Muerte - Parte 2

1.9K 261 48
                                    

Christopher

Conforme mas me adentraba en el túnel, crecían más mis miedos.

Las runas ya casi no emitían ningún brillo, eso me indicaba que su fuente de energia se estaba agotando y ya nada las alimentaba, algo que debería ser imposible a menos...

—¡Xartos! —una voz detrás de mi interrumpió mis pensamientos.

—¡Zonya! ¿Que haces aquí?

Una de mis compañeras se detuvo a pocos metros de mi. No sabia porque estaba ahí, estoy seguro que fui muy cuidadoso de que nadie me descubriera cuando vine hacia aquí.

—Vi como te marchabas —me respondió, mientras observaba fascinada a su alrededor—. Últimamente te has comportado de una forma muy extraña. Estaba preocupada.

Era malo, ella era la ultima persona que quería que se enterara de lo que ocultaba, a Nierya y a Himm podía confrontarlos, incluso matarlos de ser necesario, pero a ella no. Más que nada por lo mucho que siempre me había ayudado.

—Por favor, dime la verde... ¡No! ¡Ayuda! ¡Bein! ¡Caleisi!

Zonya de repente cayo de rodillas y comenzó a gritar los nombres de sus camaradas que habían muerto antes de que nos conociéramos. Ya había visto esa reacción antes, pero nunca tan fuerte, debía darme prisa, se agotaba el tiempo.

—Volvere —le dije a Zonya antes de comenzar a correr hacia la sala donde debía estar la prisión.

Al fin logre ver la sala, pero el enorme cubo estaba destruido y de él salia una especie de liquido negro viscoso que caía en el suelo frente a mi e intentaba formar una figura, sin mucho éxito.

Conforme me acercaba comencé a sentir un ligero frío, pero nada comparado con la gélidez que desprendía normalmente uno de ellos. Era como si estuviera desapareciendo.

Al sentir como me aproximaba, la figura dirigió parte de su amorfo cuerpo hacia mi y entonces tomo una forma, una que me recordaba el dolor que guardaba en mi pecho y que cada día presionaba mi corazón.

Ante mí apareció una pequeña niña de cabellera negra.

Te siento, te siento... Hijo de la traidora. Monstruo.

De su boca surgió una voz fría, atemorizante. Pero tras ella me di cuenta que estaba sufriendo, agonizaba.

—No —respondí—. Yo no estoy siguiendo las ordenes de ese engendró. Vengo a ayudarte.

¿Un niño de aquel engendro viene a ay-ayudarme? Eso es... Es.... Es... Imposible.

La figura frente a mi ya casi no se podía mover y de su boca brotaba aquel liquido negro, lentamente alzo su mirada hasta que sus ojos, azulados y sin pupilas, coincidieran con los mios.

—Has tomado esa forma por una razón —continúe—. Has visto mi mente, sabes lo que siento por la diosa. Sabes lo que me quitó. Lo que existe en mi corazón.

Theria Volumen 2:  El señor de la tormenta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora