Capítulo 8

723 72 1
                                    

El crepúsculo se pone y el día anterior se despide dando paso a la larga y gélida noche. Meg sobrevuela un lugar al que no ha ido en más de dos mil años, Volterra. Observa como la gente va y viene sin percatarse del punto negro en el firmamento. Tal vez pensando, ignorancia la suya, que se trata de un avión o algo por el estilo. Inspira profundamente y se queda en suspensión no queriendo moverse. Ya han pasado semanas, incluso meses de lo acontecido.

Su clamor a las sombras parece dar su fruto. Seres olvidados, despreciados, desaparecidos, desterrados, obligados a vivir en las sombras, vuelven con gran fuerza dispuestos a acabar con aquellos que amenazan su paz. Como un mundo oculto en otro mundo oculto. Las alianzas son realmente sorprendentes, una vez que das tu palabra no puedes romperla al escuchar el clamor del cantor.

Cubierta con una de esas capas oscuras que tanto les gusta utilizar a los vulturis, aterriza y camina por las calles. La capucha cubre su melena y sus ojos rojos por la excitación. No esperaba volver a pisar esa tierra. Los recuerdos del pasado nublan su vista y la hacen regresar a un tiempo antiguo. Con otros paisajes y otras caras. Traga saliva y camina apresurada sin llegar a correr. La corriente de aire que tiene a su alrededor evita que su aroma se disperse y la delate. No podrán darse cuenta de su presencia en la ciudad hasta que sea demasiado tarde y eso le proporciona un placer sin igual.

El ocaso cae con el peso del plomo y las figuras encapuchadas cada vez se hacen más presentes. Sorprendida por la cantidad de vampiros, Meg detiene su paso y se esconde en un callejón bañado por las sombras. Inspira profundamente y lleva sus dedos a la comisura de sus labios por donde sus colmillos afloran y desgarran levemente su piel dejando que su propia sangre bañe su boca. La traga y hace su mejor esfuerzo por volver a ocultar sus afilados incisivos. Tal vez no pueda ocultar sus ojos rojos pero hará lo posible por no dejar que sus colmillos afloren.

-- Ojo por ojos, diente por diente, alma por alma.

Unos vampiros se detienen cerca de ella y por un momento teme ser descubierta. Contiene el aliento y cuando pasan de largo suelta el aire poco a poco. No puede hacerse pasar por vampiro. Su corazón palpitante siempre la delatara. Pero eso no quiere decir que no pueda parecer una humana normal y corriente. Mientras no la toquen ni huelan el engaño perdurará.

Vuelve a moverse por las callejuelas y se aproxima a la entrada subterránea que lleva al hogar de los Vulturis. Su único deseo es mostrar algo de compasión a un viejo amigo. Con cuidado y sobrepasando la guardia de los miembros del séquito vampírico se encamina hacia la sala. Una humana se encuentra atendiendo a los teléfonos como recepcionista. Meg sabía de ese detalle de los Volturis. Acogen a humanos ilusos, que creen que serán convertidos en miembros de su séquito, y cuando ya han conseguido lo deseado de ellos los devoran como simple ganado. Repugnante pero efectivo.

Ella no les puede reprochar nada. Al menos esos humanos saben que hay la posibilidad de que acaben así. Ella sin embargo se alimenta a través de engaños y mentiras, pero sobretodo, hipnosis. Aunque ella no suele matar a nadie. Claro que sus manos están manchadas pero esa sangre es de milenios atrás. Lleva mucho tiempo sin matar a un mortal.

-- Disculpe, soy una visita. Una amiga del amo Marco. ¿Sabe dónde puedo encontrarlo? --utilizar la hipnosis no es honroso pero no tengo tiempo que perder y tampoco quiero que dé la voz de alarma.

-- Hoy no tienen visitas así que el señor Marco debe encontrarse en en la biblioteca. Muchos libros son de la mismísima biblioteca de Alejandría. Al Señor Marco le gusta examinarlos cuando tiene tiempo libre. La sala se encuentra tras la segunda puerta del pasillo oeste.

Meg asiente y se marcha dejando a la muchacha desconcertada y son recordar nada de lo sucedido en esos minutos. Es cierto que si Aro toca su mano verá la intrusión en su castillo y eso pondría a la muchacha en peligro pero eso le resulta irrelevante. Esa niña sabía dónde se metía al codearse con vampiros.

Holmes "La Venganza de la Cazadora" [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora