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Me desperté bostezando. 

Esta vez, desperté antes de que el despertador sonara, y sabía que tenía tiempo de sobra, por lo que bajé y vi a Marc, cocinando, como de costumbre. 

— ¡Hola, Luca! — Me saludó con su usual grito. — Me alegro que te hayas despertado más temprano. 

— Sí, hola. ¿Papá regresó? — Pregunté, sentándome en una de las sillas de la barra. 

— No, pero mandó un mensaje. Dijo que su auto se había quedado sin corriente, por lo que no había regresado. Pero que volvería más tarde.

— Mmm, ya veo. — Dije, un poco aflojerado, aún. — Iré a bañarme mientras terminas el desayuno. ¿Charlie ya despertó? 

— No, pero justo iba a despertarla. 

— No te preocupes, yo lo hago yo. — Dije al subir. 

Cuando subí por completo, recordé la foto de mi "madre", y, al mismo tiempo, a Dasha. No sé por qué pensé en ellas, pero así fue. 

Me acerqué a la puerta de mi hermana y la abrí. 

La vi a ella, dormida, y era tan linda. Sonreí, pues era la niña más bonita que había conocido y me alegraba de que fuera mi hermana. 

Me senté en la esquina de su cama y la moví delicadamente; ella abrió los ojos lentamente. Vieron todo su alrededor, y cuando me vio, sonrió. 

— Hermanito... Buenos días. — Se estiró y volvió a sonreír. — ¿Está listo el desayuno?

— No, aún no, así que, ¿por qué no vas a bañarte?

 — Sí. — Se levantó y me dio un abrazo como saludo, y luego se fue dando saltitos al baño. 

Alcé su cama, y luego fui a mi cuarto, para alzar la mía. 

Después de haberme alistado, y desayunado, estaba listo para irme, pero Marc me detuvo:

— Luca, no voy a poder llevar a Charlotte hoy. 

— ¿Por qué? 

— Tengo... Algo que hacer. — Salió de la casa antes de que tuviera tiempo para rebatir. 

Eso era sospechoso de Marc. Él nunca tenía algo más que hacer, y menos si se implicaba en no llevar a Charlotte. Le preocupaba demasiado como para no ser él quien la llevaba. 

Charlotte bajó las escaleras, ya arreglada. 

— ¿Y Mar? — Preguntó ella. 

— Se tuvo que ir antes, pero hoy te llevo yo. ¿Está bien?

— ¡Síiii! — Exclamó ella, feliz. Tomó mi mano y ambos salimos de casa. 

Vi el auto de la profesora Dasha y sonreí, inevitablemente. Por eso, giré mi cabeza hasta su casa, y justo estaba saliendo ella. 

Parecía batallar con la cerradura porque tenía demasiadas cosas en las manos. 

— Hermanito, hay que ayudarla. — Dijo Charlotte, apuntando hacia ella. 

Le dije que sí y fuimos hacia ella. 

— ¿Te ayudo? — Inquirió Charlotte, con su aguda voz. 

Dasha se giró hacia nosotros, y al verme, sonrió, y con Charlotte, sonrió más amablemente.

— ¡Hola! Sí, me encantaría. — Contestó con una voz más aguda, hablando con mi hermana. 

— Hermano, ayúdala. — Ordenó con una sonrisa.

La chica que usaba uñas de color sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora