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Mi mirada bajó hasta sus manos, con alargados y estilizados dedos, y con unas uñas largas de color como la sangre.

Ella siguió mi mirada y al notar donde estaba posada, sonrió.

— ¿Te gustan?

— Son... Lindas.

— Gracias. — Empezó a reír, y de alguna manera, su risa me angustió. El sonido era antinatural, falso. No quedaba acorde a ella. — Eso me recuerda a algo que dijo alguien antes de morir.

Me quedé en silencio, sólo observando en la manera en la que movía sus manos, de manera elegante, pero algo torpes.

— ¿Y ahora por qué callado? ¿Te sorprende que he visto a alguien morir? — Susurró, apartando la mirada para sonreír.

— No, para nada. — Contesté con sinceridad, lo que le sorprendió, pero sólo se reflejó en su rostro por un segundo, antes de desaparecer.

— Ya veo.

— ¿La conociste? — Pregunté, buscando su mirada.

— ¿A quién? ¿A Maia? — Sus ojos volvieron hacia los míos y no pude evitar estremecerme al notar como la frialdad los consumía.

— Sí.

— Claro que lo hice...

— ¿Sabes lo que le sucedió? — Volvió a sonreír y supe que algo andaba mal.

— Sí.

— ¿Qué cosa? — Estaba demasiado ansioso por saberlo, por lo que me levanté un poco de mi asiento. Por fin lo sabría. Después de meses de búsqueda, por fin daría con la verdad.

Sonreí; mis labios se curvaron hacia arriba.

Al igual que los de ella.

Dejé de sonreír.

Retrocedí un paso, tirando la silla.

— Tú lo recuerdas muy bien... — Ella también se levantó, y me intimidé aún más.

La sonrisa tétrica que se posaba en sus labios rosas me dio miedo. Junto con todo lo que la acompañaba.

Levantó su brazo y me ofreció su mano, para que yo le diera la mía.

Me quedé un buen rato observándola, indeciso, pero al final lo hice.

Su sonrisa se agrandó. Le dio la vuelta a mi mano, dejando solo mi palma a la vista y acarició con su dedo la cicatriz que surcaba mi mano.

Al ver eso, algo pasó por mis ojos.

Esa misma uña, de ese mismo color, enterrándose en mi palma, marcando un camino de sangre. Mis gritos, y una risa tenebrosa. Y sobre todo eso, el cuerpo inerte al otro lado de la habitación en penumbra.

— La maté. — Dijo en mi oído y empezó a reír.

La chica que usaba uñas de color sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora