¡Odio el color blanco!

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Yael significa mujer valiente, ese nombre lo había elegido mi abuela para mi, aunque es irónico porque todos estos años no lo eh sido ni un poco.

Mi abuela se encargaba de mi desde que tengo memoria, vivía con ella ya que mi abuelo falleció años antes de que naciera, así que estar con ella le hacia mucho bien.

A ella la amaba como si fuera mi madre, era la mujer mas dulce que jamas conocí, sus ojos cafés te transmitían una humildad impactante y solo bastaba ver su sonrisa para saber que todo estaría bien, era de complexión delgada y de cabello castaño, una mujer elegante y sencilla, yo la veía y me decía a mi misma "Un día seré como mi abuela" siempre estaba dispuesta a jugar conmigo, me sacaba sonrisas, me leía cuentos, me enseño a cocinar y a coser, me contaba anécdotas de cuando era mas joven, yo me arrodillaba a sus pies mientras ella estaba en su mecedora de madera, miraba atentamente todas sus facciones y movimientos, una que otra vez se le escapaba una lagrima al recordar a mi abuelo, aunque no logre conocerlo supe que era todo un caballero y que amaba perdidamente a mi adorada abuela.

Aunque no todo es para siempre, hubo un tiempo en el que la veía débil, no tenia las mismas energías, me preocupaba demasiado que llegara el momento de que se reuniera con mi abuelo.

Un día desperté y al entrar al comedor la vi sentada, con una estúpida sonrisa en su rostro, la señora que me había dado la vida estaba observándome, era extremadamente delgada, de tez blanca, tenia kilos de maquillaje cubriéndole su rostro, su pelo estaba teñido de un color rubio y llevaba pupilentes de un color azul, era falsa de pies a cabeza, no le dirigiría la palabra, era una cínica al venir a querer arreglar todo, ademas de que ese señor ni si quiera me quería, ninguno de ellos me quería, dirigí mi mirada hacia mi abuela, le dedique una sonrisa y di media vuelta regresando a mi habitación, me deje caer a mi cama derramando lagrimas por ser producto de las dos peores personas del planeta.

Después de su visita todo siguió a la normalidad, pasaron días, semanas, meses, hasta llegar a un año, a ese estúpido año en que todo cambio.

Un día antes de navidad me levante feliz, salimos mi abuela y yo por regalos y cosas para la comida del día siguiente, tardamos una hora, al llegar a casa la volví a ver, otra vez con esa estúpida sonrisa falsa, tenia un nuevo look, que ni si quiera me moleste en mirar, solo ayude a mi abuela a meter las compras y corrí escaleras arriba, me encerré en mi habitación, quedándome dormida entre sollozos causados por esa cínica.

Al despertar vi a mi abuela sentada a mi lado, me sonrió al ver que abrí mis ojos, me acerque a ella y la abrace con todas mis fuerzas, en ese momento me dijo que le diríamos una mentira blanca, yo me quede pasmada al oír eso, pero seguí escuchando, se suponía que debía decirle que yo me iría de vacaciones unos días, pero obviamente no saldría de esta casa para nada, no entendía nada pero la obedecí.

Aunque no pude hacerle esa mentira blanca a la cínica que me dio la vida, porque justamente en la cena de Navidad mi abuela dejo este mundo a causa de un infarto, llore como nunca lo había hecho, pero nada salio bien a partir de ahí.

Tuve que mudarme a la casa de las dos peores personas del mundo, vivir con ellos era un infierno.

¿Por que mi abuela se encargo de mi?
¿Por que no me quede con mis padres desde que era bebe?
¿Por que los odiaba tanto?

Es fácil responder esas preguntas, mi abuela me cuido para protegerme de su hija ella mejor que nadie la conocía y sabia de lo que era capaz de hacerme, la cínica, porque jamas le diré madre, es dueña de una revista de moda, por eso es falsa, nada de su cuerpo es natural y el hombre que es su esposo, al cual nunca llamare padre, es un millonario empresario, que en un vuelo vio a mi madre y decidieron entregarse uno al otro en un total y desastroso arranque de hormonas del cual fui producto, la cínica estaba hecha una furia  y ese señor no daba crédito a lo que pasaba no podían abortarme por el simple hecho de que cualquiera daría a conocer lo que una famosa modelo haría, así que mi abuela decidió intervenir haciéndose cargo de mi, ella me dio el cariño que ellos jamas lograrían darme, ella me odiaba por destruir su cuerpo y él me odiaba por intervenir en su vida, tuvieron que casarse y dar la noticia de que serian "padres" aunque jamas salia con ellos y a las cámaras solo me mostraron al nacer, después de eso me dejaron y siguieron con sus falsas vidas.

Hasta que llego la muerte de mi abuela, la cínica no derramo ni una lagrima por su propia madre, la detestaba aun mas que antes, el señor casi nunca estaba en casa, pero me asignaron el peor cuarto, estaba hasta la ultimo piso de la mansión y era totalmente de color blanco, como me la pasaba encerrada comencé a detestar ese color, me hacia pensar mucho, así que un día tome un crayon, pintura y plumas de color azul y pinte cada rincón, no deje ni un espacio en blanco, claro que cuando la cínica lo vio pego un grito de los mil demonios, me guitoneo, me tomo de mis cabellos y me encerró en el baño que para el colmo era totalmente blanco, cerré los ojos y me quede dormida.

Al caer en el sueño vi a mi abuela, estaba en su mesedora sonriendome, me vio y me dijo que la mentira blanca solo era para distraer a la cinica y que pudiera alejarme de ellos antes que ella muriera, pero que la parcer el tiempo no alcanzo, yo la vi sorprendida y le dije que detestaba el color blanco, me sonrio preguntandome que de que color queria que fueran las mentiras, la vi devolviendole la sonrisa y le dije quiero que sean mentiras azules.

Mentiras AzulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora