Segundo sueño

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El día había sido muy pesado, ya que después la carrera que tuve que hacer para llegar a mi habitación también tuve que soportar el sermón de la enfermera sobre mi escapada y todo lo que puedo perder si vuelve a pasar.

Gracias a eso no pude recibir la visita diría de Hazael, mi único amigo.

Enfadada cerré mis ojos para tratar de conciliar el sueño y poder escapar de mi realidad.

...

Otra vez estaba en mi habitación de antes, mi abuela seguía en su mecedora, me sonrió al verme y me indico que me acercara.

-Hija mía, es hora de que veas en mi memoria- la mire sorprendida.

-¿A que te refieres?- susurre.

-Solo cierra los ojos- solo la obedecí ademas es solo un sueño, nada malo puede sucederme.

...

Un circulo de sillas era todo lo que se veía en esa bodega, rostros con pesar, todos expectantes del de a lado, esperaban a poder decir lo que les atormentaba.

Mientras que los destinos de dos de ellos se alinearían.

Ella de tez blanca, ojos cafés y pelo castaño maldecía mentalmente al trafico por hacerle llegar  tarde  a la sesión.

Él de tez morena, ojos cafés y pelo chino peleaba con la niñera para que cuidara una última vez de sus pequeños.

Los dos con un dolor en común, ese dolor que no creían que podían olvidar hasta que lograron conocerse.

Eliot se estacionaba apresuradamente cociente de lo tarde que era y que tan solo llegaría a los últimos veinte minutos de la sesión.

Aquetzalli bajaba del taxi rápidamente, correr con tacones se había vuelto su especialidad.

Eliot abrió la puerta de la bodega, aunque se detuvo al escuchar el estruendo, retrocedió unos pasos hasta que tropezó con uno unos tacones haciéndolo caer.

Aquetzalli corría estrepitosamente hacia la puerta de la bodega hasta que el un golpe la detuvo.

Él había caído encima de ella, los dos estaban aturdidos, ninguno podía ver con claridad, hasta unos pocos segundos después, se miraron tratando de entender como habían llegado ahí.

Ella observo delicadamente su rostro, algo hacia que se sintiera como antes, esos bellos ojos la invitaban a sonreír.

Él solo pudo pensar en lo hermosa que era, en su angelical sonrisa y esos ojos que lo hechizaron, así que decidió iniciar la conversación.

-Perdona, creo que no me fije y fui quien te pego- aunque se agradecía internamente por haberla golpeado, ya que de otra forma jamas se hubiera animado a hablarle.

-Tranquilo, creo que tampoco fui muy cuidadosa-  ya que solo pensaba en lo tarde que iba sin ver por donde iba.

-Vale- se miraron nuevamente a los ojos hasta que la voz de todos los de la sesión los sacaron de su trance, él se levanto y la ayudo a levantarse, tomaron asiento y escucharon atentamente a sus compañeros.

Al termino de la sesión y después de haber recibido la respectiva llamada de atención por haber llegado tarde, se acercaron de nuevo, ella nerviosa y él feliz de poder volver a escuchar su voz.

La platica estuvo llena de risas, se trataban como si se conocieran íntimamente, Eliot se había ofrecido a llevarla en su coche a casa, el camino había estado lleno de música, platica y bastantes risas, hasta que por fin llegaron.

Aquetzalli visualizo a sus dos pequeñas asomándose por la ventana de la cocina, las miro feliz porque eran su mayor orgullo y su mas preciado tesoro, pero la voz de Eliot la saco de sus pensamientos.

-Lindas gemelas ¿Son tuyas cierto?- si antes dudaba del destino ahora empezaba a creer en el, ya que Eliot se impresiono de sobremanera al ver a esas gemelas.

-Si, se llaman Esther y Eleonor- creía que a pesar de todo ellas siempre serian el recordatorio de su difunto esposo.

-No es verdad ¿Es algo curioso, no crees?- no cabia en si de la gran coincidencia, dispuesto a lanzarle la bomba la miro a los ojos.

-¿Por que lo dices?- ella no creía que tener gemelas fuera curioso.

-Lo digo porque también tengo gemelos, se llaman Gilbert y Gerardo- tal como lo imagino vio la cara de sorpresa de ella.

-Esta bien, ahora si es algo curioso ¡Oh! son gemelos- ella empezó a reír, no podía creer que el destino le jugara de esa manera, pensó en que esto era parte de su esposo que desde arriba veía expectante su asombro.

-Bueno, debemos hacerlos que se conozcan, quiero ver su reacción- Eliot era un gran fan de ver como sus hijos siempre creían ser los únicos gemelos y seria gracioso ver su reencuentro.

-Esta bien así sera- sonreía feliz, de sentirse de nuevo atraída por alguien.

Él asintió sonriendole, se miraron atentamente, los dos se atraían y seguirían así, observándose cada sesión, platicas y risas fue lo que los llevo a ese día.

...

Sentí como alguien me movía, la voz que me narraba la historia se iba apagando poco a poco y las imágenes se diluían hasta que no hubo nada, me desperté para ver a mi amigo sonriéndome muy cerca de mi.

Mentiras AzulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora