Quinto Sueño

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Después de que Hazael me dejara en la azotea confundida y desesperada por haber fallado inminentemente en mi predicción, corrí escaleras abajo, no había aún ninguna enfermera rondando así que corrí lo mas que pude hacia mi habitación, aunque como es obvio mi mala suerte siempre esta de mi lado eso me hizo pisar mal provocando que me golpeara fuerte en la cabeza, no pude enfocar nada después, mi vista comenzaba a desvanecerse poco a poco, lo último que recuerdo es haber pronunciado con todas mis fuerzas Hazael...Sumiéndome en un profundo sueño.
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El día resplandecía como si mil soles alumbraran la planicie suave de la arena, las olas amartillaban con su clamor una tras otra dejando rastro de la espuma color perla, Eliot se encontraba ahi sentado observando el amanecer, dejando que la brisa lo empapara completamente, disfrutando de ese bello silencio, de pronto sintió el brazo de aquella alma que conocía a la perfección, sintió como su latido le palpitaba en la espalda, sintiendo ese roce de adrenalina que solo juntos podían alcanzar, Aquetzalli pensaba en como todo mejoraría a partir de ese momento, cerraron los ojos dejándose llevar por el momento tras pocos segundos se levantaron, tomándose de las manos, caminaron lenta y pausadamente de regreso al hotel donde los gemelos los esperaban, porque por fin unirían sus vidas para siempre.
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Los gemelos entre desastre y risas se habían dejado arreglar, las pequeñas lucían unos preciosos vestidos blancos, llevando un arreglo de flores para acompañar a su madre en el altar y los pequeños con un traje blanco llevarían los anillos de boda. Todo estaba listo y aunque parecía una locura estaba sucediendo, Aquetzalli se estaba dando los últimos toques, había elegido el mejor vestido de bodas de sus sueños, de tirantes, pegado de la parte alta dejándose caer en cascada poco a poco, llevaba el cabello recogido y un ligero maquillaje que dejaba ver la hermosura de su naturalidad. Eliot tan solo se moría de nervios por no tartamudear al verla, porque sabia perfectamente que al pasar caminando por esa alfombra se vería mas hermosa que nunca, pero él no se quedaba atrás ya que lucia elegante y atractivo como el día en que se conocieron, aunque menos distraído.
Rápido dio la hora de la ceremonia, ella y las pequeñas caminaron por esa alfombra, Eliot y los chicos quedaron maravillados por su belleza, se dieron el si, mencionaron sus votos de amor en los cuales se juraron amor eterno, los gemelos no dejaron de mirarse ni un solo instante, ese había sido el detonante para darse cuenta de que el amor fraternal no existiría entre ellos, si no algo mas allá de eso, aunque interrumpieron su juego de miradas para ver la unión de sus padres cerrada por el mas tierno y dulce de los besos que jamás habían visto que se dieran.
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Mentiras AzulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora