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Todo me daba vueltas, los flashback de mis sueños se repetían una y otra vez, todo era un nudo en mi cabeza, era una mala broma pensar en que ella fue esa adorable niña, que además tuviera una hermana gemela, no podía creerlo, anodada de toda esa historia, decidí parar ya que necesitaba respirar y relajarme, ni si quiera sabia a donde me dirigía, mire a mi alrededor estaba afuera del hospital ¿Cómo demonios salí? claro justo salí despavorida en el cambio de turno de los enfermeros, bueno algo había salido bien, tome asiento en el pavimento, estaba frío, no sabia en que época del año estaba, estando encerrada da igual, cada día parece ser el mismo, cerré mis ojos unos segundos, me deje llevar por los sonidos, el viento arrastrando las hojas, las llantas de los autos, las voces lejanas, todo parecía correr, el tiempo seguía deprisa, siempre ha sido así al tiempo parece ser indiferente, egoísta, ¡Exacto! eso era el tiempo un egoísta, pero yo estando aquí detengo el tiempo, inmóvil dejo pasar todo y a todos disfrutando de ese pequeño momento donde soy solo yo y el tiempo, hasta que la voz de una enfermera me hace levantarme abrupta mente, escucho como me pregunta.

-¿Señorita, que hace ahí?- se cruza de manos indignada.

-Tomando el aire, creía que no estaría mal- sonreí aunque claramente eso le molesto a la enfermera.

-Pues usted siempre cree que puede hacer lo que quiera, entre ahora mismo y directo a su habitación- deje de sonreír, le dirigí una mirada enfurecida y salí corriendo, estaba harta de que todos trataran de controlarme, corrí con todas mis energías (que debo aclarar no son muchas) hasta que un fuerte golpe me detuvo, después sentí que alguien me caía encima, abrí mis ojos encontrándome con su mirada, esa mirada que me enamora, esos ojos que me se de memoria, Hazael me regalo una sonrisa mientras me miraba a los ojos, viendo que el no diría nada comencé la platica.

-¿Te agrada derribar personas con la puerta, verdad?- mi pregunta le hizo soltar una carcajada.

-Mmm... Déjame pensar, si solo me gusta derribarte a ti con la puerta- los dos reímos escuchamos unas voces, él me tomo de la cintura y me tomo para que entráramos en su habitación, cerro la puerta y aguardamos hasta que se alejaron las voces, trate de zafarme de su agarre pero solo conseguí que cayéramos de nuevo, ahora yo caí encima de él, reímos hasta que él menciono algo que me hizo sonrojar.

-Jamas me cansare de oírte reír y ¿Sabes por qué?  porque cuando ríes de esa manera me haces olvidar que estamos atrapados aquí y solo me concentro en ti- me quede callada observando sus hermosos ojos, él alternaba su mirada en mis ojos y mi boca, mire su boca esos deliciosos labios que cada día me mostraban la mas hermosa sonrisa, no acercamos hasta quedar a un suspiro de separación él lo deseaba, yo también lo deseaba estuvimos a nada de que sucediera hasta que una enfermera abrió la puerta la misma que me encontró afuera tomo de mi brazo y sin decir nada me saco de su agarre para dirigirme personalmente a mi habitación, y de nuevo regresaba a la soledad de la que tanto escapo me dejo y me advirtió que si me atrevía a salir otra vez estaría en graves problemas, me acosté esforzándome para no quedarme dormida, pero mis esfuerzos fueron en vano y poco a poco me hundí en un profundo sueño.

Mentiras AzulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora