XIX

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[Penúltimo capitulo]



Lo había conocido con tan solo once años .

Recuerda como aquel niño de grandes orejas y con un hurón como mascota había llegado a su casa como hijo de la mejor nana que llego a tener. Vagamente episodios en los cuales sentía celos de el llegaban a su cabeza, al igual que aquellos en los que recordaba reírse de él por ser pobre y de la calle.

Y todo aquello porque Park Chanyeol era un niño feliz, alegre y tenía una familia que lo quería ¡Y una mascota!

Tener padres millonarios era un problema, uno bastante grande si eras hijo único y tus progenitores tan solo pensaban en poder y dinero.

Navidades, cumpleaños, días especiales, años nuevos... todo completamente solo hasta que la familia Park llego a su casa para darle luz a su vida.

En un principio fue difícil convivir con ese niño sin clase que gustaba de jugar en el lodo con su mascota ¡Le caía tan mal! Se sentía incómodo ya que no compartían gustos, además de tenerle celos.

—Ah, que infancia de mierda. —se levanto de su cama, se colocó sus sandalias de cuero fino y se dirigió al baño.— Debí haberlo mandado a la calle...

Cerró sus ojos y otro par de recuerdos llego a su cabeza, cual rayo, causándole una jaqueca insoportable.

Para ser exactos, la pelea que había tenido con sus padres el día de su cumpleaños número doce sin duda lo había dejado devastado, roto y como un pequeño al que abandonaban en pleno bosque, aunque en cierto sentido eso habían hecho, abandonarlo.

Tenía grabado todo los insultos que había recibido, los gritos de su madre y de su padre, es más, estaba seguro que si ellos hubiesen estado cara a cara, el mayor le hubiese propinado uno que otro golpe.

Recuerda haber llorado toda la mañana y tarde como si de una pequeña nena se tratara. No había salido a comer y mucho menos a jugar con los niños del barrio que se hacían llamar sus amigos, pero que tan solo eran unos interesados que se le acercaban por tener la mejor casa de la calle.

Tan solo era un pequeño niño es busca de cariño, en busca de afecto, de amor.

Diez minutos antes de que acabara el día y su cumpleaños, había sentido que tocaban su puerta pero ni siquiera se había inmutado, quería estar solo, imaginar que tenía una linda familia, un perro y que comía de un delicioso pastel.

«—Cumpleaños feliz, te deseamos a ti... —una voz del otro lado de la puerta resonó en sus oídos— Feliz cumpleaños Sehun, que los cumplas feliz.

Abruptamente se levanto del suelo y apego su oído a la puerta ya que esa era la voz de Chanyeol.

—Se que no quieres nada y que te caigo mal... —susurró el mayor por el otro lado— ¡Pero mama y yo hicimos un pastel para ti! »

Ese día había empezado su amistad con Park Chanyeol, aquel hombre que sabía todos sus secretos, desde el más corriente hasta el más oscuro.

—Jodido cabrón.—se vio frente al espejo y se petrificó— ¿Por qué tuviste que meterte con Luhan? ¿Por qué lo hiciste si sabias perfectamente que él es mío?

No podía dejar que Chanyeol se quedará con lo que era de su propiedad, por más que fuera su mejor amigo, su obsesión sobrepasaba los límites.

Cuatro babys «oh sehun»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora