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Cuando ya tenía doce y el nuevo año comenzó, ya no pensaba en jeonghan. Cada vez que su cara le pedía permiso a su mente para entrar, él cerraba la puerta y clavaba mil tablas para que este nunca volviera a entrar. Le dijo a Joshua que Jeonghan era un estúpido y ambos dejaron de hablar sobre él. Estaba todo bien hasta que él y su hermana entraron al salon, y se sentaron justo al frente de ellos.
Sintió a Joshua tensarse y mirarlo de manera sutil, pero él siguió intacto, como si la espalda y el cabello negro y hasta los hombros de jeonghan no le afectara para nada, como si no hubiera notado en él un nuevo brillo, como si no lo notara mas alto y con la frente más en alto.
Tuvo que pasar un mes completo para que les tocara hablar. Era su turno de limpiar el salón, y mientras Seungcheol era un experto en el aseo del hogar, a Jeonghan se le daba horrible.
—Seungcheol, no sé. No se hacer esto. —dijo cruzándose de brazos luego de botar al piso la escoba.
—Solo hazlo hacia un lado —mencionó sin prestarle mucha atención, de hecho, sin si quiera sacar los ojos del pizarrón, su deber de limpiar.
—Tomemos un receso —propuso.
—No.
Seungcheol también había notado como las palabras habían cambiado al ser dichas por Yoon Jeonghan, como si ahora salieran con un poco mas de seguridad, se sentía como si ya no se le pusieran rojas las mejillas al hablar sobre lo que fuera, y fue solamente por eso que se dio vuelta, solo porque tenia curiosidad.
Y Jeonghan se veía bellísimo. La luz de las cinco le daba en el rostro como un foco especial para él, el cabello le brillaba más que antes y sus ojos se veían hermosamente formados cuando miraba hacia al frente y no a sus manos. Seungcheol pensó que no parecía tanto un ángel, pero le gustaba más. Y se enfadó con el mismo por eso. Porque a los chicos solo le gustan las niñas y los ángeles, nadie mas.
—Tomemos un receso —insistió Jeonghan, tomando asiento sobre la mesa del medio— ¿recuerdas lo que te dije el año pasado?
Seungcheol se había recordado aquellas palabras extrañas al menos unas cien veces al día durante todas las vacaciones, y se había prometido que comenzaría el año sacándoselas de la cabeza, pero Jeonghan acababa de arruinar su esfuerzo.
—No sé...
—Dije que te probaría que no soy un ángel.
—¿Y como harás eso?
Seungcheol bajó de la silla que utilizaba para alcanzar los extremos superiores del pizarrón y se acerco dos pasos a jeonghan.
—Ven aquí —llamó el menor.
Seungcheol caminó rápido y se dio cuenta de que Jeonghan llevaba un poco de maquillaje. Pensó que el otro tenia un punto, porque los ángeles son naturalmente hermosos, no necesitan maquillaje.
Jeonghan se dio la vuelta, dejando frente a Seungcheol su espalda. Antes de que el mayor frunciera el ceño, habló.
—Toca mi espalda.
Con los nervios de punta y la mente gritándole que era una mala idea, Seungcheol accedió a que su dedo indice dibujara cualquier cosa en la espalda de Jeonghan, quien se carcajeó un poco y luego se dio la vuelta otra vez.
—¿Lo ves? ¡No tengo alas! —aclaró.
Seungcheol miró al piso y sonrió un poco, se sentía avergonzado hablando sobe ángeles en vida real, o era aquel ángel, no tan ángel en especial con el que se sentía avergonzado.
Jeonghan, en su posición, se atrevió a dar un paso más adelante, aprovechando que el mayor no le estaba viendo.
—Los ángeles tampoco hacen cosas sin permiso —dijo y sucedió.
Los labios de Yoon Jeonghan besaron la mejilla de Seungcheol, sintiéndose tibio y cómodo, como un click y abrigados por la luz de las cinco. Un beso pequeño de dos segundos que parecieron un poco más largos para ambos. Entonces Jeonghan soltó una risita, se puso rojo tal y como solía hacerlo cuando era más pequeño y corrió del salón, sin decir ni hacer nada más. Y Seungcheol lo supo al fin, Jeonghan no era un ángel. Los ángeles no dejan tirados sus deberes.

angel; jeongcheol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora