Capítulo 18

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Con el alma en la mano, me dirijo a mi destino. Con la sangre goteando, me vuelvo fuerte ante mis enemigos. Con el deseo olvidado, me enfrento a mi futuro.

Corre, escapa, porque el Ángel de la Muerte va a por ti y ya no tiene piedad dentro de si.

La caída del sol anuncia una hora peligrosa. Ports Ángeles ha sido plagado de los seres más terroríficos y ella es la causa de que se encuentren reunidos allí. Megara cierra los ojos ante la intensidad del ocaso que contempla. Desde que liberó sus alas se siente incómoda con la ropa que portan los humanos. Se ha visto obligada a volver a los largos vestidos que en antaño utilizaba. Grecia, Roma, Chipre, Macedonia, Israel... Recuerda su estancia en cada lugar y posee ropa de cada una de esas épocas. Alisa la falda de su vestido de un color rojo centelleante y sonríe.

--- En estos momentos me recuerdas mucho a Hemera ---esa voz la sorprende.

No esperaba que entrara en el territorio sin ser descubierto. Pero tampoco le parece demasiado extraño. Sabe que ese ser tiene muchos trucos bajo la manga. Trucos que ella no puede igualar.

--- ¿Qué haces aquí Brais?

--- Quería verte mejor. Me sorprende que actúes tan cautelosamente cuándo podrías ir ahora y matar a los Volturis sin necesidad de montar todo este paripé...

--- ¿Y luego qué? ---pregunta---. El mundo los necesita aunque me cueste reconocerlo. No puedo hacerlo.

Él suelta una sonora carcajada y niega con la cabeza. Por primera vez se presenta con una forma más humana, evidentemente solo es una ilusión que utiliza para pasar desapercibido por el resto de seres. La verdadera forma de un elemental nadie la sabe, pues todos suelen cubrirse para no ser vistos cuando no utilizan sus ilusiones.

--- No quieres. El poder lo tienes pero la voluntad es otra cuestión. Eres como ella. Una imagen calcada, que lastima que no seas tan hermosa.

--- Ella era luz, yo oscuridad.

--- No pequeña, oscuridad soy yo, tú eres noche. Aún hay algo de luz aunque sea muy poca.

El paisaje se distorsiona y, por un momento, Megara logra ver a su madre ante sus ojos. Rodeada de sus confesos se mantenía con la cabeza alzada mirando al que más tarde sería su esposo.

--- En esta imagen apenas tenía dos o tres mil años. Fue medio siglo antes de que escogiera a tu padre ---la forma en cómo hablaba de su progenitor deja claro su antipatía por él---. Una Reina, eso era. Sus esclavos la adoraban, los humanos acudían en busca de consejo e impartía justicia, al fin y al cabo, eso es lo que hacen las Confesora.

--- ¿Te enamoraste de ella entonces o después?

--- Después, esa solo fue la primera vez que la vi.

--- Así que la mano izquierda de la oscuridad también es capaz de amar, eso me sorprende.

Él hace una mueca y comienza a caminar en círculo alrededor de la chica. Las cicatrices están visibles y el escote deja poco a la imaginación, aunque lo suficiente para desear ver lo que hay más abajo de esa fina línea que separa sus pechos. Es hermosa, incluso demasiado aún dentro de la anatomía de los Alas Negras. Su cuerpo es como el de un Ángel y sus ojos y cabellos parecen venir del mismísimo infierno, moldeados para causar miedo, muerte, desolación y angustia. Sin duda merece el título de Ángel de la Muerte. Siempre ha sido merecedora de él.

Megara se aparta cuando su madre se mueve y va hacia ella. Atraviesa su mano y el contacto, más bien nulo, eriza su piel.

--- Creía que eras mejor haciendo ilusiones.

Holmes "La Venganza de la Cazadora" [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora