Llevábamos sentados frente al joven por una hora, esperando a que nos terminara de contar la historia sobre Maia, pero sólo divagaba y no decía nada concreto.
Charlotte estaba arriba, pues no queríamos que escuchara.
Marc estaba serio, mirando hacia la nada, y ya no me miraba. Estaba enfadado.
— Vamos, Fred. Dime lo que en verdad sabes. — Volvió a decir el detective Barbens, tratando de parecer tranquilo, pero su pie moviéndose de arriba para abajo denotaba otra cosa.
— E-es que... Estoy muy confundido. — Negó con la cabeza mientras cerraba los ojos.
Me levanté, harto y salí de la casa, que me asfixiaba.
El viento helado rebotó en mi rostro y exhalé, un poco más relajado.
No podía creer todo lo que había pasado en unos días.
Mi cabeza estaba a punto de estallar, y quise gritar de la desesperación por no saber nada, realmente.
Ahora, que mi padre había muerto, se habían desencadenado tantas preguntas que no tenían respuesta.
Me giré un poco al ver movimiento y vi a Dasha, cojeando hasta llegar a su casa y me di cuenta de que había un gran círculo morado en su mejilla, alguien le había pegado.
Su rostro era inexpresivo, pero estaba más pálida de lo normal, y en sus ojos habían ojeras que la hacían ver demacrada.
Corrí hacia ella, preocupado y, ella no se dio cuenta hasta que toqué su hombro.
Se giró hacia mí con precipitación, con los ojos totalmente abiertos y en alerta.
— Wow, tranquila. Soy yo. — Levanté mis manos, en signo de rendición y ella se relajó, pero no me miró, claramente enfadada aún. — Oye, en verdad lo siento. Pero antes de todo, ¿qué te pasó? ¿Estás bien?
— No te preocupes por mí, ¿sí? Ya tienes demasiados problemas. No seré uno más. — Abrió la reja con rapidez, tratando de alejarse de mí lo más rápido posible.
— Dasha... ¿quién te hizo eso? — Tomé su brazo con lentitud, y ella se detuvo, pero no me miró.
Vi como su pecho subía y bajaba con más rapidez y entendí que estaba nerviosa.
¿Quién habría sido para que la pusiera tan nerviosa?
— Tienes que decirlo, para detenerlo...
— ¡No es nadie! — Me interrumpió, soltándose de mi agarre, pero sin irse ni mirarme. — Ya sólo vete. No te preocupes por mí, después de todo, soy una asesina, ¿no?
Entendí su sarcasmo y suspiré, pero no me rendiría tan fácil. De alguna manera, al verla así herida, me producía un enojo y rabia de lo peor, y no entendía porqué.
Me puse enfrente suya y la miré a los ojos, a pesar de que ella evitaba mi mirada.
— No lo eres. Lo siento. En serio, perdón por haber pensado eso de ti. Pero, es sólo que... Yo... — Todo dentro de mí se revolvió. En tan pocos días mi vida se había puesto de cabeza y mis sentimientos eran una baraja, ni siquiera yo sabía lo que sentía y el por qué. — Ya no sé qué pensar. Todo está pasando tan rápido y yo sólo quiero desenmascarar a quién le hizo eso a mi pobre padre. Yo lo amo, ¿sabes? Lo extraño, y nunca pude decirle que no le tenía rencor.
Ella dejó de estar rígida y sus ojos se suavizan, pero no me miran.
— Bien. Te perdono. — La solté y me miró. Sus ojos no expresaban sentimiento alguno y eso me parecía extraño, pero no le puse demasiada atención a eso. — ¿Quieres pasar?
ESTÁS LEYENDO
La chica que usaba uñas de color sangre.
Mystery / ThrillerEra ella. La misma. Con sus uñas pintadas de un color rojo como la sangre.