Abril 2017

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Estaba en casa de mis abuelos cuando llegaron mis primos para hacerme

compañía unos días. En la habitación que daba al patio hablábamos de muchas cosas y

jugábamos con la perra labradora de mis abuelos.

-Bar, ven. Hay alguien que pregunta por ti. –Dijo mi primo desde la ventana.

-No puede ser. Nadie sabía que estaba aquí. ¿Ustedes le dijeron a alguien? -Dije

molesta.

-Ven de una buena vez por todas. -Dijo mi primo mientras me tomaba del brazo y

me sacaba de la habitación.

Facundo tomó el riesgo de viajar en secreto y sin conocer la ciudad para

encontrarme en la casa de mis abuelos. Se veía cambiado.

-¿Qué haces aquí? Pensé que me odiabas.

-Vine a verte. –Respondió- No te odio. ¿Cómo podría hacerlo? Si eres lo mejor que

me sucedió.

Me beso. Se veía tímido e impaciente cuando lo abrace y apoyé mi cabeza en su

pecho. Acarició mi cabello:

-Te queda hermoso - Dijo elogiando mi nuevo corte.

-Gracias.

Abrió su mano vi un anillo con un pequeño corazón y una piedra de color rojo.

-Vuelve a casa por favor. - Dijo mientras lo colocaba en la palma de mi mano.

-Me fui para que seas feliz con Estefanía y Alice. Realmente quiero que seas feliz

¿Entiendes? No me pidas que regrese.

-Solo soy feliz a tu lado.

Cerro la palma de mi mano y me miro con sus ojos vidriosos, lo había herido una

vez más.

-Solo deja que el tiempo lo decida, no quiero precipitar las cosas.

Cuando estiré mi mano para tomar la suya, el anillo cayó por accidente y perdió la

piedra.

-No importa, es solo un anillo

-¿Vamos por un café? -Le pregunté mirándolo a los ojos y sonriendo.

-De acuerdo.

Tome su mano y caminamos sin un rumbo como en los viejos tiempos. El amor

seguía allí tal cual como lo recordábamos.

Suelo ser impulsiva con algunas de decisiones y esta no sería la excepción, saqué

los pasajes para irme del país; quería explorar un nuevo lugar, esperando que el correr

del tiempo curara mis heridas, para luego pensar en cómo continuar lo nuestro.

Me distraje en un bar y perdí mi vuelo, como si el universo entero conspirara para

que no me fuera.

Llamé a Fabio, un viejo conocido de Timothy para que me contactara con él; cuando

me fui cambié mi número perdiendo entre otras cosas el teléfono de mi cuñado.

Fui al baño en el aeropuerto antes de abordar y a la salida Timothy me esperaba; él

también viajaría casualmente ese día:

-¿Sabes algo de Maddy? -Me preguntó extrañado.

-No, hace días que no se de ella, todavía está molesta por lo que hice.

Saró SinceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora