Electricidad.

214 14 8
                                    

Era la cuarta vez que trataba de conectar la tableta gráfica al ordenador y me daba error, mi paciencia al igual que el café se estaban acabando.

El día comenzó estresante, le dejé mi coche a Tommy para que le costase menos desplazarse, me quedé sin él y Anna decidió pedirse días para estar con Charlie, tuve que coger dos metros hasta arriba de personas, Nancy no había organizado nada de mi agenda y tuve que llamar yo a todo el mundo para ponerme de acuerdo y organizar la semana, la primera sesión había sido un auténtico caos y para rematar esa noche tenía la cena con Tommy.

Suspiré y traté de no meterle fuego a las oficinas, la maldita tableta daba error, y me negaba a retocar con ratón, miré mi taza de café y estaba vacía, la puerta sonó y asomó la rubia cabellera de Dylan.

-María tienes visita-Dijo extrañamente feliz, me quedé mirándolo.

-¿Quién es?-Dije un poco falta de paciencia, se giró y musitó un "pasa pasa" y por la puerta apareció Tommy, lo miré con los ojos muy abiertos, llevaba su bomber negra, una sudadera debajo, de color gris, unos vaqueros algo ceñidos y un gorro negro ¿Cómo podía ser tan guapo?

-Tommy-Dije y vi cómo Dylan estaba detrás de él mirándome con la boca abierta y una sonrisa enorme, hizo un corazón con las manos.

-¿Se puede?-Dijo y asentí.

-Claro, pasa pasa-Dije y Dylan se fue cerrando la puerta detrás de él-¿Qué haces aquí?-Dije y sonrió.

-Fui a poner la denuncia, y como no tengo nada que hacer pues me he pasado a verte y así te llevo a casa que tengo tu coche-Dijo y sonreí.

-¿Qué tal ha ido todo?-Dije.

-Bien, sin problema-Dijo y sacó una bolsa del bolsillo-Toma, lo he visto y creo que te va a gustar- Dijo y me lanzó la bolsa y la atrapé. Dentro de la bolsa había una caja, la cual abrí y me encontré con un peluche de Naruto, era la cosa más mona del universo, estrujé el peluche con fuerzas y me levanté, rodeé mi mesa y lo abracé, enrosqué mis brazos en su cuello, el rodeó mi cintura.

-Muchísimas gracias Tommy-Dije y besé su mejilla.

-De nada-Dijo y nos separamos, me miró y abracé al peluche, ladeó la cabeza y sonrió.

-Qué bonita eres-Dijo y me sonrojé.

-Cállate-Dije y negó, miró hacia el suelo y negó con la cabeza, se mordió el labio, parecía nervioso.

Me miró y contuve el aire ante esa mirada, oscura, llena de algo que no identificaba, me resultaba familiar, sus fosas nasales estaban un poco abiertas y sus dientes seguían atrapando su labio inferior.

-¿Pasa algo?-Dije algo extrañada y con las mismas se giró y se dirigió a la puerta, mierda pensé, ya había vuelto el Tommy bipolar.

Pero no se fue, para nada, echó el cerrojo de la puerta de mi despacho y rehizo sus pasos hasta mí, se paró a escasos centímetros de mi cara, comencé a respirar más rápido al sentir su respiración caliente sobre mi rostro, mis alarmas interiores se dispararon, noté cómo ponía una de sus manos en mi cintura y mi piel ardió allá dónde tocó. Sus ojos me miraban, inseguros y a la vez incisivos, viajan por todo mi rostro y se paraban en mi boca, no pude evitar mirar sus labios, gruesos y redondos, me miró y me pilló mirándolo, pude jurar que vi una pequeña sonrisa. Su nariz rozó la mía y mis pestañas aletearon ante su tacto hasta quedarse cerradas, sentía su aliento cálido y con olor a regaliz negro sobre mi boca, sentía mi corazón latir desbocado y suplicando que eliminase la distancia que nos separaba, mis piernas temblaban, al igual que mis manos. Una de sus manos viajó hasta mi rostro y lo acunó, elevándolo un poco, con tal suavidad que me dejó atontada, rozó mis labios, sólo los rozó y miles de vatios recorrieron todo mi cuerpo y salieron disparados por mis pies; yo estaba quieta, inmóvil. Eliminó la distancia entre nosotros presionando sus labios contra los míos, suavemente, delicado, eran blandos, cálidos, mullidos, perfectos, miles de mariposas aletearon en mi estómago como nunca antes lo habían hecho, correspondí su beso con calma, recordando cada fracción de segundo de ese momento, mis manos escalaron tímidas su pecho hasta colgarse de sus hombros, la mano que una vez estuvo en mi mejilla viajó por toda mi espalda, trazando caricias, nos separamos y abrí los ojos, el corazón se me estrujó cuando descubrí que él los mantenían cerrados.

-María-Arrastró mi nombre en su voz, ronca y profunda, abrió los ojos poco a poco, me percaté de cómo su pupila se fijaba en mí, yo estaba sin palabras, sólo podía mirarlo, volvió a besar mis labios, esta vez con más fuerza, más necesidad.

Correspondí su beso de la misma manera, como si necesitara que ese sabor fuese el mío, sus manos apretaron la tela de mi camiseta y dio un último beso a mis labios, volvió a mirarme fijamente y enfrenté su mirada-¿Qué me has hecho?-Dijo y sonreí, acaricié su cara con la yema de mis dedos, cerró los ojos ante mi tacto, tracé la forma de sus labios redondos y deposité un suave beso sobre ellos, esbozó una tímida sonrisa-Iba a dejar esto para esta noche pero, no pude-Dijo y reí quedamente.

-Me alegro-Dije y besó mi mejilla, para después dejar caer su frente en mi hombro, allí besó mi clavícula y todos mis poros se retorcieron.

-Llevo queriéndote besar desde que te conozco-Susurró lentamente y mi corazón volvió a latir con fuerza-Me lo he imaginado mil veces, pero no hace justicia a la realidad ninguna de mis imaginaciones-Dijo y sonreí ampliamente, acaricié su pelo y besé su coronilla, miré el reloj que había sobre la puerta.

-¿Vamos a casa?-Dije y me miró.

-Por mi perfecto-Dijo sonriendo, me separé de él y cogí mi portátil, lo metí dentro de mi mochila y la cerré, bajé las persianas de mi despacho y caminé hacia la puerta, la abrí.

La mano de Tommy cogió la mía y la entrelazó con la suya, la sonrisa se me iba a salir de la cara, él miró nuestras manos, lo que me hizo mirarlas a mí también, su mano enorme cubría la mia casi por completo, mi mano era más delgada y morena y la manicura roja era perfecta, me apunté un tanto, acarició el dorso de mi mano con su pulgar.

Lo miré y me sonrojé, luego sonreí como una tonta.

-Vamos-Comencé a andar y la mirada azul de Dylan de clavó en nosotros, su boca de abrió y sonreí como una pava.

-No te creo-Dijo y reí, miré a Tommy y estaba rojo, Dylan se acercó a él.

-Tommy, él es Dylan-Dije y Tommy soltó mi mano para estrechar la de Dylan, este lo miraba sorprendido.

-Ay gorriona-Dijo y Tommy rió por lo bajo-Verás cuando se entere Anna-Dijo sacudiendo su mano.

-Cállate Dylan-Dije y Tommy apretó mi mano-Nos vamos-Dije y levantó sus depiladas cejas.

-Que paséis una MARAVILLOSA-Dijo acentuando la palabra-Noche.

-Idiota-Dije comenzando a andar, Tommy le sonrió.

-Encantado-Dijo Tommy y se volvió a mirarme.-¿No tienes amigos normales?

Negué con la cabeza y llamé al ascensor.


Ambos entramos en el ascensor, que estaba vacío, cuando se cerraron las puertas de metal Tommy me miró fijamente. Se acercó a mí y mi respiración se aceleró, sus manos acunaron mi rostro dándole calor, acarició con sus pulgares mis mejillas y depositó un tierno beso sobre mis labios, suave, mi estómago se volvió del revés y mi corazón se aceleró desesperado, abrí los ojos y me lo encontré mirándome fijamente, su mirada era pacífica, como si ese mar de azules y verdes que componían sus ojos se hubiera transformado en una tranquila marea, casi sin olas, profunda y transparente. Su sonrisa era amplia y dulce, sus pequeñas pecas, se podían ver como pequeña constelaciones sobre su nariz, dejé morir un suspiro y el ascensor se abrió.
Bendito Tommy.

VisceralWhere stories live. Discover now