Capítulo 4. A quién escoges.

62 6 1
                                    


Pasaron 3 semanas desde que regresé de Italia. Todos los días hablaba con Bruno, aunque sea por teléfono, me encantaba hacer enojar a Jessica cada que nos veíamos.

Un día fui a casa de Bruno a platicar, nos gustaba juntarnos y platicar de cualquier cosa mientras escuchábamos música y con algo de comida. Por suerte Jessica no estaba, así podíamos estar con más tranquilidad.

Nos sentamos en la sala y empezamos a hablar sobre nuestro día y luego cambiamos repentinamente de tema una y otra vez, con Bruno podía hablar horas y horas de cualquier cosa, se nos había pasado la tarde entre risas y la comida, ya eran poco más de las seis de la tarde y llegó Jessica, cuando me vio sentada junto a Bruno no evitó poner cara de desagrado, yo puse cara triunfante, ¿a poco cree que me iba a intimidar? ¡Ja! Eso quisiera.

Llamó a Bruno para que pudieran hablar a solas en la cocina, no sé qué tanto le habrá dicho, y al parecer Bruno no le tomó importancia pues se volvió a sentar junto a mí para seguir platicando mientras Jessica subía las escaleras refunfuñando.

Narra Bruno.

Miriam había venido a mi casa a platicar como siempre lo hacíamos desde que estábamos jóvenes. Después de pasar toda la tarde platicando llegó Jessica y, al ver a Miriam, no me sorprendió que se enojara. Me indicó que la siguiera a la cocina para decirme algo: casi me obligaba a correr a Miriam de la casa, pero no iba a hacerlo, estaba pasando un rato muy agradable con ella.

—Si no te gusta verme con Miriam puedes subir a la habitación, por mí no hay problema, Miriam se queda.

—¡No puedes decirme eso!

—Tú decides —dije firme.

Me miró asombrada y enojada a la vez por mi actitud, pero ya estaba harto de que Miriam y Jessica no se llevaran.

Al final se dio la vuelta y caminó a las escaleras para irse a la habitación mientras yo volvía a sentarme junto a Miriam en el sofá de la sala.

Platicamos otro rato y después de dejar de reír por un comentario que Miriam había hecho me le quede mirando, es que, se veía tan bonita, ya me había acostumbrado a verla con el cabello suelto, pues desde que llegó de Italia no se había vuelto a hacer su característica coleta. Al parecer Miriam ya se había dado cuenta de que la observaba porque se me quedo mirando con cara de confusión.

—¿Qué me miras? ¿Tengo algo en la cara o qué? —preguntó mientras hacía como si se limpiara la cara.

—No, no tienes nada, es solo que...

—Que qué —me animo a decir lo que había dejado incompleto.

Me frené a media oración, pues recordé la carta de Miriam, y no sé por qué, pero me dio vergüenza decirle que creía que se veía muy bonita.

—Nada, olvídalo.

Ella se me quedó mirando, en verdad quería saber lo que iba a decir. No se iba a dar por vencida tan fácil. Sabía que normalmente siempre pierdo en este reto de mantener la mirada. Nos empezamos a acercar más sin dejarnos de mirar.

—¡¿Qué está pasando aquí?!

Esa voz hizo que me separa rápidamente de Miriam. Los dos volteamos a donde había provenido ese grito, claro, era Jessica.

Me paré y traté de llevármela de la sala, pero me hizo a un lado y se fue en contra de Miriam.

—¡Óyeme bien, quiero que en este momento te alejes para siempre de Bruno! ¿Me entendiste? ¡¡No te quiero cerca de él!! Eres una...

—¡¿Quién te crees para hablarme así?! Yo no me voy alejar de Bruno, es mi mejor amigo, y si no te parece pues puedes irte a la...

—¡Miriam! ¡Jessica! Dejen de pelear, ¿quieren? Nada ganan con gritarse una a la otra. —Tenía que detenerlas, conociendo a Miriam se le iría encima y esto acabaría en una pelea.

Las dos me miraron enojadas esperando a que dijera algo, pero la verdad no sabía ni qué hacer.

—A ver, Jessica no puedo alejarme de Miriam, sabes que es mi mejor amiga, y aunque ustedes dos no se lleven bien deben respetarse. —Miré a Jessica—. ¿Entendido?

Miriam parecía ya calmarse y aceptar lo que había dicho, pero Jessica...

—Pues no, ya estoy harta de Miriam y de su "amistad" así que escúchame bien Bruno... decide, Miriam o yo.

—Oye, no puedes poner a Bruno en esta situación, que estés medio loquita no te da derecho a poner a decidir a Bruno entre nosotras dos.

Jesica ignoró lo que dijo Miriam.

—Miriam o yo. —Se cruzó de brazos.

Me quedé callado, obviamente no podía decidir entre ninguna de ellas.

—¿No vas a responder? Perfecto. —Empezó a caminar hacia las escaleras.

—Jessica, ¿a dónde vas?

Volteé a ver a Miriam, y me hizo un gesto dándome a entender que siguiera a Jessica. Así lo hice, la seguí hasta la habitación.

—¿Qué haces?

Sacó una maleta del armario y empezó a guardar toda su ropa y sus cosas.

—¿Qué crees? ¡Obviamente me largo de aquí!

—No, Jessica no lo hagas.

—Muy tarde, Bruno, tú mismo me orillaste a hacer esto.

—He tratado de explicarte todo este tiempo que entre Miriam y yo no hay nada, ella es mi mejor amiga de prácticamente toda la vida, no es fácil para alejarme de alguien a la que quiero tanto.

—¿Crees que para mí es fácil ver cómo siempre le das más importancia a ella que a mí? —Varias lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas—. Lo de ustedes no parece una simple amistad, te lo he dicho siempre, ella está enamorada de ti, no sabes cuánto me duele esta situación. Siete años juntos, Bruno, y no quieres dar el siguiente paso, ¿y sabes por qué? Porque, aunque lo niegues, ella te está manipulando. ¡Por ella es que no quieres casarte conmigo!

—Jessica, por favor, deja de decir tonterías.

—¡No son tonterías! Y ya déjame en paz. —Traté de acercarme a ella, pero me esquivó de cualquier forma.

Guardó todo lo que pudo y bajó dirigiéndose a la puerta.

—Terminamos —dijo antes de cerrar de un golpe la puerta principal.

Volteé a ver a Miriam quien todavía seguía en la sala y tenía una cara de asombro al ver aquella escena.

No sabía cómo me sentía, si triste o aliviado.

Miriam se acercó a mí y me dio un abrazo.

—Lamento haber ocasionado esto.

—Oye, tú no ocasionaste nada, ¿de acuerdo? —La abracé aún más fuerte.

Pasaron los días, no pude convencer a Jessica que entre Miriam no había y no habrá nada, pero estaba muy segura de su decisión y no la pude hacer cambiar de opinión.

¿Esto es lo que quería?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora