Capítulo 12. Andrew.

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*Flashback*

Estaba sentada en la cafetería pensando si debía escribir aquella carta para Bruno, de repente un chico muy lindo se acercó a mí.

—Hola —saludó amablemente—. Me llamo Andrew M'Grady, soy nuevo en la escuela —extendió su mano para que la tomara y así lo hice.

—Hola, soy Miriam Coleman, bienvenido. —Traté de sonar lo más normal posible pues al verlo no pude evitar quedarme embobada viendo sus ojos, eran verdes claro, sinceramente hermosos.

Me pidió de favor si podía ayudarlo a ubicarse en la escuela, pues no la conocía muy bien, gustosa acepté y todo el resto del día estuve con él. Sorprendentemente le tocó la mayoría de las horas conmigo así que estuvimos mucho tiempo juntos. Platicamos mucho acerca de gustos y recuerdos, tuvimos una buena conexión en tan poco tiempo, pasados los días, pasaba mucho más tiempo con Andrew que con Bruno, para mí eso estaba bien, pues me olvidaba de la tonta idea de mi enamoramiento y querer revelárselo en una carta, pero a Bruno no le gustaba, pues según él Andrew "le estaba quitando el puesto de mi mejor amigo", pero yo sólo le decía que dejara de decir tonterías. Con el paso del tiempo Andrew se daba cuenta de mi comportamiento hacía Bruno, aunque quisiera no podía evitar ponerme nerviosa al estar cerca de Bruno o sonrojarme cuando Bruno me decía el menor de los cumplidos, era muy obvia pero no lo sabía, pues Bruno nunca sospechaba nada, pero Andrew si lo hacía y no podía mentirle.

—Sí, Bruno me gusta —agaché mi cabeza.

—¿Y por qué no se lo dices?

—No puedo, Bruno es mi mejor amigo, yo sé que yo no le gusto y no quiero perder mi amistad con él solo por mis tontos sentimientos.

—Tus sentimientos no son tontos, Bruno es el tonto al no darse cuenta de que te gusta, no sabe a la gran chica que tiene enfrente, de lo que se pierde.

—Gracias —le di un beso en la mejilla.

—De nada —sonrió—. Pero de verdad tienes que decirle, no puedes engañarte ni engañarlo a él, en algún momento tendrá que enterarse y será mejor que sea ahora y por ti misma.

—Está bien, creo que le escribiré una carta, soy muy cobarde como para decírselo en persona.

—El caso es que él sepa de lo que sientes por él —acarició mi brazo.

*Fin del Flashback*

—Qué te parece si vamos a comer para ponernos al corriente de todo.

—Me parece perfecto.

Fuimos a un pequeño restaurante cerca de mi oficina y Andrew me platicaba de todo lo que había hecho después de que nos dejamos de ver, viajes, rupturas, oportunidades únicas, parecía una aventura su vida, estaba muy atenta escuchándolo cuando de repente sonó mi celular, era Bruno, conteste ahí mismo pues Andrew de alguna manera llegó a ser amigo de Bruno.

—Hola, Bruno, qué pasa.

—¿Cómo que qué pasa? ¿Dónde estás?

—Estoy comiendo con un amigo.

—¿Y por qué no me avisaste? No hay nada de comida.

—Bueno compra algo o ve a comer afuera, cuando llegue te explico. —Colgué

—¿Era Bruno Hernández?

—Sí, el mismo.

—Wow, entonces entre tú y Bruno pasó lo que... —No hizo falta terminar la oración, pues sabía a lo que se refería.

—¡No! Bueno no exactamente, mira es difícil de explicar, ¿sabes?

—¿Qué? Explícate, qué paso después de que le diste esa carta.

—Para empezar, déjame hablar hasta el final y no te enojes conmigo.

—Miriam —dijo alargando mi nombre.

—De acuerdo, escucha... —Le conté exactamente todo lo ocurrido cuando intenté darle la carta a Bruno las dos veces y dándole razones para que vea por qué no fue así.

—¿Entonces aceptaste casarte con él sólo por un favor hacía su familia? ¡Y tú estando enamorada de él! ¿Cómo pudiste?

—Le debo tanto a la familia Hernández que quiso verlos feliz, y si casarme con Bruno lo haría yo estaba dispuesta.

—Miriam, eso no es sano, lo sabes, ¿pero ahora qué harás? ¿Seguirá todo como de costumbre?

—Eso trato, sí es difícil, pero no hay de otra.

—Sabes, es una loca idea, pero, por qué no intentas, ya sabes... seducirlo.

Reí ante su comentario al recordar que era el mismo que yo tuve cuando acepté ser la esposa de Bruno.

—Pensamos igual —dije y tomé del vaso de agua que tenía enfrente y nos miramos como dos cómplices al realizar una misión imposible.

Charlamos otro poco, pero recordé que tenía que irme.

—Bueno, tengo que irme, ya es tarde y como viste Bruno me andaba buscando.

—Esta bien, fue un gusto volver a verte, a ver cuándo se repite.

Intercambiamos teléfonos y nos despedimos.

¿Esto es lo que quería?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora