Cuatro babys «oh sehun»

XVI

Aquella casa que siempre había mostrado alegría, de encontraba con todas las luces apagadas, viéndose sin vida y terrorífica, más al tener a cierto peligrosa sentado en su sillón, con una copa de vino en mano y viendo a la nada.

No entendía, no lograba comprender que tenía Luhan que el no.

¿Acaso esa cara de niña era lo que tanto invitaba a los hombres a irse con el?

Deseaba tirarlo al suelo, golpear con sus manos ese rostro hasta dejarlo sangrar y suplicando por su vida, pero recordaba todos los momentos en los que Luhan estuvo con el, en donde el mayor lo iba a ver cuando había sido internado en esa fea clínica de salud mental, cuando le daba de comer y contaba historias para poder calmarlo.

Luhan no tenía la culpa, era su amigo, ese que nunca se fue de su lado cuando sus problemas empezaron, no como los otros que se alejaron tan rápido como pudieron por temor de que hiciera algo en su contra.

No quiere recordar, pero de igual manera lo hace.

La adrenalina que había sentido, como ese otro yo lo consumía y todo por haber visto a su novio de aquella época, acostándose con Kim Taehyung, un jodido alumno de intercambio que solo había llegado para arruinarles la felicidad.

Ese estúpido parentesco al suyo, su horrible forma de hablar el coreano y su talento en música lo cual lo hacía más admirado por la población estudiantil.

Aún así,  no era más que una zorra, una pequeña puta que se había interferido en su relación con Kim Junmyeon.

«—¡Por favor, ayuda, ayudenme! —gritaba asustado al estar recibiendo golpe tras golpe— ¡Ayuda!

Y nadie le tendía una mano para poder salir de aquel infierno.

¿Un pan de dios? Tan solo era una farsa con la cual buscaba la aprobación de los demás. El mayor con sus pequeñas manos podía ver ya el rostro arañado del menor, al igual que su labio sangrando y su nariz rota.

Y lo mejor, esas lagrimas de cocodrilo cayendo una tras otra, pidiendo piedad y ayuda, aún sabiendo que nadie se le acercaría por el simple motivo de tener a Byun Baekhyun sobre el.

—Eres una perra. —dijo, a la vez que con sus uñas rayaba la morada mejilla del más alto, el cual se encontraba tendido en el suelo, casi entrando a la inconsciencia— Una puta bastarda... —tomó con sus manos un gran puñado de su cabello para tenerlo cara a cara y luego... luego estrecharlo con fuerza en el frío suelo— Una zorra que para lo único que vino a Corea fue para robar novios, engatusarlos y luego acostarse con ellos. —le dio una cachetada y sonrió con locura al ver sus ojos cerrados y sentir su respiración cada vez más lenta. —Tan solo eres un bastardo que no merece la vida.

Y se levanto, no sin antes darle una patada en el estómago y reír  cual desquiciado a la par que se alejaba, bajo la atenta e impactada mirada de todos los estudiantes e incluso, la de algunos profesores»

Luego de aquel suceso que tan solo le causaba gracia, había sido internado en una jodida clínica por dos años ya que los jodidos profesores decían que estaba mal, que debía tratarse y puras estupideces que se las contagiaron a sus padres.

Y en esos tiempos, el único que lo visitaba, el único que se dignaba a ir para que no se sintiera solo, además de peinarle el cabello, ver películas y de vez en cuando pintarse las uñas, fue Luhan, su único mejor amigo.