Capítulo 15. Venganza.

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Cuando llegué del trabajo Miriam no estaba, pero la cena lista sí, se me hizo muy extraño que no estuviera, me hirvió la sangre cuando pensé que ella puede estar otra vez con Andrew, no son celos, simplemente nos prometimos sernos fiel, y me molesta que Miriam no lo esté cumpliendo, sólo es eso.

—Hola —saludó como si nada cuando abrió la puerta entrando con bolsas de supermercado.

Yo no respondí, todavía estaba enojado.

—Está la cena lista si quieres servirte, yo iré a bañarme.

—¿No cenarás conmigo?

—Creí que no querías. —No respondí nada—. Bueno si eso quieres...

—No —la interrumpo—. Ve a bañarte, está bien.

Ella se fue al segundo piso no muy feliz.

*

Después de un rato ella bajó, yo estaba en la sala viendo la televisión, estaba totalmente seria, entendía perfectamente después de cómo me comporte.

—Miriam, quiero pedirte perdón por cómo te trate, es que... tengo problemas en el trabajo —mentí—, y estoy muy estresado y...

—Tranquilo Bruno, —Me interrumpió. entiendo que estés estresado, no importa ¿sí?

Me sorprendió mucho que Miriam lo entendiera tan rápido y tan calmadamente.

Al día siguiente cuando regresé de trabajar la cena ya estaba preparada y Miriam estaba bajando las escaleras, su cabello mojado y el olor del perfume que traía consigo y llegó hasta mí nariz me indicaba que se acababa de bañar, estaba arreglada como para salir.

—¿Vas a algún lado?

—Sí, iré con Andrew a comprar unas cosas, no tardaré ¿de acuerdo? La cena ya está lista. Nos vemos.

Beso mi mejilla y siguió derecho hasta la puerta. Se porto tan dulce y amable que hasta me dio miedo, se veía tan relajada y feliz... ¿será por Andrew? ¿Andrew la hará tan feliz?

Al día siguiente cuando me levanté y estaba dispuesto a bajar las escaleras para ir a trabajar escuché cómo se cerraba la puerta principal, no iba de salida, iba llegando...

—¿Miriam? ¿Acabas de llegar? —Tenía la misma ropa de ayer y parecía no haber dormido mucho.

—Am, hola Bruno, si, acabo de llegar —respondió apenada.

—¿Dónde estabas? ¿Con Andrew?

—Sí, pero no hicimos nada malo si es lo que te preocupa —dijo dirigiéndose a la cocina y yo la seguí.

—¿Ah sí? ¿Y se puede saber qué tanto hicieron?

—No importa, tengo que ir a trabajar, así que iré a bañarme. —Y no me dio tiempo de retenerla cuando ya iba escaleras arriba

Narra Miriam

—Ya no sé qué hacer, parece que le importo como yo quisiera, pero a la vez no, no sé si hago lo correcto o de plano debería dejarlo.

—Piensa Miriam, ¿lo amas? ¿Crees poder vivir sin él? ¿Estás dispuesta a dejarlo ir? Ya lo tienes contigo, mujer, sólo hace falta que él te vea.

—Pero no sé cómo hacerme notar.

—Vamos, eres una mujer hermosa, tienes que aprender a aprovecharlo, a usarlo a tu favor.

—Veré qué puedo hacer —dije resignada.

—Sé que tú puedes —sonrió.

Toda la tarde estuvimos platicando y salimos cenar y pasear por ahí, el tiempo se nos pasó volando y cuando reaccioné era muy tarde y Andrew no dejó irme conduciendo tan tarde, así que me quedé en su casa, era un poco grande para una sola persona, pero muy hermosa, me dirigió a una habitación para huésped y caí dormida las cuatro horas que me quedaban si al otro día quería llegar temprano al trabajo.

Creo que en cierta parte Andrew tiene razón, ya llegué hasta este punto y tengo que aprovecharlo, no pierdo nada pues mi amistad con Bruno ya se fue al caño hace mucho.

—Hola, Bruno. —Llegué tarde del trabajo y Bruno estaba en la cocina buscando algo de comer, me acerqué a él y le besé la mejilla.

—Hola —respondió algo desconcertado por mi acción.

Subí casi a brincos la escalera dispuesta tomar un rápido baño.

*

—¿Qué tienes? —Después de un silencio sepulcral en la cena Bruno se quejó agarrándose la cabeza apoyando sus codos en la mesa.

—Nada, sólo es un dolor de cabeza.

—¿Quieres algo, una pastilla?

—No, sólo necesito dormir.

—Está bien, buenas noches

—Hasta mañana.

Subió hasta su habitación dejándome sola, y con todos los trastes por lavar, qué lata.

Narra Bruno

Miriam se ha portado muy amable conmigo toda la tarde, ¿estará enferma? En fin, ni por más linda que se porte puedo dejar de pensar en ella con Andrew, sólo de pensarlo hace que me duela la cabeza, durante la cena ella se portó tan linda, y no podía dejar de pensar que Andrew podía ser el motivo, pensar en ella con él, nuestra mistad yéndose por un tubo, quizá un divorcio, una separación, una traición, tanto hacía que me doliera la cabeza, tenía que dejar de pensar en eso, dormir era lo único que me alejaba de mi hasta ahora triste vida.

*

—¿Qué dijiste?

—Que llegaré como a las diez —respondió sin importancia.

—¿Por qué me estás haciendo esto Miriam?

—¿Haciendo qué?

—Tú sabes muy bien de qué hablo.

—Si te refieres a Andrew no tienes por qué enojarte, no te estoy haciendo nada.

—¡Claro que sí! ¡Te importa más él que yo! —La desesperación me hizo subir mi tono de voz y golpear con mi puño la mesa.

—¡Y si fuera cierto qué! —Me retó.

¿Esto es lo que quería?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora