Octubre 2016

1 0 0
                                    

Los seis meses y medio de embarazo eran incompatibles con la universidad, los

parciales y la comida aunque ambos estábamos entusiasmados con la llegada de nuestra

hija siempre surgía algo que opacaba la felicidad; desde la segunda y escandalosa vez

que visité a mis suegros con Facundo las cosas no estaban del todo bien, sentía que las

palabras de Giulia eran ciertas y no estaba segura si quería o no corroborarlo.

Era un conflicto continuo entre mis hormonas y el insomnio lo que provocaba las

constantes peleas con Facundo.

Aquella mañana en la que aun el calor era agobiante para mi avanzado embarazo,

estudiaba para mi último final, el más importante; creí que no habría nada que me hiciera

postergarlo:

WhatsApp recibido: "Buenos días preciosa. Prepara las maletas, nos iremos de

viaje (emoji ojos de corazón) No preguntes mucho; es una sorpresa."

WhatsApp enviado: ¿Sorpresa? Ok, lo haré. Pero dime ¿Hace calor? (Emoji

pensativo)"

Era un buen momento para despejar mi mente y darnos una segunda oportunidad.

Había pasado media hora desde que me había escrito Facundo cuando llegó a casa,

entró a la habitación, me saludó con un beso y puso sus manos en mi panza que aún no

se notaba pero se movía mucho

-¿Estas lista? No quisiera perturbarte pero tendremos un viaje un poco largo. Pero

te aseguro que valdrá la pena. -Dijo con un ligero brillo en los ojos y una sonrisa que

pronto mis celos harían desaparecer.

-Estamos listas. Dejare que me lleves así sea al fin del mundo, pero no de nuevo a

casa de tus padre, por favor.

Luego de un largo vuelo y un trasbordo en el que dormí casi todo el tiempo,

habíamos llegado, al otro lado del mundo donde nos hospedamos en un lujoso hotel y

según mis absurdas conjeturas, pasaríamos unos pocos días. Descansamos un rato y

salimos a recorrer la ciudad, donde Facundo optó por comprarme ropa nueva y luego de

una rica cena dormimos en una posición extraña.

Mientras desayunábamos Facundo recibió la llamada de Tim, para verlo por la

tarde...

Llamada entrante de Trini

-Bárbara. ¿Dónde diablos se metieron Facundo y tú?

-Buen día Trini. ¿Te quieres calmar? No estamos en el país.

-¿Sabían que el parcial era hoy?

Miré a Facundo con odio y sin temor a que notara mi mal humor.

-Trini. ¿Me das diez minutos? Te llamo luego.

Corté con Trini y Facundo me miraba con cara de cachorrito abandonado.

-No me mires así, sabes que si haces eso no te diré nada. -Dije acariciando

tiernamente su nariz.

-Sabia que hoy era el parcial y...

-Shhhh. No me des explicaciones, tampoco había estudiado así que no me

molesta.

Luego de las compras regresé al hotel y Facundo se preparó para ir a encontrarse

con su hermano después de un par de meses.

Llamada entrante de Ramiro

-Hola Bárbara. Querida ¿Cómo va tu embarazo?

-¿Qué quieres idiota?

-¿Esa es la forma de tratar al padre de tu hija?

-Muy bien lo has oído, eso es lo único que eres. Ya... En serio ¿Qué es lo que

quieres?

-Sé que estas cerca de casa. ¿Quieres ver a Aixa?

-No es momento Ramiro. Es muy pequeña y ni siquiera sabe quién soy. No

molestes.

Milagrosamente pasamos varios días sin ir compras y aprovechamos para estar

juntos, salvo aquella noche:

-Amor, ponte tu ropa nueva, hoy tenemos una cena especial. –Gritó Facundo

desde la ducha.

-Está bien. Dame unos minutos.

Me puse unos jeans, una camisa cuadriculada y holgada con unos zapatos de

tacón negros, un poco de maquillaje y el perfume que tenía desde nuestro aniversario.

Salimos de la habitación al bar del hotel donde esperábamos a Tim. Llegó con una

mujer, bella y de aspecto humilde, totalmente opuesto a lo que yo consideraba que era el

tipo de mujer que conquistaría a Tim, su nombre era Madeleine y para mi sorpresa estaba

embarazada casi de los mismos meses que yo.

En la cena noté cuán bien se llevaba con Facundo y luego de un momento de

incomodidad tuve una buena conversación con mi cuñado.

Salimos en busca de artículos para nuestros bebes y allí nos dimos cuenta que

éramos completamente opuestas... aún así intercambiamos regalos en la tienda de ropa

infantil y pedimos que nos llevaran por helado. Allí intercambiamos teléfonos y

prometimos estar en contacto.

-Hemos creado monstruos. -Dijeron Facundo y Tim, uniendo las voces y riendo.

La despedida fue dura pero sabíamos que contaríamos con ellos para lo que

necesitáramos

Saró SinceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora