Febrero 2017

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Alice había cumplido dos meses de vida.

-¿Recuerdas la luz de noche del cuarto de Alice? ¿Dónde está? -Pregunte sacando

del refrigerador la pizza que sobró de mediodía.

-Sí. En la caja del segundo estante sobre el guardarropa de Alice. -Dijo mientras

cocinaba.

Entré al cuarto arrastrando una silla con tacones altos.

-No subas con esos zapatos. –Escuche a Facundo gritar desde la cocina

Pero ya era tarde.

Resbalé y caí de espaldas. Perdí el conocimiento y lo siguiente que recuerdo es a

facundo tomándome en brazos y subiéndome al auto mientras una niñera cargaba a Alice.

Estuve varios días internada y Facundo se veía triste y angustiado cuando

desperté luego del coma farmacológico.

Maddy tuvo la valentía de decirme que había perdido a mi hijo aún en contra de la

decisión de Facundo de esperar un momento más propicio para contármelo.

Los días pasaron y trataba de no pensar más que en Alice y la universidad.

-Amor. ¿El apunte de industria donde esta? -Le pregunté a Facundo mientras

acariciaba su cabello .

-En la biblioteca. -Respondió besando mi mano.

Buscándolo encontré un pequeño conjunto celeste aún es su empaque; lo arrojé a

la basura ante la mirada triste de Facundo y supe que su dolor por la pérdida de nuestro

bebé era tan grande como el mío.

Entre la culpa de la pérdida y mis malditos celos, vivíamos discutiendo; sumado al

hecho de que Madeleine lo había desilusionado, me sentía asustada por una serie de

síntomas que no estaba lista para tener.

Me desmayé en la sala. Estaba confundida al despertar. A pesar de todo, mi vida

se normalizaba y había vuelto a comer. Pero las nauseas y mareos me aterraban; y

Maddy estaba demasiado conflictuada, así que no sabía dónde buscar apoyo.

Enfrenté todos mis miedos y fui al laboratorio sin Facundo; no quise que en el caso

de ser ciertas mis sospechas, él volviera a ilusionarse y volviera a sufrir. Así que esperé

en el bar durante interminables horas por los resultados con la mente perdida quien sabe

dónde.

Él estaría nervioso sin saber dónde estaría yo; se preocupaba por mi salud desde

la pérdida del embarazo, a pesar de mis esfuerzos por evitarle disgustos. No había

transcurrido suficiente tiempo desde aquel momento trágico y este, en el que me

encontraba con la cabeza inundada de pensamientos, con lágrimas en los ojos por los

pasillos del consultorio. Caminé con el sobre del resultado en las manos hasta mi casa,

rogando en mi fuero interno que no hubiera nadie allí y al entrar, evitando todo

pensamiento y sin poder detener el mar de lágrimas lo abrí: "Positivo"...

Saró SinceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora