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Cuando Seungcheol se paró, lo primero que sintió fueron sus piernas temblar. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer, y el rostro se le puso rojo cuando vio a Jeonghan acomodándose sobre su silla para tener na mejor vista del pizarrón.
Tenía que hacerlo, simplemente decirle y ya.
Con los pies medio atorados, caminó entre las mesas, oyendo los chillidos de Joshua y Saebom. Se masajeó las manos esperando que estas dejaran de cosquillearle. Respiró profundo antes de sentarse junto a él, Jeonghan le dedicó una sonrisa de esas que hacían las mariposas en la barriga del mayor revolotear como si fuera divertido, y se rió por la sensación, entonces toda la atención del chico que le gustaba tanto estaba en él.
—¿Estás bien? —rió un poco, dejando el lápiz sobre la mesa.
—Si, si —asintió y por el rabillo del ojo podia ver como sus amigos lo alentaban a seguir—. Ah... Hanie... Digo, Yoon Jeonghan... Tengo que hablar contigo, sobre... algo.
Jeonghan volvió a soltar una carcajada, esta vez un poco más confundido.
—¿Que es, Cheol?
A veces, a seungcheol le parecía que las cosas que le gustaban le llenaban el corazón, y Jeonghan, y toda sus cosas tenían el mismo efecto en él, quizá incluso en mayor escala.
—Q-quiero decírtelo afuera... ¿Podemos salir?
—¡Pero estamos en clases! Si quieres me dices en receso.
—¡No, Jeonghan! Tiene que ser ahora.
La profesora se dio vuelta al pequeño grito del estudiante, extrañándole que este estuviera sentado de los primeros y con un chico tan esforzado como el gemelo Yoon.
—¿Sucede algo? —preguntó la mujer, dejando de escribir en el pizarrón para ponerle atención.
—Nada —susurró Jeonghan volviendo a tomar el lápiz.
—Tengo que ir al baño, digo, ¿Puedo ir al baño?
Escuchó la risa de Saebom desde atrás del salon y como Joshua la regañaba. Tomó otra bocanada de aire y mientras la profesora asentía y volvía a su labor, le susurró a Jeonghan.
—Por favor pide permiso para salir, necesito decirte algo importante.

Se dio al menos diez vueltas por el patio y los pasillos de todos los salones esperando por Jeonghan. Vuelta por medio se desalentaba y pensaba que quizá, para Jeonghan él no significaba nada.
Sin embargo, cuando estaba por comenzar otra vuelta, vio a Jeonghan doblando en un pasillo y corriendo en su dirección cuando lo vio.
—¡Al fin te encuentro! ¿Donde te metiste?
El cabello de jeonghan estaba un poco desordenado y sus mejillas mantenían ese sonrojo natural, un poco más intenso. Seungcheol casi olvida hablar por quedarse mirándolo.
—Solo aquí... —respondió.
—Entonces... ¿Que es tan importante, Cheol?
El menor se sentó en el piso y Seungcheol hizo lo mismo. En su mente habían varias formas de decirle a Jeonghan lo que sentía. Ninguna era fácil ni le convencía al cien por ciento. Ni si quiera se sentía preparado.
Miró a Jeonghan otra vez. Se veía impaciente y rebotaba en su lugar, esperando lo que fuera que tenia que decirle.
— ¡Ya dilo! Me pongo nervioso.
Las mejillas de ambos se tinturaron de un rojizo coqueto. Seungcheol estaba a punto de darse por vencido. Decirle a alguien que te gusta era mucho más difícil de lo que parecía.
— Tu...ahm...¿Quieres ir a mi casa hoy?

angel; jeongcheol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora