Christopher
Nos adentramos en un castillo que flotaba en el cielo.
Abajo se desarrollaba una batalla en lo que antes había sido una ciudad. Personalmente no me importaba demasiado, después de todo, en cuanto cumpliera con mi propósito todos morirían por igual, pero era una muestra de lo que Aurien era capaz de hacer. Aunque aún necesitaba saber porque actuó como actuó durante estos últimos meses.
Pero no importaba que me dijera, su muerte ya estaba asegurada.
Si bien antes no había sido muy coherente, últimamente parecía que su locura estaba aumentando. Matar a los caballeros, los magos y aventureros que se nos pudieran oponer era una cosa, pero matar a la diosa, a uno de los que se suponía servíamos y destruir toda una ciudad para probar algo, era demasiado.
Recuerdo la última vez que vi uno de sus experimentos, lo mal que me sentí con lo que le hacía a aquel niño de cabello extraño.
—Ten cuidado y no hables, pude sospechar algo —susurre a mi acompañante.
Zonya no me respondió, se limitó a asentir, mientras miraba a su alrededor, entre asombrada y asqueada.
El pasillo que recorríamos estaba lleno de pequeñas criaturas en tarros llenos de una sustancia verdosa y sobre pedestales de mármol, como si de un museo de los horrores se tratara.
Subiuendo unas escaleras apareció Aurien, actuando como si solamente pasara por ahí por casualidad.
—¡Christopher! ¡Que sorpresa!
Aunque intento parecer sorprendió, era evidente que ya sabía que venía, estaba preparado para recibirme, aunque no pudo evitar que se le notara que estaba ligeramente nervioso tras la sonrisa que nos mostró.
—Venía a ver como marchaban las cosas con la máquina, pero creo que me encontré con un circo —comente, señalando una de las ventanas con mi cabeza.
—Eso es solamente un pequeño contratiempo —me respondió él, encogiéndose de hombros.
—Bueno, entonces, la máquina, por favor...
Aurien hizo una seña para que lo siguiera.
En algún momento, me pareció oír el sonido de un relámpago. Parece que fui el único que lo escucho
—Por cierto, ¿Cómo entraste? Hay runas que me protegen —pregunto Aurien.
Aunque hablaba con un tono normal, me pude dar cuenta de que me estaba probando, intentando averiguar que sabia y que no. Mire a Zonya, ella parecía estar pensando lo mismos. Con una ligera señal le indique que esperara, todavía debía sacarle información.
—Tengo mis métodos —respondí—. No eres el único con trucos.
—Lamento el desorden —dijo en cuanto llegamos a lo que debería ser el salón del castillo—. Estaba haciendo unos... experimentos.
La habitación estaba lleno de camas, aunque solamente dos estaban ocupadas. En una de ellas había una fide'il desmayada y en la otra una chica humana de cabello rojizo con la mano izquierda vendada, ambas con cables conectados a una especie de máquina, una cosa antinatural en este mundo. Observe a la chica humana con el rabillo del ojo. La venda era reciente, la había puesto él para que no viera lo que había debajo. Eso sólo podía significar una cosa: esa chica era un apóstol.
Aurien pareció darse cuenta de que sabía qué era lo que tenía ahí, casi imperceptiblemente movió su mano, dispuesto a atacarme por sorpresa.
Con una señal le indique a Zonya que era momento de actuar. Varios fragmentos de metal se desprendieron de los instrumentos a nuestro alrededor y se dirigieron hacia Aurien, quien desapareció para esquivarlos.
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Theria Volumen 2: El señor de la tormenta.
AdventureContinuación de "Theria, un nuevo mundo". Después de separarse de sus compañero para dirigirse a Sa'lore, Hill se adentra en las montañas Kev'a, morada en ruinas de una civilización antigua. Mientras tanto, Tyna, Aria, Sarel y Clarisse viajan en com...