Subí a mi coche y esperé que Tommy hiciera lo mismo, una vez que ambos estuvimos dentro arranqué y puse rumbo a casa.
-Tommy has estado genial-Dije animada, noté cómo me miraba.
-Tampoco-Dijo removiéndose en su asiento-¿Qué hablabas con mi padre?
-Hablábamos sobre ti-Dije sencilla, por el rabillo del ojo vi cómo su expresión se endurecía.
-¿Por qué?
-Ay Tommy-Dije tranquila-Yo que sé, no era nada malo.
-No quiero que hables de mí-Dijo hostil, el tono del comentario me molestó, de hecho me molestó bastante.
-¿Por qué?-Dije mordiéndome el labio.
-Porque no, no hables de mí y punto.
Qué borde, pensé.
-Tommy ¿A qué viene esto?
-A que no me da la gana que hables de mi joder.
Pegué un frenazo, y eché mi cabeza para atrás en el asiento.
-Pero si sólo he dicho que eres amable.
Me miró fijamente, con una mirada seria y brava.
-Que me da igual, como si me llamas hijo de puta que te calles y punto
¿Qué cojones le pasaba a ese chico?
-Mira Tommy, me largo-Dije desatándome el cinturón. No soportaba las peleas y menos las peleas estúpidas.
-¿A dónde vas?
-A donde me salga
-Para que me toque salvarte el culo ¿no?
Esas palabras me dolieron, pero mas que doler me cabrearon. Hola, soy la mala leche y la ira incontrolada de María y voy a demostraros cómo liarla el diez segundos.
-Mira-Dije y lo apunté con el dedo índice-Niñato-Lo miré fijo a los ojos que me mantuvieron la mirada-NADIE te ha pedido que me salves el culo-Dije, intentó hablar pero lo corté-De hecho te metiste tu solito en mi vida, nadie te invitó, si lo que querías era redimir tus pecados bélicos enhorabuena-Dije, su expresión pasó de enfadada a ¿asustada?- Lo has hecho, pero a mí tú-Dije golpeando su pecho con mi dedo índice- No me vienes con tus putas mierdas-Dije elevando la voz. Cogí mi bolso y salí del coche, caminé a paso rápido, cuando quise darme cuenta ni mi coche ni Tommy estaban, niñato, puto niñato. Me crucé de brazos y comencé a caminar, estaba lejos de mi casa pero me dio igual.
¿Cómo alguien podía pasar de ser un encanto a un verdadero gilipollas? Estaba muy enfadada, sólo había dicho que era amable, nada más. No entendía la hostilidad que manejaba Tommy, no dije nada malo, sólo halagarle, sólo decir cosas buenas, pero por lo visto al niño no le gustaba que se portaran bien con él.
Caminé despacio, buscando un sitio dónde sentarme y enfadarme con propiedad, hacía mucho frío, miré el móvil, las doce y cinco de la noche. Suspiré y seguí caminando lentamente, a esas horas era mejor no pararse y pensar. Caminé hasta que me topé con un restaurante con comida para llevar, entré y me sorprendió la cantidad de gente que había a esas horas. Me acerqué a la barra y una señora mayor, de pelo blanco y regordeta me atendió.
-¿En que puedo servirte preciosa?
-¿Puede ponerme un café sólo y un donut de esos rosas-Señalé al dulce a través del cristal-¿Para llevar?
-Claro, serían tres con cincuenta.
Saqué mi monedero y traté de quitarme chatarra, saqué monedas de centavos para aburrir y junté el dinero justo.
-Muchas gracias-Dije cogiendo mi pedido.
-Vuelve pronto guapa-Dijo la señora y le dediqué una sonrisa y salí de la tienda, le di un sorbo al café y un bocado al donut, joder, qué bueno estaba, me quedé unos segundos parada en la acera recalculando mi ruta; me giré sobre mis talones y comencé a caminar de nuevo, lentamente mientras me había mi café y tomaba mi donut rosa. De mi cabeza no salía Tommy ni cómo iba a enfrentarlo cuando llegara a casa, ese chico era un caja de sorpresas.
Barajé varias posibilidades, desde ir al piso y por la mañana irme a casa de Anna un par de días, hasta la de dormir en la calle y regresar al piso cuando Tommy estuviera entrenando, mierda, pensé, al día siguiente era sábado. También pensé en envalentonarme y liarle un número que no iba a olvidar en su vida, o montar un drama, o pegarle una hostia, es que no terminaba de entender qué hice mal.
Caminé durante unos cincuenta minutos más, mi teléfono se apagó y no podía escuchar música, así que el último trama del trayecto lo hice con las manos en los bolsillos y envenenándome a mi misma.
Llegué al bloque de pisos, se impuso ante mi ese gigante de ladrillo visto y suspiré sonoramente, como un soldado que se enfrenta a un pelotón de fusilamiento, caminé hasta el ascensor, que estaba abierto y pulsé el número 3, deseando que se quedase atascado y pudiera evitar la mirada de Tommy, aunque quizá estaba dormido, me abracé a esa posibilidad mientras cruzaba el umbral que me separaba del rellano, acabé frente a mi puerta, saqué mis llaves temblando y la abrí.
Lo que no me esperaba para nada fue lo que vi, frente a mi se alzó, enorme y oscuro por la ausencia de luz el cuerpo de Tommy, notaba cómo me miraba fijamente, vale, para eso no estaba nada preparada.
-¿Tommy?-Dije extrañada, de repente sentí su cuerpo estamparse contra el mío, con fuerza, sus brazos me envolvieron, uno se ancló en mitad de mi espalda y otro sujetó mi cabeza, yo estaba quieta, sin saber qué estaba pasando.
-Pensé que te había pasado algo-Susurró mientras rascaba mi pelo con cuidado.
-Me se salvar el culo yo sola-Dije mas borde de lo que esperaba, apretó su agarre y besó mi pelo varias veces.
-Me da igual tener que salvarte el culo una y mil veces-Dijo-Tu me salvas día a día-Susurró y volvió a besar mi pelo con cuidado-Perdóname.
Eso si que no entraba dentro de mis planes para nada, correspondí su abrazo, froté su espalda.
-No pasa nada-Se me acababa de ir toda la fuerza por la boca, me separé un poco de él y lo miré, sus ojos estaban hinchados ¿Había llorado? Lo miré fijamente, analizando su rostro con cuidado, él me miraba callado y con una expresión ilegible-Ya está.
-No me gusta que hablen de mi porque me cuesta mucho fiarme de la gente y tengo pánico a ser dañado.
-No voy a hacerte daño Tommy-Dije mirándolo fijamente, sorbió su nariz como un niño pequeño, era muy raro ver a un tío tan duro lloriquear como un niño pequeño.
-No quiero que te vayas.
-No voy a irme-Dije y me atreví a elevar la mano, enredarla en su cuello y tirar de él hacía mi, encajó su cara en el hueco de mi cuello y sus manos sostuvieron mi cintura-No voy a irme a ninguna parte-Susurré y besé su pelo varias veces ¿qué estaba haciendo?
-¿Ni aunque me vuelva loco?-Dijo y reí.
-Te pegaré una hostia pero no me iré.
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Visceral
FanfictionSu mirada era tan dura y beligerante que haría temblar al mismísimo demonio.