Meg cierra la puerta y se dirige a la pequeña cocina para coger una olla y engancharla al fuego de la chimenea. Hacer té al fuego es realmente diferente a hacerlo en la cocina. El sabor parece más intenso.
-- Podrías haber picado a la puerta. No hacia falta que llamaras por teléfono. O en su lugar haberte materializado dentro. Eres un saltador, ¿no?
-- No puedo hacer algo así sin ton ni son. Podría materializarme dentro de un muro y entonces tendrías que echar esta bella cabaña abajo para sacarme. Prefiero llamar. Además, tenía que asegurarme de que estabas aquí.
Meg no responde. Se mete en la pequeña habitación para vestirse apropiadamente. Si estuviera sola no le importaría ir solo con una bata o incluso desnuda, pero no lo está y, por muy liberal que sea, no es una nudista.
-- ¿De dónde sacas el agua? Dudo que haya tuberías en este lugar perdido de la mano de Dios.
-- La nieve se vuelve agua si la calientas.
-- ¿Insinúas que me vas hacer beber agua que has recogido de vete a saber tu donde? ¿Y si un oso se ha meado encima?
Sale de la habitación ya vestida y le sonríe con picardía la muchacho. Demasiado refinado para lo pobre que es.
-- Pues tendrá un sabor peculiar --responde la chica sirviendo el té--. No enloquezcas ni seas nenaza, ¿cómo te las arreglabas cuando no había ni baño hace unos milenios?
-- Saltando al futuro cada vez que tenía que hacer mis cosas. Imaginaba que una de las cosas que cambiarían en el futuro era ese pequeño detalle y no me equivoqué.
Ella ríe y niega con la cabeza. Se sirve a ella y se sienta al lado de la chimenea junto al chico. Él observa el vaso con asco y Meg no puede evitar soltar una fuerte carcajada.
-- No te preocupes tanto y bebe. Te sentará bien. Además, el fuego debe haber eliminado todas las bacterias o virus que pudiera contener. Te recuerdo que ese es un buen método para hacer del agua no potable bebible. Y si te sientes mejor, tengo una depuradora atrás que filtra la nieve --asegura.
Más confiado, Adam bebe un largo trago comprobando que el sabor es fresco y bueno.
-- ¿Qué lleva?
-- Menta y té verde.
Asiente y vuelve a darle otro trago. Meg lo observa en silencio, bebiendo de vez en cuando de su propio vaso. No entiende muy bien la razón de su visita. Conoce al hombre y sabe que visitas de cortesía no suele hacer, menos cuando acaba de sentenciar que va a por los Volturis. Algo malo pasa y la ignorancia la irrita. Se pone en pie y deja la taza en la mesilla central.
-- ¿Existe algo que desconozca? --pregunta.
-- ¿Sospechas de algo?
-- Estás aquí. Eres un hombre ocupado, capaz de saltar de tiempo en tiempo y me sorprende que cojas un poco de tu limitado tiempo personal para venir a verme.
-- Eres una de mis personas más queridas. ¿Tan poco valorada nuestra amistad?
Ella alza una ceja y se muerde la lengua para no soltarle una fresca. Desde luego ese hombre tiene la facultad de irritarla.
-- No te he convencido, ¿verdad? Supongo que estoy perdiendo mis facultades.
Deja la taza en la mesa y rasca su barbilla buscando las palabras adecuadas para decirle lo que sabe a la chica.
-- Sé lo que pretendes hacer y, aunque no soy quien para detenerte, debes tener en cuenta muchas cosas. Decidiste enterrar al Ángel de la Muerte por un buen motivo y el despertarlo traerá serías consecuencias. Temo por ti.
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Holmes "La Venganza de la Cazadora" [Libro 2]
Teen FictionEl tiempo es una maldición que nos persigue a todos, una maldición que no discrimina en género o raza, una maldición que cuando te alcanza te destroza; yo lo sé muy bien. "Ven, tengo que contarte un secreto. ¿Quieres oírlo? Yo soy la pesadilla de lo...