Fuego azul.

2.5K 261 63
                                    

Cis


Era el quinceavo ataque de manadas de criaturas mágicas en esta semana y el tercero del día, aunque hasta ese momento nos las habíamos arreglado debido a las defensas de la ciudad y los primeros gracias a la protección que nos dejó aquel chico, ya todo había sido gastado y solo nos quedaba luchar con nuestra propia fuerza.

Si no recibíamos ayuda pronto, sucumbiríamos.

—¡Es el último! —grito Naten.

Ante nosotros había varios cadáveres de criaturas mágicas, algunas de las cuales jamás había visto, ni siquiera durante mi viaje. Mire a Naten mientras examinaba a una de ellas, apenas de mayor estatura que él.

—Vienen de la montaña —dijo—, no sé qué haya allá, pero los susto mucho. Estaban huyendo.

—¿Creen que esos niños estén bien? —pregunto Semily, algo preocupada.

Mire hacia las montañas, aquellos chicos las deberían haber cruzado hace mucho, después de todo ya habían pasado varios meses desde que se fueron. La verdad es que yo creía que era más que probable que ya hubiesen muerto, incluso de no ser así, aún deben estar en un lugar peligroso, al menos hasta que lleguen al reino de las hadas.

—No lo sé —respondió Naten.

Generalmente él hubiera respondido que estaba seguro que estaban bien y hubiese sonreído, pero los continuos ataques habían mermado su confianza.

No era de extrañar, después de lo que había visto esa semana.

Hubo una criatura a la que no logramos ganarle, una bestia enorme de pelaje blanco. Fue una suerte que solo destruyera una casa y después se internara en el mar, donde fue devorada por las tortugas titán.

Ese episodio nos había afectado más que nada por ver como una criatura así de poderosa huía hacia su muerte.

¿Qué cosa tan horrible se ocultaba en el continente? ¿Qué podía aterrar tanto a bestias tan poderosas? ¿Vendría hacia nosotros?

La verdad no eran preguntas de las que deseara respuestas.

—¡Atentosss! —grito Joseph desde su posición en la arponera.

Cerca de una docena de aves gigantes que jamás habíamos visto venían en dirección a la ciudad lanzando graznidos aterradores. Aún estaban algo lejos, así que no lo podía decir con seguridad, pero parecían actuar con pánico.

—Eso luce mal... —murmuro Naten.

Tuve que darle la razón, incluso entre las bestias mágicas que conocía ninguna parecía ser tan... Salvaje.

Se movían erráticamente y se atacaban unos a otros, mordiendo sus cuellos o arañándose con sus garras, luchando incesantemente por tomar la delantera. Aquella frenética oleada venia directamente hacia nosotros. No podíamos saber realmente cuan poderosos serian, pero ciertamente no parecían ser débiles y era seguro que, vistas sus acciones, esas cosas no nos pasarían de largo.

Nos preparamos para el asalto. Ya estábamos cansados y nuestra energía mágica era ya casi inexistente, pero si flaqueábamos la ciudad caería ante esas bestias.

De pronto se sintió un calor mayor al habitual y sobre nosotros floto una llamarada inmensa. Mi corazón se encogió un poco al recordar ese día hace meses, donde perdí a mis compañeros, pero enseguida me di cuenta que las llamas eran distintas, más fuertes y de color azul y no escarlata.

El fuego tenía la forma de enormes serpientes que se dirigieron hacia aquellas bestias con las fauces abiertas.

En cuanto las llamas alcanzaron a las criatura mágicas se concentraron en un solo punto y luego explotaron, para después volver a concentrarse y formar un enorme tornado de llamas azules que incluso hacia arder el suelo. Todas las criaturas que se quedaron atrapadas en su interior fueron inmediatamente carbonizadas y las de los alrededores atraídas hacia la llamarada.

Theria Volumen 2:  El señor de la tormenta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora