¿Esto es lo que quería?

Capítulo 18. Anhelo una confesión

Narra Miriam

Andrew siempre me reconforta, hablar con él me hace tanto bien. Sé cuál es la decisión que tengo que tomar. Amo a Bruno, pero también me amo a mí y ya no quiero hacerme más daño, tal vez al principio no quiera, pero ya paso mucho tiempo desde que nos casamos y a nadie le parecería extraño que ahora nos divorciáramos, o al menos eso quiero pensar.

—Bruno, ¿puedo hablar contigo?

Desde que se fue Andrew, Bruno se encerró en su habitación, no quiso bajar a cenar y la verdad me estaba preocupando. No hubo respuesta de su parte y volví a tocar levemente la puerta.

—Bruno, ¿estás bien?

No creo que ya esté dormido, y tampoco creo que me esté evitado, porque la que debería hacerlo soy yo por lo que vi en la tarde, pero Andrew me ayudó a superarlo y perdonarlo.

—¡Bruno!

Me empezaba a preocupar que no abriera, pero en este tercer intento la puerta empezó a abrirse poco a poco y empecé a ver la silueta de Bruno.

—Bruno, necesito hablar contigo.

—Claro. —Se hizo a un lado y me dejo pasar, me senté en la orilla de la cama y él a un lado.

—Lo pensé demasiado y...

—Ya sé lo que me vas a decir —me interrumpió.

—Es lo mejor para los dos.

—¿Lo mejor para los dos? ¿O lo mejor para ti?

—¿Qué dices?

—Sabes que después de esto te irás con Andrew —volteó su rostro con enfado.

—¿Cómo puedes decir eso? Tú sabes lo que yo siento por ti, si fuera de otra forma jamás me hubiera casado contigo.

—De igual forma, de nada sirvió tu sacrificio. —No podía creer lo que oía.

—¿Estás echando a la basura lo que he hecho por ti?

—La que lo está echando a la basura eres tú. Sé lo que tienes planeado hacer, piensas dejarme, divorciarte y seguramente te irás con Andrew —seguía sin mirarme.

—Y tú regresarías con Jessica, ¿verdad? Te dio tanto gusto volver a verla que te aseguro que ella no desaprovecharía su segunda oportunidad.

—Yo no volvería con Jessica —aseguró.

—¿Ah no? Pues lo que vi en la tarde me dio a entender otra cosa.

—Lo de hoy en la tarde fue algo que no debió pasar.

—Pero pasó.

—De todas formas, no volverá a ocurrir, pero tú seguirás viéndote con Andrew y haciendo quien sabe qué cosas en tu habitación.

—¿Qué estás insinuando? —pregunté ofendida.

El volteó a verme.

—No me digas que entre tú y Andrew no hay nada porque no te creo.

—Es que entre Andrew y yo no pasa nada, no soy una cualquiera —respondí enojada.

—Pues entonces no hagas que lo piense.

—¡No me ofendas, Bruno! Además, si fuera cierto qué, no estaba prohibido que me enamorará ¿o sí?

—¡Pero tú no puedes estar enamorada de él!

—¿Por qué no?

—Porque... —se calló a media oración.

—¡Habla! ¡¿Por qué no puedo enamorarme de quien yo quiera?! ¡Yo a ti no te importo, no debería preocuparte de quien esté enamorada!