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-¿Hoy no me contaras nada?- dijo Hazael clavando sus ojos en los míos.

-Lo siento, hoy no quiero hablar - agache mi mirada.

-Bueno, lo respetare, con una condición- levante mi mirada y vi su bella sonrisa.

-¿Cual es la condición?- dije casi susurrando.

-Regalame una sonrisa- hice una mueca.

-¿Y si no quiero?- me cruce de brazos.

-¿Segura de tu decisión?- me dijo imitando mi acción.

-Segura- el se acerco a mi y comenzó a hacerme cosquillas, reí demasiado, hasta que se detuvo.

-Vale, ya reíste ¿Verdad que no cuesta nada reír?-  volví a reír.

-Si, no cuesta nada- él soltó una carcajada.

-Bueno, entonces me iré, no quieres contarme nada- si, no quería hablar, pero no quería que se fuera.

-¡No te vayas!- no me percate de que lo había gritado.

-Se que soy una joya, pero no me grites- reí por su comentario.

-Quédate hasta que me quede dormida ¿Si?- puse la mejor cara tierna que pude.

-Vale, esta bien- tomo asiento en mi cama, comenzó a acariciar mi cabello y poco a poco fui cerrando mis ojos.

Antes de caer rendida escuche como decía "Quisiera saber que pasa por esa cabecita tuya".

Mentiras AzulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora