eso y murieron por ello pero yo soy el único que está mínimamente cerca de conseguirlo. Conseguir matarte para siempre. Que excitante. Seré el primero y el último. El único. Realmente satisfactorio.

Holmes "La Venganza de la Cazadora" [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora